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miércoles, 23 de octubre de 2024

Realidades y desafíos de las elecciones del 2026

Mario González Vargas
Una vez consumado por el gobierno de Maduro el grosero fraude con el que se robó las elecciones que le fueron adversas por amplísimo margen, todo parece indicar que el régimen, con el paso del tiempo, logrará permanecer en el poder. No fueron suficientes las pruebas aportadas y reveladas por el Centro Carter, consistentes en las actas fidedignas que demostraban la clara victoria del candidato de la oposición, para que se entendiera la inutilidad de esperar del régimen la difusión de las mismas que, con ingenuidad candorosa, solicitaban los presidentes de Brasil, Colombia y Méjico para reconocer la decisión del CNE de proclamar a Maduro como presidente electo. La pronta defección de López Obrador y el silencio de Lula condenaron a Petro a la espera de lo imposible. Lo aprovechó el expresidente Santos para marcar distancia con el gobierno: “Colombia puede hacer muchísimo más de lo que está haciendo, porque no está haciendo nada frente a Venezuela. La posición de Colombia ha sido ambivalente, infortunadamente ha dicho que se está prestando para poder mediar, pero hay un momento donde la mediación se vuelve complicidad” e insistió en una transición pacífica y efectiva que cada día aparece más improbable.

El volátil escenario se vio sacudido por obra del informe de la Misión Internacional Independiente de la ONU que señaló al gobierno de Maduro de haber cometido crímenes de lesa humanidad durante y después del proceso electoral, entre ellos asesinatos, desapariciones forzadas, actos de tortura y violencia sexual y de género, perpetrados por las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia, aún en contra de niños, niñas, adolescentes y personas con discapacidad. A la Corte Penal Internacional le corresponde adicionar estos delitos al expediente que tiene abierto desde hace varios años contra Maduro y las cúpulas políticas y militares del régimen, y emitir las correspondientes ordenes de captura. Decisiones oportunas realzarían el controvertido prestigio de la CPI y su tarea en un mundo convulsionado por conflictos bélicos de consecuencias insospechadas.

Lograr una solución pronta para el retorno de la democracia en Venezuela resulta necesaria para la paz y seguridad hemisféricas y absolutamente indispensable para Colombia, para no verse concernida en conflictos orbitales que se repliquen en sus propias fronteras, susceptibles de polarizar aún más la política nacional, y cuyos desenlaces escaparían a su capacidad de resolverlos. Por ello, la falta de resolución de la fraudulenta elección presidencial y la permanencia ilícita del usurpador Maduro en el poder, impactarán severamente las elecciones del 2026 en Colombia, como también lo harán las repetidas afectaciones al acuerdo nacional propuesto por el ministro Cristo, y que el mismo presidente se encarga de dinamitar. El retorno de Leyva a Miraflores, con mandatos ocultos, debilitan, alteran y afectan innecesaria y profundamente las gestiones del canciller Murillo, cuyo acierto se evidencia en las groseras y constantes descalificaciones que le dispensan Diosdado Cabello y el canciller venezolano.

Petro parece irresoluto en sus preferencias en materia de candidaturas, no por dubitaciones que no son propios de él, sino por su errático y caprichoso comportamiento que desconcierta a los propios y entrega insumos a una oposición que hasta el día de hoy no ha encontrado aún rumbo, cohesión y mensajes para vencer en las elecciones del 2026. El presidente se siente solo, y a falta de una coalición “progresista” Petro-santista que él mismo dinamita, buscará atrincherarse con los sectores más conspicuos del progresismo, en la que seguramente sumará a todos los beneficiarios de la supuesta paz total para hacer realidad la deconstrucción de la democracia y de las libertades que les son propias. Impedirlo exige unidad y claridad conceptual que no se deben feriar en dubitaciones sobre el sombrío futuro que nos quieren recetar.

lunes, 21 de octubre de 2024

La parcelación del territorio y la pérdida de soberanía nacional

Mario González Vargas
La Paz Total de Petro será registrada por la historia como el mayor ejemplo de improvisaciones desorbitadas que supusieron el más grande peligro que hayan enfrentado la soberanía nacional y la integridad del territorio. Carente de toda capacidad estratégica, Petro y su ministro de defensa, desde el inicio de los numerosos procesos de negociación de paz, optaron, pronta y unilateralmente, por otorgar beneficios que suelen darse en las fases finales de las negociaciones. Sin mayor concertación de agendas de negociación, se han apresurado en conceder a cada organización criminal, gratuitamente y sin obligaciones reciprocas, ceses al fuego, liberándolas de la acción militar de las Fuerzas Armadas y abriéndoles la puerta para disputarse entre ellas el control de vastas regiones del país. Para ganar crédito, se defenestró al alto mando del ejército, y se asumió el control de la Policía, sujetos a la voluntad de un ministro de defensa sin credenciales para esa labor y reconocido por su animadversión a la Fuerzas Militares.

El acuerdo con las Farc ni logró ni auspició la paz en Colombia. Por el contrario, dio lugar a la aparición y crecimiento de múltiples organizaciones armadas que se han fortalecido en los territorios al amparo de mesas de conversaciones de paz improvisadas, en las que el gobierno se ha distinguido por su incompetencia y benevolencia, que hoy se suman a la preexistente con el Eln, y que se han convertido en instrumentos de consolidación de hegemonías territoriales. Con ello, esos diálogos infructuosos que se eternizan, redundan en el constante empoderamiento de los delincuentes y han degradado la acción del gobierno, hasta el punto de aparecer consintiendo el crecimiento de las acciones criminales de sus contertulios. La multiplicación de las masacres, el reclutamiento forzado de menores, la sujeción de las comunidades y el fortalecimiento de las capacidades criminales y de la impunidad, autorizadas por la quimera de una paz total, se han convertido en un infierno para las poblaciones abandonadas a la triste suerte que les dispensa un gobierno atolondrado e insensible, cegado por una ideología desueta que condena a la Fuerza Pública a la inacción y hace impracticables las tareas de Monitoreo y Verificación, supuestamente diseñadas para evitar y denunciar los excesos de los nuevos dueños de los territorios.

