Las obras maestras de la humanidad sobreviven al paso del tiempo y al relevo de las generaciones en cuanto tienen la capacidad de recrear en el imaginario colectivo las conductas y sentimientos típicos de los seres humanos, como el amor, el odio, la traición, la ambición por la riqueza y el poder y todas aquellas otras que preceden y han generado los momentos de felicidad y las desgracias y hecatombes que recuerda la historia.
La Iliada obra inmortal de Homero, el poeta ciego, canta la magna guerra que gira alrededor de los cuernos que gracias a los amores furtivos de la bella Helena coronaron la amplia y despejada frente de Menelao, príncipe aqueo protegido de los dioses del Olimpo pero burlado en su propia morada por París, el osado seductor de mujeres ajenas.
La historia política reciente de Colombia parece traer a la realidad la ficción homérica; esta vez se recrea en el juego tramposo del poder y la política ese episodio tragicómico del Caballo de Troya que el ingenioso Uribe, desde la extrema derecha, logra introducir sigilosamente en las propias entrañas del principal, o talvez el único, partido de oposición al régimen oprobioso que llegó al poder sobre la oleada de violencia y los crímenes del paramilitarismo, cuyas víctimas y desaparecidos se cuentan por miles en las filas de los campesinos y los sindicalistas colombianos.
El papel instrumental y engañoso del caballo de madera le corresponde esta vez al Senador GUSTAVO PETRO URREGO, quien se presta gustoso y alagado para realizarle el trabajo sucio al parauribismo y minar por dentro las fortalezas del Polo Democrático Alternativo, agrupación política legal que encarna las esperanzas del pueblo colombiano para enfrentar la arremetida de la pobreza, la violencia y la muerte que encarna el ideario neoliberal.
El Senador Petro, locuaz e inteligente, es un habilidoso personaje que en su exitosa carrera política ha sabido emplear un florido lenguaje de izquierda para encubrir su ideología de derecha; con sus intentos divisionistas al interior del Polo, el Senador Petro muestra sus pretensiones políticas al tratar de involucrar al Polo Democrático en la batalla ideológica que libra la derecha contra el movimiento armado más antiguo de Colombia que, durante cuarenta años, ha resistido el embate del Estado con todo su poder, apoyado además en su accionar belicista, por el imperialismo norteamericano mediante el ejercicio de la violencia indiscriminada y sin control del modelo paramilitar creado en la década de los ochenta por el Gobierno de Ronald Reagan para desestabilizar la revolución sandinista fenómeno que, en Colombia, lejos de haber sido desmontado se ejerce ahora amparado en la legalidad.
La derecha colombiana es la menos autorizada para impugnar la rebelión armada por cuanto, si bien hace la apología de la democracia electoral, es hábil en el empleo de la violencia para mantenerse en el poder con su saldo trágico de muertos y desaparecidos; para muestra tiene en su haber la eliminación física de los dirigentes y militantes de la Unión Patriótica.
Disiento de los calificativos empleados por CARLOS GAVIRIA para definir al Senador Petro; llamarlo converso es equivocado, el Senador GUSTAVO PETRO siempre ha sido un hombre de la derecha sólo que ahora está mostrando con descaro su verdadera postura política; el Senador de marras está en todo su derecho de defender el proyecto Uribista pero si, aún le queda algo de dignidad debería despojarse del ropaje del Polo y pedir su ingreso en las toldas de los partidos políticos que apoyan al Gobierno; allí, seguramente, sería bienvenido.
Bucaramanga, Septiembre 18 de 2007
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La Iliada obra inmortal de Homero, el poeta ciego, canta la magna guerra que gira alrededor de los cuernos que gracias a los amores furtivos de la bella Helena coronaron la amplia y despejada frente de Menelao, príncipe aqueo protegido de los dioses del Olimpo pero burlado en su propia morada por París, el osado seductor de mujeres ajenas.
La historia política reciente de Colombia parece traer a la realidad la ficción homérica; esta vez se recrea en el juego tramposo del poder y la política ese episodio tragicómico del Caballo de Troya que el ingenioso Uribe, desde la extrema derecha, logra introducir sigilosamente en las propias entrañas del principal, o talvez el único, partido de oposición al régimen oprobioso que llegó al poder sobre la oleada de violencia y los crímenes del paramilitarismo, cuyas víctimas y desaparecidos se cuentan por miles en las filas de los campesinos y los sindicalistas colombianos.
El papel instrumental y engañoso del caballo de madera le corresponde esta vez al Senador GUSTAVO PETRO URREGO, quien se presta gustoso y alagado para realizarle el trabajo sucio al parauribismo y minar por dentro las fortalezas del Polo Democrático Alternativo, agrupación política legal que encarna las esperanzas del pueblo colombiano para enfrentar la arremetida de la pobreza, la violencia y la muerte que encarna el ideario neoliberal.
El Senador Petro, locuaz e inteligente, es un habilidoso personaje que en su exitosa carrera política ha sabido emplear un florido lenguaje de izquierda para encubrir su ideología de derecha; con sus intentos divisionistas al interior del Polo, el Senador Petro muestra sus pretensiones políticas al tratar de involucrar al Polo Democrático en la batalla ideológica que libra la derecha contra el movimiento armado más antiguo de Colombia que, durante cuarenta años, ha resistido el embate del Estado con todo su poder, apoyado además en su accionar belicista, por el imperialismo norteamericano mediante el ejercicio de la violencia indiscriminada y sin control del modelo paramilitar creado en la década de los ochenta por el Gobierno de Ronald Reagan para desestabilizar la revolución sandinista fenómeno que, en Colombia, lejos de haber sido desmontado se ejerce ahora amparado en la legalidad.
La derecha colombiana es la menos autorizada para impugnar la rebelión armada por cuanto, si bien hace la apología de la democracia electoral, es hábil en el empleo de la violencia para mantenerse en el poder con su saldo trágico de muertos y desaparecidos; para muestra tiene en su haber la eliminación física de los dirigentes y militantes de la Unión Patriótica.
Disiento de los calificativos empleados por CARLOS GAVIRIA para definir al Senador Petro; llamarlo converso es equivocado, el Senador GUSTAVO PETRO siempre ha sido un hombre de la derecha sólo que ahora está mostrando con descaro su verdadera postura política; el Senador de marras está en todo su derecho de defender el proyecto Uribista pero si, aún le queda algo de dignidad debería despojarse del ropaje del Polo y pedir su ingreso en las toldas de los partidos políticos que apoyan al Gobierno; allí, seguramente, sería bienvenido.
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Es que lamentablemente estamos viviendo una época nunca vista, en la que muchos, a pesar del látigo, se delitan.
ResponderBorrarEste artículo nos trae una buena moraleja y ojalá que sean muchos los lectores de este documento, escrito por un elocuente abogado que ha gozado de credibilidad y aprecio en los cículos sociales y profesionales. atentamente
Demetrio Silva