Reunión como la VI cumbre de las Américas, que se cumplió en Cartagena Colombia, por el tiempo que había transcurrido sin que tal evento ocurriera, es un reto que se le propuso al presidente colombiano Juan Manuel Santos.
Tres importantes propuestas se
plantearon: Cuba, Argentina y una posición
Colombiana para orientar modificaciones al tratamiento de las drogas.
La amplitud de las reglas que
rigen esas cumbres, las convierte en la imposibilidad
de toma de decisiones, porque basta una
discrepancia para que no haya apoyo general. Se habla con propiedad de
democracia, pero en esta oportunidad se restringen las mayorías, pero las
reglas son para cumplirlas .
Se pudo observar el protocolo
de tan importante reunión, por la representación que tuvo y no faltaron los conceptos generales, respetables de cada
representante de Estado; se incluyeron detalles
de intervención de la artista internacional que representa Colombia
“Chaquira”, o detalles tiernos que llamaron
la atención. No faltaron detalles poco trascendentes, que les dieron a
los extranjeros el rechazo que merecían.
Cualquiera que sea la posición
individual que tenga las personas con referencia a la potencia del norte, no puede desconocerse
que la presencia del señor Presidente de los Estados Unidos fue más allá de lo
que pudiera pensarse
Desde luego, que es entendible
que por liderar las discrepancias hizo
presencia con suficiente participación y siendo así, no pudo entenderse si
existiera mayoría o no respecto de los
planteamientos a que se hizo referencia. Para Colombia continúa siendo de
importancia el tratamiento en
Norteamérica se le da, y un tratamiento de cierta benevolencia que aún los
críticos podrán aceptar.
Pero en el fondo sigue
observándose que las decisiones de Estados Unidos serán siempre unilaterales,
así estén presentes 30 países o más que puedan reunir los mandatarios de ellos
para fijar una posición frente a las situaciones que les son comunes: el
colonialismo que en teoría no existe, pero continúa en las Malvinas y no se
admiten sugerencias para que países como Colombia dejen de aportar vidas al
flagelo del narcotráfico, porque se considera
que no es el consumo el que lo alimenta. Además se mantiene el interrogante
sobre la vigencia de la autodeterminación de los pueblos.