Una reconfiguración del territorio está en curso y explica las confrontaciones entre las diferentes organizaciones criminales que se multiplican en el país, mientras las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, disminuidas en su potencial de combate, limitadas en sus capacidades de inteligencia, en su armamento y en la naturaleza de sus operaciones por decretos del gobierno, que restringen sus capacidades, instrumentos y presupuestos, se encuentran constreñidas y debilitadas en el cumplimiento de sus misiones y de las legítimas tareas que la Constitución y la ley les confieren para la conservación de la paz, la defensa del territorio y la integridad de las instituciones democráticas que enmarcan la vida y libertades de los colombianos.

Los planes estratégicos de los empoderados delincuentes apuntan al control de los territorios para fortalecerse con los recursos naturales, cultivos de coca y explotación de la minería ilegal, no solo como fuente de financiación de sus operaciones armadas y sus capacidades terroristas, sino también para fungir como dispensadores de bienes y servicios de subsistencia que perpetúen su dominación sobre las comunidades de los territorios bajo su control.

Nunca en el pasado, los colombianos habíamos sido confrontados a peligros tan amenazantes para la soberanía e integridad territorial de la nación. Los reiterados ataques a varios municipios son expresiones inequívocas de la voluntad de los terroristas de parcelación del territorio en nuevas entidades bajo su control, antesala del desmembramiento de la nación colombiana.

Urge evitarlo, porque nos hallamos cerca del punto de no retorno.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Las elecciones en Venezuela no es solo un problema de actas

Mario González Vargas
La revelación de más del 80% de las actas de escrutinio de las elecciones presidenciales en Venezuela por la representante del Centro Carter, en reciente sesión del Consejo Permanente de la OEA, debe poner fin a la inútil expectativa de que el CNE de Venezuela proceda a la divulgación de las mismas. Actuando en su condición de observador electoral, debidamente invitado y reconocido por el gobierno de Venezuela, explicó que esas actas que arrojan la victoria de Edmundo González son “originales y, tienen un código QR que es significativo y que les permiten a los testigos de miles y miles de mesas recabar información de manera sistemática". Además, indicó que la "falta de transparencia del CNE venezolano y su negativa para brindar los datos de las mesas de sus máquinas y de las actas para explicar la declaración de un ganador no cumple los estándares internacionales".

La claridad del dictamen del Centro Carter obliga a una nueva reflexión del gobierno colombiano que no debe persistir en su posición de que “si no hay presentación de las actas, no hay reconocimiento”, más aún cuando el canciller Murillo ha expresado que “hay serias dudas de legitimidad y legalidad que se tienen que disipar”. La grosera reacción del ministro Iván Gil contra el canciller Murillo, en la que con desmedida impropia de su cargo expresa: "Canciller Murillo, ni usted ni ninguna institución colombiana tienen el derecho y mucho menos la moral para hablar de Venezuela”, acusándolo de "injerencias groseras de buscar titulares que solo disfruta la derecha paramilitar y fascista", resulta torpe señalamiento para justificar el latrocinio de las elecciones.

La paz y el regreso de la democracia en Venezuela importan a todo el hemisferio y son especialmente vitales y determinantes para el futuro de Colombia. No en vano hemos procurado coexistencia pacífica y colaborativa con la dictadura chavista, a pesar de la volubilidad de sus gobernantes, de los intereses hemisféricos y extra continentales encontrados que la han caracterizado, y del albergue que han dispensado a varias de las organizaciones armadas ilegales colombianas. Hoy esa volátil convivencia se halla bajo prueba, no solamente por el ignominioso fraude electoral, sino también por los efectos del conflicto en el Medio Oriente que tiene capacidad de metástasis en el continente americano y cuyos alcances no deben subestimarse, ni mucho menos ignorarse. A pesar de su estruendosa derrota electoral, Maduro goza del apoyo y presencia en Venezuela, de Cuba, China, Irán y Rusia y de la organización terrorista de Hesbollah, unidos por su inagotable propósito de desaparecer a Israel de la colectividad de las naciones.

El presidente Petro ha tomado partido a favor de esa heteroclitica coalición cuyos efectos limitarán los contenidos y capacidades de Colombia por la paz y seguridad hemisféricas y acrecentarán las amenazas de violencias y conflictos de las que seremos más víctimas que beneficiarios, porque por obra de erráticas e ideológicas decisiones y concepciones, no contamos hoy con capacidades militares disuasivas, ni sus fines se corresponden con los más altos intereses nacionales.

Los pesos y contrapesos que en el pasado han logrado conjurar amenazas de conflictos devastadores no asoman hoy, como que pareciera que cualquiera que sea el resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, no se anticipan las capacidades para enfrentar los retos del presente.

En los escenarios que podrían convertirse en realidad, las elecciones democráticas serían restringidas, o se haríán imposibles, asegurando la continuidad de los inamovibles gobernantes para desgracia perpetua de sus gobernados.

domingo, 6 de octubre de 2024

Un Renacimiento para el mundo en que vivimos

Mario González Vargas
El propósito de deconstrucción sistemática que ha adelantado el gobierno de Petro en ejercicio de fidelidad a su trasnochado ideario ideológico, ha resultado tan pernicioso como avasallador, como que le ha permitido imponer la agenda política en un escenario que desconcierta a sus opositores, inmóviles y aturdidos ante la recuperación de las fórmulas que, en el pasado aún reciente, escenificaron la inmolación de los pueblos sometidos a sus engañosas promesas. Habilidoso en el uso de la mentira, se ha valido del desconcierto que alimenta para desplegar promesas e ilusiones ante la dubitación de quienes aún no hallan ni la fuerza ni los mensajes necesarios para caracterizar y controvertir la hecatombe en curso.

