ANTES DE QUE LA EMBARRE
Como todos ustedes lo saben, estamos en época pre-electoral y, quién va a creerlo, eso le mueve todos los cimientos socio-culturales al país. Sobre todo en un país donde la política es uno de los negocios más fructíferos del modo de producción capitalista. Yo sé que algunos políticos me van a mirar rayado pero así es. Además, miren bien, yo no le estoy haciendo cargos a nadie en especial. Por el contrario, lo que quiero decirles es que es muy importante participar en el proceso electoral, así sea votando en blanco porque al votar, usted adquiere el sagrado derecho a protestar.
Por eso mismo le advierto que, antes de que la embarre, escoja bien su candidato a la corporación que sea, pero repito, escójalo bien por las razones que le voy a exponer. Colombia es cuatro veces Japón en la extensión de su territorio aproximadamente, pero con sólo un tercio de la población que tiene dicho país que es uno de los más superpoblados del planeta y ese es uno de sus talones de Aquiles. Mucha gente. Colombia en extensión territorial es mucho más grande que cualquier país de Europa exceptuando a Rusia y a Ucrania, y es como cuatro veces Alemania, y España sólo le llega a la mitad. Francia, potencia mundial, tan sólo le llega a la mitad, todos aproximadamente.
Colombia tiene todos los pisos térmicos y costas de más de dos mil kilómetros sobre los dos más grandes océanos. Produce las esmeraldas más bellas del mundo y el café más sabroso del planeta y es la cuarta biodiversidad en el orbe. En agua dulce es cuarto en el mundo y tiene el río más caudaloso del globo: el Atrato. Con esos solos datos tenemos para hacernos la siguiente pregunta. ¿Qué tal que tuviera buenos administradores y buenos dirigentes? Porque a Colombia la tiene matada, como al burro del viejo Nereo, es la corrupción endémica de un gran sector de la clase política. Porque no es toda la clase política, pero sí una abrumadora mayoría de ella.
¿Culpa de quién? De usted amigo elector que el día de las elecciones, por una papa, un trozo de carne y una cerveza, se monta en cualquier yegua vieja llena de tantos resabios que cuando se le ponen la silla para montar, lo único que sabe hacer es pear y tirar pata. Por eso amigo elector, antes de que la embarre, abra bien el ojo hermanito porque como dice en uno de sus escritos el escritor argentino José Ingenieros, “Los pueblos se merecen sus gobiernos”.
Haga un análisis con buen criterio, y con el usufructo de la lógica racional y el sentido de la sensatez, verá que a Colombia no le va tan mal si usted vota bien. Porque si le va mal a Colombia, tenga la certeza científica que le va también mal a usted. ¿Qué no existen políticos buenos y honestos en este país? No señor. Esa no es la respetable progenitora del manso caprino. Mejor dicho, esa no es la máma del chivo. Políticos buenos sí los hay y Santander no es una excepción. Lo que pasa es que hay que abrir bien el ojo y detectarlos. Yo, por mi oficio periodístico de dos décadas, conozco personajes de la política que han hecho mucho por Santander y, por qué no, por Colombia.
El domingo anterior les decía es esta misma tribuna que está por salir mi cuarta novela que tiene como título “El mentiroso más elegante de este país”, y ni me vayan a preguntar quién es porque no se los voy a decir. Es sólo una novela. Pero les repito que en Colombia y en Santander, sí hay políticos que son viables y rentables para los entes territoriales. No obstante, cuenta la leyenda que el rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba. También es cierto que en Colombia y en Santander hay políticos que convierten en excremento todo lo que apenas rozan. Por ahora no doy nombres de quiénes pueden y deben ser los verdaderos representantes de Santander porque apenas empiezo una serie de columnas de carácter puramente político, y dar nombres por adelantado me estaría colapsando la estructura periodística que me he craneado para hacerlo. El otro domingo empiezo personaje por personaje.
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