Por: John Freddy Meléndez Cárdenas
Comunicador Social-Periodista
Según estudios existen varios factores que inciden en las altas temperaturas que actualmente estamos padeciendo; los informes señalan al fenómeno del niño como uno de los protagonistas, como quiera que ha sido mencionado por décadas cada ocasión que vivimos sequías en el país; pero a esta sofocante historia se suma algo que hemos denunciado desde hace años, la tala indiscriminada y la pésima calidad de los combustibles que envenena el aire.
Los estudiosos del tema hacen registros muchas veces esperados por quienes seguimos estas situaciones, pero no han ido más allá que un mero dato estadístico; la deforestación se abre camino a diario incluso con el permiso absurdo de funcionarios de empresas públicas, que cortan las ramas del mas frondoso árbol con el argumento de “no tapar una fachada o para que no tapen los cables de luz”, situación que además denunciamos en su momento.
Pero es que la culpa es de todos, la ciudadanía se acostumbró a vivir en medio de la polución incontrolada, los constructores se habituaron a deforestar y no reponer árboles luego de sus proyectos habitacionales, los consumidores de combustible jamás exigieron mejores productos hidrocarburos que además les ayuda a preservar sus motores, y para colmo la educación ambiental está marginada de las aulas de clase.
La buena noticia en medio del caos ambiental es que podemos mejorar la situación, la dificultad es que necesitamos de la participación decidida de absolutamente todos; en Santander podemos demostrarle al país y al mundo que podemos seguir un camino sólido hacia el desarrollo, pero con una gran responsabilidad por el planeta y todos sus habitantes.
La política debe jugar un papel principal, en este esfuerzo de unir actuaciones a favor de nuestro deteriorado habitad; se hace necesario la formulación de proyectos que beneficien el medio ambiente, por ejemplo obligar desde las leyes a ahorrar agua y luz, exigir el reciclaje a los municipios para acceder a recursos, proteger zonas como los páramos y los cerros que son fábrica de agua, así como castigar severamente la deforestación rural y urbana, además de incentivar la siembra y conservación de árboles en cada casco urbano de las municipalidades, también elevar los estándares de calidad los combustibles fósiles.
Las ideas para atender esta calurosa urgencia son variadas, sencillas pero aplicables en un mundo de complicaciones siempre absurdas; una manera para empezar es exigir a los constructores a reforestar zonas equivalentes a las que transforman con sus proyectos, por ejemplo hoy se hace mucho más importante sembrar una planta con fines de propiciar el aire, en lugar de sembrar algo con fines decorativos, como es el caso de las palmas que los urbanizadores usan ahora dejando de lado a los frondosos árboles que con estas temperaturas estamos extrañando.
Mi llamado a los gobernantes para que expidan directrices contundentes, con el fin de mitigar esta situación de anormalidad ambiental, propiciada por nuestra propia mano; unidos podemos transformar lo que hoy nos es adverso.
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