Se vale, como muchos otros aprendices de sátrapa, del desconcierto que crece al unísono en un mundo que parece indefenso ante las incógnitas que distinguen los tiempos de crisis de civilización, para propagar una narrativa apocalíptica valido de la angustia que suele prevalecer en tiempos de cambios de época y de obligado tránsito a nuevos paradigmas que sustenten las exigencias de las realidades que tardan en ocupar el pensamiento y determinar las acciones que exigen las mutaciones que se avizoran. Para consumo popular, se autodenominan progresistas, apelativo que no les exige creatividad alguna, porque solo persiguen reinstalar las deficiencias del pasado bajo patronímicos de nuevo cuño. Necesitan de la polarización para hacer más violenta pero menos creativa la contienda, como lo demuestran muchas de las propuestas en curso, desde la apología del decrecimiento hasta la de una paz incierta, con la cesión de la seguridad a las organizaciones criminales y el abandono de la defensa de los derechos humanos en los organismos internacionales a manos de cuantos sátrapas pretendan sofocar el ejercicio de las libertades.

Petro, al unísono con muchos otros de sus congéneres, se ha desgastado inútilmente en el estéril ejercicio de buscar responsables del decaimiento que vivimos, como si sus metas no correspondieran a la marchita voluntad de petrificar la política en categorías desuetas de izquierda y derecha que no cobran vigencia con agregarle un centro, apelaciones hoy esotéricas que no dejan de representar militancias para exacerbar la contienda por el poder, y aun agregándole la condición de extremos, para tratar de excusar lo inexcusable: la decrepitud del pensamiento en el ejercicio de la política que termina por enseñorear el recurso a la exclusión.

El mundo debería procurar un Renacimiento fruto de la capacidad de entender las exigencias que asoman con su versátil capital de formulaciones y soluciones que estimulen la hoy maltrecha capacidad de escapar de un presente que agoniza, como si sus dirigentes se contentaran con las caricaturas de sí mismos. Es el triste telón de fondo que se ha impuesto en las últimas décadas en los órganos de la ONU, y que aún parece persistir en obligar a las naciones al colectivismo y al estatismo que lo administra, y que en menos de 50 años sembró pobreza y violaciones sistemáticas de los derechos humanos en las sociedades que las adoptaron, como en las que se vieron forzadas a padecerlas.
Se trata de la reedición del viejo propósito que pretende reglamentar la vida de las naciones, fundado en la coerción al derecho a la libertad, atributo fundante e inalienable del ser humano, y cuya transgresión desnaturalizaría el valor inalienable de la vida en la especie humana.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Quienes son los que convocan a la violencia en Colombia

 Artículo tomado del sitio facebook (https://www.facebook.com/profile.php?id=100036472992727)

¿DE VERDAD, QUIEREN INCENDIAR EL PAÍS?


Por RAÚL GÓMEZ QUINTERO.
La absoluta mayoría de los colombianos desconoce la publicación que hiciera el Presidente Petro hace unos pocos días; y ésta inmensa minoría tampoco fue capaz de dimensionar la profundidad de lo expresado. Por cuanto es tan grave, objetiva, sincera y decidida, -y quizás la más importante, enjundiosa y premonitoria que haya expresado el Presidente en sus dos años de gobierno-, me doy en el trabajo de analizarla.
Petro se refirió clara y abiertamente a las absurdas pretensiones del uribismo y la extrema derecha de sacarlo del poder, a como dé lugar, incluído su asesinato. De ello es por completo consciente y está preparado para enfrentar el insuceso. Porque la derecha en Colombia siempre ha patrocinado la violencia política y el asesinato de los líderes políticos que se han atrevido a confrontarla; esa es su concepción del poder y de la autoridad desde la plutocracia a la que se aferran. Pero ahora, con Petro van a "tacar burro", como dice la expresión popular.
Gustavo Petro no es cualquier Presidente, como los que hemos tenido que soportar en los últimos doscientos años: (i) Conoce mejor que nadie la realidad histórica, socio económica, política e idiosincrática del país, al igual que sus frustraciones, anhelos y derechos fallidos; (ii) Está comprometido por completo con el pueblo, pero más con los sectores populares de estratos medios y bajos; (iii) Sabe que la plutocracia y su séquito polítiquero, religioso, judicial, militar y burocrático, son los que controlan el verdadero poder, los medios soterrados, antiéticos e inmorales que utilizan sin rubor alguno y de su desvergonzada actitud revanchista llena de odio y violencia; (iv) Sabe y conoce todas las artimañas que están urdiendo en su contra y de que son capaces de revivir la violencia entre el pueblo, sin que les importen las nefastas consecuencias; (v) Petro sabe que ni política ni jurídicamente lo pueden sacar de la Presidencia, en forma válida; y por ello está preparado para la peor de las opciones que urde 'la oposición': la violencia que han querido infundir hasta con 'paros gremiales'. Por cuanto, no les han dado resultado hasta ahora todas esos protervos mecanismos tratarán de echar mano de lo que creen ser expertos: la exacerbación de la violencia.
Sin embargo, Petro que es más inteligente que esa caterva de rabiosos violentos, se ha venido preparando, y no lo cogerán desprevenido: ha acudido permanemente a las bases populares y las ha movilizado con éxito; las ha enfrentado ganancioso a las prepagas y patrocinadas con dineros calientes de los verdaderos detentadores del poder político, y acudirá, si fuere menester, a las instancias internacionales de justicia que ya le han dado la razón. No en vano ya lo dijo en la exposición referida, cuando el fascista procurador Ordóñez lo sacó de la Alcaldía de Bogotá y a quien le ganó el pulso: "Aquella vez, el pueblo bogotano fue determinante; seis veces llenó la Plaza de Bolívar. Ésta vez le toca al pueblo colombiano, y ya no es llenar la Plaza de Bolivar, sino ir tras el poder".
El talante personal de Petro no es el de los presidentes que salen corriendo a exiliarse con su botín (Laureano Gómez, Lleras Camargo, Ospina Pérez, Rojas Pinilla, etc...), sino que es capaz de enfrentase cuerpo a cuerpo, con armas o sin ellas, a quien lo pretenda intimidar o atacar. Él está dispuesto a ofrendar su vida en defensa de sus ideales y sus derechos, porque no es ningún pusilánime. Sus palabras, tomadas del mismo texto referido, son contundentes, por su claridad y entereza: "NO TENEMOS MIEDO. ESTAMOS TRANQUILOS. UNA ARTISTA TRAE UN RETRATO DE ALLENDE QUE COLGARÉ EN LAS SALA DEL PALACIO. SÍ LE DECIMOS AL GRUPO MAFIOSO QUE CON DINERO INTENTA ASESINARNOS Y PAGAR POR EL QUIEBRE DE LA CONSTITUCIÓN, QUE SE DETENGA, PORQUE NO SABE QUÉ HURACÁN ESTÁ DESARMANDO".

