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martes, 7 de enero de 2014

Medidas contraproducentes

Tomado de la Fundación Atlas
Los controles de precios
                    Por: Gabriel Boragina
Los controles de precios son una de las consecuencias de la inflación. Se trata de una medida política que los gobiernos adoptan para tratar de "solucionar" un problema que ellos mismos han creado, es decir, la inflación, cuando la solución real pasa por el hecho de que los gobiernos no emitan dinero, ni manipulen la tasa de interés.
Los precios son las señales que guían al mercado:
"Por esto es que resultan contraproducentes los controles de precios. Pongamos un caso dramático. Supongamos que se trata de un laboratorio de productos farmacéuticos que vende un producto que resulta esencial para salvar las vidas de cierta población en la que se ha propagado una plaga. Si el gobierno impone precios máximos (es decir inferiores al precio de mercado), lo primero que ocurrirá es que se expandirá la demanda puesto que un precio inferior permite que un número mayor de personas puedan adquirir el bien. Ahora bien, si sacamos una fotografía del instante en que se controlaron precios, debemos tener presente que no por el mero hecho de que aparece un número adicional de demandantes automáticamente se incrementará la oferta. Por tanto, en ese primer momento, habrá un faltante artificial, es decir, habrá un número insatisfecho de personas que tienen la necesidad más el poder de compra y, sin embargo, el remedio no se encuentra disponible."[1]
Es más, la oferta no se incrementará, sino que, por el contrario, se contraerá, en razón del precio político que representa el precio máximo. La creación de esta demanda verdaderamente artificial, lo único que logra es hacer que el precio de mercado del producto controlado sea cada vez mayor. Es decir, empeora la situación de esos mismos nuevos demandantes. Sigue el Dr. A. Benegas Lynch (h):
"En un segundo paso se observará que, debido al precio máximo, los márgenes operativos resultan más reducidos, lo cual, a su vez, hará que los productores marginales (los menos eficientes, pero eficientes al fin según los precios libres) se retiren de esa actividad. Esto es así debido a que los nuevos precios artificialmente impuestos estarán pasando una señal en la que se lee que esos productores marginales se han convertido en ineptos para seguir en ese renglón. Cuanto mayor la diferencia entre el precio de mercado y el precio político mayor será la cantidad de oferentes que serán persuadidos a retirarse. Esta contracción agudiza el faltante artificial con lo que aumenta la cantidad de frustrados que deberán discriminarse según el criterio de los que llegaron últimos a la cola, los más débiles para pelearse o lo que fuere."[2]
Con ello, se afecta a tanto a productores como a comerciantes del renglón. Como se observa con toda claridad, se produce un doble perjuicio, tanto del lado de la oferta como del lado de la demanda. En suma, todos pierden a raíz del congelamiento de precios.
"Aumenta más aún el problema si nos detenemos a considerar lo que ocurre a continuación: el sistema de señales hace que se alteren las prioridades de la gente ahuyentando productores actuales y potenciales del área en la que requiere atención para combatir la plaga. Supongamos que antes del establecimiento del precio máximo, debido al urgente requerimiento de la droga en cuestión, los márgenes en esa área eran del siete por ciento y que el de las camisas era del cinco por ciento. Ahora que se impuso el precio político en el producto farmacéutico digamos que el margen operativo se redujo al cuatro por ciento. Veamos lo que ocurre. Mirando las señales de precios los operadores serán engañados ya que las prioridades se alteraron artificialmente. Ahora aparecen como prioritarias las camisas y en segundo término los remedios de los que hablamos (o tercero, cuarto, según el nivel en el que la autoridad política establezca el precio o más bien número). En resumen, con esta política se produjo una escasez artificial y se logró ahuyentar inversiones del área con lo que, en definitiva, se habrá matado a más personas."[3]
Por obra de "un economista desconocido llamado Ludwig Erhard [que] fue nombrado director económico de las zonas ocupadas por los norteamericanos y los británicos"[4], el despegue de la Alemania de posguerra se debió a la derogación de los precios controlados :
"La revolución de Erhard se llevó a cabo en dos fases. En un primer momento, el 20 de junio del 48, se creó una nueva moneda, el marco alemán. Al día siguiente, mercancías que habían desaparecido porque la gente no confiaba en la moneda volvieron a aparecer. El segundo paso fue más difícil. Erhard sabía que el efecto de la reforma monetaria sólo perduraría si el marco reflejaba el precio verdadero de los bienes y servicios. Eso significaba abolir el racionamiento y los controles de precios, algo que no había sido aprobado por las autoridades aliadas. Aun así, el 24 de junio Erhard siguió adelante con su plan. Los beneficios fueron inmediatos. El dinero reflejaba su verdadero poder de compra. La gente perdió el miedo a vender mercancías y las colas desaparecieron. Los incentivos empresariales se volvieron una realidad, y así comenzó la extraordinaria prosperidad alemana de la posguerra."[5]
En otras palabras, el camino inverso de la prosperidad económica es precisamente aplicar precios controlados a los bienes y servicios. Ello garantizará en muy poco tiempo una fenomenal crisis, y en poco tiempo más la pobreza y miseria más generalizada que pueda concebirse. Máxime si se tiene en cuenta que esta, sólo en parte es una de las pésimas medidas que toman a diario los gobiernos de nuestros días. Sobre todo en la Latinoamérica populista de los Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia y el comunismo castrochavista venezolano.