Si alguno de mis lectores no entiende o 'se hace el pingo', le recuerdo que hoy 11 de septiembre se conmemora el asesinato (pero también su inolvidable defensa armada personal), de Salvador Allende en Chile y que se entroniza su foto recordatoria en el Palacio de Nariño; hecho que no es sólo un símbolo. Es que Colombia, por fin, tiene un Presidente para quien el pueblo vale más que su propia vida.
La pregunta final es obvia: ¿quieren la derecha y el Uribismo acabar con el país convocando a la violencia? Pues las condiciones de hoy son muy diferentes a las del bipartidismo del 48 y, ¡AHORA El PUEBLO SI SABE HACIA DÓNDE APUNTAR!

El Ocaso de la Paz Total

Mario González Vargas
La paz total de Petro estaba condenada al fracaso desde sus inicios. El optimismo de alcanzar la paz con el Eln en un plazo de 3 meses que predijo en la campaña electoral, puso de presente la enciclopédica ignorancia del hoy presidente sobre las realidades, dificultades y retos propios de las negociaciones de los acuerdos de paz. Abordó su tarea con permanentes improvisaciones que no pasaron inadvertidas por quienes han jugado durante más de treinta años a sacar ventajas del anhelo de paz de los colombianos. Todavía se recuerda el anuncio a principios del 2023 del presidente de un cese al fuego bilateral con cinco grupos armados, que no había sido objeto de tratativa alguna y solo respondía al desvarío del gobernante. Sus constantes dislates se han repetido desde entonces, sin otro resultado que el fortalecimiento de los grupos armados que hoy campean en vastas regiones del país.

Petro y sus diletantes comisionados de paz no han podido entender que alcanzar la paz como librar la guerra requiere definiciones estratégicas acertadas que tomen en cuenta las capacidades y debilidades de los oponentes y la clara identificación de los objetivos buscados con el uso de la fuerza y/o en la mesa de negociaciones. Tareas difíciles para un comandante que divaga a diario y suele sentir mayor proximidad con sus adversarios que con las fuerzas militares que tiene el encargo de dirigir. Ello explica las concesiones con las que irresponsablemente atrae a los delincuentes a las mesas de negociación y que se convierten en conquistas inamovibles. Unilateralmente ha concedido al Eln poner en discusión el modelo económico del país con quienes encarnan los regímenes políticos y económicos que se derrumbaron a finales del siglo pasado bajo el peso de la quiebra económica y la violación de los más elementales derechos humanos. Ni siquiera esa concesión extrema ha interesado a quienes seguramente apuestan al derribe de su oponente por obra de su propio y errático comportamiento. La respuesta del Eln consistió en ultimátum al gobierno que venció el 23 de agosto para que los retirara de la lista de Grupos Armados ilegales (GAO), por considerarse solamente como un grupo armado rebelde y así buscar reconocimiento internacional que limite o impida las acciones militares de la fuerza pública en su contra. Nada más parecido a una capitulación que por fortuna no aceptó el gobierno, sin que hasta la fecha haya logrado la respuesta contundente que merece.

El Eln no concibe el proceso de paz como oportunidad de reincorporación a la vida civil y al ejercicio de la política en las condiciones que se acuerden, sino como un instrumento para acrecentar su poderío militar y económico y minar la confianza ciudadana en el gobierno para superar la tragedia de la violencia y alcanzar la paz. El enfrentamiento con las demás organizaciones armadas por el control territorial y los réditos que dispensan el narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión y el secuestro prevalecen en sus objetivos estratégicos, hoy además favorecidos por la crisis desatada por el robo de las elecciones en Venezuela que modifica sustancialmente las opciones estratégicas que no se alterarán con ofrecerles la entrega de la sotana de Camilo de Torres. En ese nuevo escenario el Eln perdió todo interés en procesos de paz con el gobierno colombiano, como lo sugiere su comportamiento fundado en las decisiones que al parecer se tomaron en el sexto congreso de esa organización.

Vivimos el final de la era de negociaciones para acuerdos de paz y el inicio de procesos más complejos que afectan la paz y la seguridad hemisféricas. ¿Será capaz Petro de comprender la realidad emergente?

viernes, 20 de septiembre de 2024

La imprevisión del pasado, el castigo del presente

Colombia entre los castigados con las históricas plagas de Egipto

Por Bernardo Socha Acosta
La amenaza de un apagón en Colombia parece pasar de un anuncio fantasmagórico, a convertirse en una triste realidad con el racionamiento eléctrico.

La advertencia sería como para prevenir a los suscriptores y usuarios del servicio de electricidad.

Y vean como son las consecuencias. Un factor trae otros y este ocasiona otro, hasta que los hechos llevan a una casi catástrofe como vamos a tratar de ilustrarlo. El país no pensaba que la escasez del gas fuera cierta, pero hoy cuando ya quedaron varios departamentos de Colombia sin el preciado producto para el consumo en los vehículos, principalmente de taxis y algunos particulares con el cual amortiguan el golpe económico que ha generado el necesario y obligatorio reajuste del precio de la gasolina, entonces nos convencemos de la realidad que vivimos.

El fantasma del apagón del servicio eléctrico, se acerca más rápido de lo que pensábamos, porque el prolongado verano que genera el cambio climático, está atacando con furia el nivel de los embalses que generan en primer lugar el agua para las ciudades. Y en segundo para la generación eléctrica que ya está a un paso de los racionamientos.

Y por la falta de lluvias es que no solo hay escasez del agua para algunas ciudades como la capital colombiana y en otras, sino que las hidroeléctricas están entrando en grave alerta y las empresas han tenido que comenzar a utilizar en mayor grado el consumo de gas natural para el funcionamiento de las TERMOELECTRICAS para tratar de prolongar la agonía del APAGÓN y a la espera que llueva. Pero si el agua sigue escaseando y el gas no alcanza para mantener las Termoeléctricas, sin lugar a dudas Colombia tendrá que vivir lamentablemente los obligados racionamientos del servicio de energía eléctrica.

Las imprevisiones del pasado

Pero la grave situación que deberá vivir muy pronto Colombia, por un lado, la falta de agua y por la otra la del apagón, será una paradójica contradicción, porque si hay el racionamiento de energía eléctrica, no tiene razón valedera, si vemos que en Colombia abundan y se dejan de utilizar las energías limpias y a menos costo, principalmente la energía solar que no sabemos aprovechar.

Y muchos en estos momentos se preguntarán, por qué no se utiliza este beneficio (la energía solar). Pues sencillamente porque la clase política dirigente colombiana se la ha pasado, unos en el Congreso de la república, solo calentando puestos, devengando altos sueldos, mirando como le meten zancadilla para frenarle los proyectos a quienes trabajan, y unas llamadas mayorías despilfarrando los dineros del presupuesto nacional que pagamos los contribuyentes. A eso se dedican los mal llamados padres de la patria, pero no hacen nada por Colombia. Pero, eso no es todo. Otros desde los altos cargos se dedican a robarse todo lo que encuentran en los presupuestos, sin que haya verdaderos castigos ejemplares, porque quienes hacen las leyes bien pareciera que son sus cómplices y no legislan contra las ratas de dos patas; y sumando este flagelo tienen al país en estas condiciones. La situación no es de hoy. Es una vieja cadena de imprevisiones que tiene responsabilidad en el pueblo que los elige para que sean sus verdugos. Quizás no sea tarde cuando esos electores se den cuenta de quiénes han elegido.

Si en el congreso de la república hubiera verdaderos representantes de las regiones, Colombia sería otra en la actualidad. Y para decir algo, Colombia no estuviera padeciendo las amenazas que citamos antes, porque tendría inmensas centrales eléctricas de energía solar y otras con energía eólica, como para poner un ejemplo de lo bueno que se podría hacer, si no hubiera la maldita politiquería que no deja progresar al país y lo lleva cada vez al abismo.

Mirando bien el acontecer, Colombia esta  entre los castigados con las históricas plagas de Egipto… porque los reyezuelos así lo han querido con sus actos. 

jueves, 19 de septiembre de 2024

El peligro de un golpe blando a la democracia

Mario González Vargas
En un evento con medios alternativos, comunitarios y públicos convocado por el gobierno, pretendió el presidente disipar las continuas y variadas críticas a su gestión en diferentes e importantes medios de comunicación, con la misma intemperancia y agresividad que acostumbra y de las que se sirve equivocadamente para tender cortinas de humo sobre los errores y fracasos de su gestión de gobierno. Acosado por la desaprobación generalizada que se ha suscitado, sin pruebas al canto agregó al consabido golpe blando la acusación de que se halla en curso “un atentado contra su vida para matarlo o sacarlo del poder lo más pronto posible”, sindicación que ya había expresado en relación con las exitosas marchas de la oposición, a las que hoy se agregan los escándalos en la Unidad de Gestión del Riesgo y la investigación del CNE sobre la financiación de su campaña.

La desesperación del gobernante nubla su buen juicio. Nadie piensa en derrocarlo, ni muchos menos en atentar contra su vida, porque el interés de los colombianos es el de preservar la democracia, sus instituciones, los mandatos constitucionales y los derechos a la vida y a la seguridad de todos los colombianos, que nadie, ni el más desatinado, pretendería alterar con golpes blandos, ni mucho menos manchar con felonía el futuro del país.

La cortina de humo que levanta el gobierno para responder a la decisión del CNE de acelerar la consideración y estudio de la ponencia que formula cargos a su campaña presidencial de esconder pagos con los que se violaron los topes de financiación que estipula la ley y cuya comprobación se castiga con la dejación del cargo de presidente de la república, podría resultar innecesaria. Un artículo del Plan de Desarrollo convirtió al CNE en un ente autónomo administrativa y presupuestalmente que le permitiría asumir competencias en materia electoral antes atribuidas a la Registraduría.

“En el Consejo Nacional Electoral se programan $1,1 billones para su normal funcionamiento, que incluye llevar a cabo la reposición de votos a los partidos y movimientos políticos, entregar los recursos para el funcionamiento de los partidos políticos y el cumplimiento del Estatuto de la Oposición. Así mismo, incluye recursos para el cabal cumplimiento de sus funciones relacionadas con los eventos electorales que se llevarán a cabo durante la vigencia”, dice el proyecto del presupuesto del MinHacienda que está en discusión.

El CNE quiere usar esa plata para hacer el preconteo y escrutinio de las elecciones de 2026, algo que históricamente ha sido función de la Registraduría, a pesar de no contar con la capacidad, ni de ejecutar esos recursos, ni con la experiencia y conocimientos requeridos para que su personal pueda realizar una tarea de esa envergadura, que además exige altas condiciones de independencia.

El CNE carece de la autonomía, conocimientos y experiencia para asumir esas competencias y hacerse responsable de la organización electoral en el 2025 y de las elecciones de Congreso y, las presidenciales del 2026, así como de la capacitación de los jurados y testigos electorales, la realización del preconteo, el escrutinio, los softwares necesarios y el personal idóneo requerido. El golpe blando que tanto cacarea el presidente cuando se ve afectado por sus desvaríos, errores e ineptitud en las tareas de gobierno, podría consumarlo el gobierno y con ello hacer realidad sus propósitos de eternizase en el poder, si el Congreso lo avala y el CNE lo realiza.

martes, 10 de septiembre de 2024

El cambio que se nos quiere imponer

Mario González Vargas
Dos años después de su elección a la presidencia, Petro ha logrado encarnar el último eslabón de un sistema democrático a la deriva. Elegido para el cambio, en poco tiempo no supo sino acentuar las dificultades insolutas que carcomían el régimen y potenciar los defectos y las complicidades del ejercicio de la política que había prometido sepultar. Hoy el sistema aparece menguado a los ojos de los colombianos y sin horizonte que permita vislumbrar su posible recuperación.

Los partidos políticos renunciaron al papel que les correspondía y navegan desunidos, sin otra meta que la complacencia de los personales intereses de sus dirigentes y representantes, la mayoría de ellos divididos cuando no atomizados por la procura de las ventajas que la crisis del régimen les pueda dispensar, y afectados por el radicalismo extremo del pacto histórico que hace imposible la concertación en los temas esenciales para la satisfacción ciudadana y la recuperación de los pilares de la democracia.

El mentado cambio se convirtió en la exacerbación de los males del pasado con su cortejo de escándalos, de ineficiencias administrativas que se traducen en reiteradas incapacidades de ejecución, aún de los menos complejos proyectos, que siembran desesperanza en los ciudadanos y erosionan la democracia hasta el punto de dudar las gentes de su legitimidad para responder a sus anhelos de libertad y prosperidad.

La crisis que padecemos quizás supere a las que hemos confrontado en el pasado, no solamente porque se expande en un escenario que clama por cambios que parecen ajenos al debate público, sino también porque además de engalanarse con mentiras y desvaríos por parte del gobernante de turno y de incapacidades notorias en la desmembrada oposición para fijar horizontes y caminos que ofrezcan esperanzas de resolución, se acrecienta el sentimiento de padecer las disonancias de un estado fallido y de una sociedad impotente y desunida. Cada crisis, siempre irresoluta, pareciera condenarnos a vivir en la añoranza de los cambios que no supimos construir.

En las últimas cinco décadas hemos fallado en la consecución de la paz, que se nos ha convertido en la pérdida de soberanía y de control territorial en vastas regiones del país, al amparo de concesiones que paralizan la actividad legitima de la Fuerza Pública. En vez de lograr aclimatar concordia y reconciliación las negociaciones en curso les han dispensado carta blanca a los nuevos supuestos insurgentes para empoderarse con los réditos que ofrece el narcotráfico, la minería ilegal, el secuestro y la extorsión en los vastos territorios que hoy controlan.

La improvisación, la ineficiencia y el radicalismo que caracterizan al presidente y a los altos funcionarios provenientes de su escuela y cantera ideológica, han convertido la tarea de gobernar en pasa tiempo estéril que desconoce los imperativos de las realidades que nos avasallan y en un inútil ejercicio que ni el más avezado gobernante ha logrado resolver, cuando incurre en él, a lo largo de la historia. El histrionismo, para alcanzar algún resultado, debe comportar altas dosis de realismo para no caer en payasada, a la que nos quiere acostumbrar nuestro aprendiz de brujo. Su tarea es otra, la deconstrucción creativa, que le dicta su catecismo ideológico en boga hoy en un mundo desconcertado por la crisis de la democracia que pareciera cansada e indefensa ante la arremetida del progresismo totalitario que hoy inocula universidades, organizaciones internacionales y que en América Latina ha convertido a los países que la practicaron en laboratorios para procesar pobreza y represión. No confiemos en que la errática pobreza ejecutiva de Petro haga de nosotros una excepción.

martes, 3 de septiembre de 2024

El Congreso y la supervivencia de la democracia


Mario González Vargas
Un mes después del inicio de la nueva legislatura sorprende la insólita inactividad del gobierno para presentar los proyectos de ley anunciados y supuestamente concertados con las diferentes bancadas del Congreso. Por el contrario, el presidente ha insistido en sus acostumbradas diatribas que han dificultado convenir con las distintas fuerzas políticas los ejes principales de las diferentes iniciativas, limitándose a buscar efectos propagandísticos que han despertado más inquietudes y zozobras que interés y tranquilidad.

A pesar de la febril actividad del ministro del interior, no se ha logrado disipar el sentimiento de que el manido acuerdo nacional, nuevamente propuesto, ha sido utilizado como instrumento para sofocar escándalos recurrentes y desvaríos del presidente, que suele acompañar de injurias y ofensas en contra de sus opositores, que lindan con la incitación al odio entre los colombianos.

Sensatas y comedidas han sido las respuestas de los ofendidos, proclives a la búsqueda de soluciones a los problemas nacionales más que a disputas innecesarias con las que el presidente pretende aminorar sus personales deficiencias en las tareas que le corresponden como presidente de la república. Ni siquiera los reiterativos problemas de corrupción que afectan al presidente, sus familiares y a algunos miembros del gobierno, ni las acusaciones infundadas a diferentes organizaciones de la empresa privada, han conseguido que los distintos sectores de la vida nacional desistan de explorar acuerdos con el gobierno que son urgentes para impedir el declive de todos los indicadores económicos y sociales del país.

El último ejemplo ha sido el acuerdo logrado por el sector bancario con el que se sustituyeron las intenciones de imponer inversiones forzadas, de tan funestos resultados en la América latina, con el “Pacto por el crédito” que direccionará el crédito hacia sectores productivos en $55 billones de pesos en los próximos 18 meses, confiando, con temores explicables, en la capacidad del gobierno en su debida ejecución.

No obstante, la incertidumbre no amaina ad portas del trámite de sus principales proyectos de ley, que no han sido siquiera objeto de mínimos intentos de concertación y que por ello suscitarán ásperas controversias, como que parecen un catálogo de las pretensiones de hacer del estado el único dispensador y guardián de todos los bienes, servicios, prestaciones y de derechos en la sociedad. Pareciera la formulación tardía y desueta de Lenín y Mussolini y de sus sucesores ideológicos que siempre pregonaron y practicaron la hegemonía estatal en la vida de las naciones, con los resultados desastrosos por todos conocidos.

Confiar en el Congreso se nos ha convertido en un acto de fe de difícil cumplimiento.

La degradación de la política ha erosionado la unidad de los partidos y la vigencia de sus postulados, y convertido a no pocos de sus congresistas en limosneros de las dádivas gubernamentales. Y es en los hemiciclos del Congreso en donde se elegirán los nuevos magistrados de las Cortes Constitucional y Suprema, garantes de la democracia, y se escogerá el nuevo Procurador, vigía del respeto de los derechos humanos y de la probidad de los funcionarios públicos. Podríamos estar jugándonos la supervivencia de la institucionalidad democrática, en vilo por las amenazas a la vida de los magistrados y la renuencia del ejecutivo a cumplir con los fallos que considere adversos a su pretensión de control de todo el andamiaje institucional del país. Confiamos en que los presidentes de Senado y Cámara logren inducir a los partidos a la recuperación de los deberes que les asignan la Constitución y las leyes en el sistema democrático.

Una sociedad de consumo cada día más enferma

Farmacología clínica Vs. Medicina alternativa

Por Bernardo Socha Acosta
El quehacer cotidiano en los planos real (físico) y virtual, nos lleva a desarrollar demasiados pensamientos, que podrían convertirse en enredos mentales, hecho que nos obliga a controlarnos y motivarnos a ejercer una rigurosa selección, para no caer en el surrealismo de los sueños y las fantasías.

Hoy la facilidad de acceder a contenidos especialmente virtuales nos pone en alerta.  Y este preámbulo es para referirme a una carta virtual que tuvo a bien enviarme un destacado galeno, en la cual se refiere a los medicamentos que por estos días escasean y tienen a muchos pacientes al borde de su fin.

Mi colaborador hace varias consideraciones sobre las medicinas que se han convertido casi en un principio de vida para muchos que ya son dependientes de esas sustancias químicas, sustancias que, en el mayor de los casos, mejora temporalmente una patología (enfermedad) y con este resultado aparente de salud, (la mejoría) aparece un número mayor de síntomas y enfermedades.

En esta comunicación me cuenta que, un eminente médico japonés hace duras críticas a la forma como en países como Colombia, donde las medicinas son la fuente de enriquecimiento de los laboratorios farmacéuticos, es al mismo tiempo el karma que mantiene a los pacientes dependientes, en la peor postración, para que cada día sean los mayores consumidores de medicamentos.

El profesional japón deja entrever, -escribe mi corresponsal- cómo en el mundo moderno la medicina no ha evolucionado con la velocidad de la ciencia médica y hay un contraste entre los avances de práctica médica, con la farmacología clínica que se quedó rezagada   frente a la especialidad del facultativo para la formulación de los medicamentos destinados a los seres humanos.

De igual forma el relator de la carta agrega, para complementar las afirmaciones del japones, que los avances en la atención de pacientes, tampoco evoluciona al mismo nivel de las ciencias, porque para enfrentar las diversas enfermedades de hoy, no se han tenido en cuenta, las diversas áreas de medicina alternativa y complementaria que en la actualidad ha surgido, muchas de ellas tomadas de la antigüedad y otras que ya están haciendo carrera con excelentes resultados. Entre las ramas de la medicina alternativa y complementaria -señala- están las terapias energéticas, entre ellas el biomagnetismo y la acupuntura; las terapias biológicas (con plantas); manipulación corporal como los masajes y las ventosas; medicina de cuerpo y mente (hipnoterapia y yoga) y la homeopatía entre otras. Agrega que la oportunidad para llegar a esta clase de medicina alternativa es inaplazable, porque en estas prácticas, en  la mayoría son muy efectivas, al aportar prevención,  alivio y sanación. Muy contrario a la medicina química.  

Y al volver a comentar el apunte del médico japonés, critica duramente algunas medicinas que más que curar enfermedades, son unos causantes del ARRAIGO de la patología tratada y fuente de nuevos síntomas de enfermedades en diversos órganos del cuerpo del paciente.

El galeno japones cita concretamente – agrega- una de las enfermedades arraigadas en el mundo como es la diabetes, que según la Federación Internacional de Diabetes (FID), para este año 2024 la cifra se estiman en 537 millones de pacientes y se prevé que en algo más de cinco años (2030) el número de personas con diabetes aumentará a 643 millones.

El señor japones – dice mi colaborador- recuerda que la diabetes tipo 2 es la más común, pero, lo peor es que la ciencia médica calificó esta enfermedad como incurable, afirmación que fue refutada por el especialista y atribuyó la calificación como una forma de mantener cada vez más el enriquecimiento de las farmacéuticas, para que unos medicamentos -sostiene- como la metformina y pramlintida  puedan seguir siendo los aliados del consumo, medicamentos como tantos otros que alivian (no curan) pero causan un sinnúmero de enfermedades en el hígado, los riñones y el corazón.

Un consejo

La diabetes tipo 2 si es curable (como muchas más) si los pacientes tienen voluntad y llevan una dieta controlada sin bebidas azucaradas, y especialmente contra el exceso de carbohidratos. Una buena dieta sin privación total de alimentos  y la realización de prácticas o disciplinas físicas, normaliza los niveles de glucosa y por ende de azúcar en la sangre, afirma. 

En otro aparte de la carta en referencia, el galeno que me escribe, también apunta al tema de la salud que gira alrededor de la tan cuestionada y obsoleta ley 100 que data de, algo más más de 30 años y sostiene que, está  demostrado hasta la saciedad,  cómo el sistema de salud, NO  se construyó alrededor del paciente, sino ALREDEDOR del lucrativo negocio. Y Eso es lo que han venido defendiendo a capa y espada las autollamadas mayorías en el congreso de la república, auto mayorías que muchos de los colombianos eligen y luego se quejan y culpan a los demás de su suerte.

Finaliza mi consejero remitente de la carta, diciendo que el problema mayor y la causa de enfermedades, tiene que ver con la ausencia del estado en la realización de campañas preventivas, antes que tener que invertir o gastar altas sumas en el tratamiento de pacientes.

jueves, 29 de agosto de 2024

La Comisión de Relaciones Exteriores ante la Historia

Mario González Vargas
Poca atención prestó Maduro y su entorno a las desatinadas sugerencias formuladas por el presidente Lula y Gustavo Petro. Días después, el Tribunal Supremo de Venezuela, apéndice del régimen, pese a la evidencia inocultable del fraude que consumó el Consejo Nacional Electoral al proclamar la victoria de Maduro, convalidó, sin tener competencia para hacerlo, el robo de las elecciones. Amanuenses de la dictadura, los magistrados no tuvieron inconveniente en fundar su decisión en las actas de escrutinio que no divulgaron y que permanecerán ocultas, sin importar las múltiples exigencias de publicidad por parte de gobiernos del mundo y de organismos europeos y del sistema interamericano. El sepulcral silencio de Petro, de Lula y de López Obrador, debería excluir cualquiera otra tarea de esa complaciente troika. Insistir en la divulgación de las actas, que nunca sucederá porque evidencia la derrota del régimen, es inútil y podría leerse como solapada complicidad con la dictadura y su latrocinio a la voluntad política de los venezolanos.

Impávido permanece el régimen ante las legítimas reacciones de gobernantes y organismos internacionales porque entiende que carecen de instrumentos que lo obliguen y confía en su capacidad de valerse de un entorno internacional caótico y divisivo que pueda jugar en su favor. Ello explica su solicitud al Parlamento de aprobar a las volandas una ley contra un supuesto “fascismo, neofascismo y crímenes de odio que sancione a quienes promuevan violencia en el país”. Su aprobación sustentaría la ya anunciada convocatoria de una Asamblea Internacional en Caracas para prevenir y combatir el “neofascismo” en el mundo, que paradójicamente convocaría a todos los numerosos sátrapas que hoy oprimen a sus conciudadanos, cuya solidaridad acentuaría la intervención de Rusia, China Irán y Turquía en el hemisferio, y contaría con la connivencia de organizaciones terroristas como Hamás y Hezbollah. Su lema lo formuló Rodríguez, presidente de la Asamblea de Venezuela: “al fascismo se le enfrenta, al fascismo se le derrota, al fascismo se le aniquila y se le extingue”. El régimen resulta incapaz de mirarse al espejo.

El gobierno de Colombia no puede eludir las consecuencias que implica el terrorismo de estado en el hemisferio. El comentario del sátrapa Maduro a las destempladas sugerencias de Petro, al afirmar que “seguiremos ayudando a Colombia en su proceso de paz sin intervenir en los asuntos internos”, expresa una advertencia de parte de quien cobija en su territorio al Eln y al Emc que no debe someter al gobierno colombiano a la triste condición de contemporizar con su criminal conducta. Tampoco lo deben hacer los partidos políticos y sus dirigentes, porque nada de lo que ocurra hoy en Venezuela deja de afectar a Colombia y a todo el continente. Ni complicidad soterrada ni desatención solidaria son permisibles, cuando los propios organismos del sistema interamericano de derechos humanos califican al gobierno de Maduro de terrorista. Esquivar Petro sus responsabilidades en el cumplimiento de las obligaciones contraídas por Colombia en la defensa de la democracia y de los derechos fundamentales que le son consustanciales, además de constituir un acto reprobable, sugiere inexplicable benevolencia y complicidad ideológica con una tiranía que perdió toda vergüenza en la represión violenta de la mayoría de sus ciudadanos.

Aunque su decisión no obliga, es de esperar que la mayoría de los miembros de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores este martes se inclinen por mantener incólume el apoyo de Colombia a la democracia y a los valores que la sustentan. Ceder a las solidaridades de Petro tiene un precio que la historia difícilmente olvidará.

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