domingo, 27 de enero de 2013

Pintela como quiera

                                                          TRAFUGARIO
                                                     Por: JOSE OSCAR FAJARDO                                                    
Este el de mi columna debiera de ser, a mi manera de pensar, el titular del editorial de EL TIEMPO del día 21 de enero que en realidad se titula así: A sepultar privilegios. Dicho artículo trata de una de las porquerías  más grandes de las que administrativamente ocurren en este país del sagrado corazón. Y es que La Corte Constitucional tiene que decidir, qué hacer con el Artículo 17 de La Ley 4 de 1992, norma agresiva, antidemocrática y grotesca que ha permitido que congresistas y magistrados se pensionen con el 75% del ingreso mensual promedio que devengaron durante su último año de labores, si a eso se puede llamarle así, sin considerar a cuánto ascendieron sus salarios previos y sus aportes. En uno de sus apartes el artículo dice así: “Por cuenta de esta disposición, sólo el año pasado el Congreso debió destinar $281 mil millones para cubrir las mesadas de menos de mil pensionados.
Pero vengan les reproduzco estas perlas para que ustedes felizmente puedan morirse de envidia tomándose una botella de guarito y escuchando el bolero ese que dice: “Que se mueran de envidia toditos...” Son: 626 congresistas pensionados con $19’998.021 cada uno. 196 magistrados pensionados con $18’640.667 cada uno. Son 11 expresidentes o sus viudas, que así lo hayan hecho muy mal, ganan $22’446.224 cada uno.  Otros 78 exfuncionarios “bendecidos de dios” que ganan cada uno $16’431.845. Como si esto fuera una idiotez periodística o chismografía de comadres rascadas de guarapo, EL TIEMPO del viernes 25 en la primera página titula así: Una bomba pensional de $467 billones en el Estado. Y afirma: “El costo total de pensiones vigentes a cargo del Estado va en 467.2 billones de pesos, dos veces y media el presupuesto nacional de este año”. Lo verraco es que los aportes de estos personajes no llegan al 40%. Ahora miren esta otra perla. De 22 millones de trabajadores que hay en Colombia, sólo se alcanzará a pensionar el 6%, unos 1.5 millones de ellos. A eso se le llama la bomba pensional.
Y observen esta última belleza para que aprendan qué, es “equidad”. Hoy hay 7.8 millones de pensionados y 8 de cada 10 de ellos recibe menos de dos salarios mínimos de pensión. Como ustedes bien pueden ver, apreciar y confrontar los datos que yo les estoy dando, entonces para qué irse al teatro a ver películas de terror. Para completar la dicha, un alto dirigente del fútbol colombiano dijo que, “los futbolistas colombianos son prostitutas con uniforme de futbolistas”. Eso que es un “distinguido dirigente deportivo”. Qué tal que fuera matarife, chofer de taxi o vendedor de raspao. Yo no entiendo es, por qué Colombia figura como uno de los países más felices del mundo. Si acaso porque, como es uno de los países donde más hay reinados y fiestas de todo, entonces la mayoría vive anestesiada de guarapo , chirrinche, jugo de tarántula, ácido de batería, zumo de mapaná y cabirol con calzones de loca.
Si porque de otra manera uno no se explica cómo carajos la gente se mama tantas injusticias y en verdad viven cagados de la risa. Porque en Colombia hay, entre tantas otras, reina de la marimba, reina de la guachafita (y eso es en casi todos los colegios y universidades y algunos entes del Estado) reina de la tángara y la perinola, reina  de la coca, del coco y de los estreptococos, además reina de los diplococos, reina delos patirrajaos, de los pendencieros, de los saqueadores del Estado y hasta de los periodistas. Y no digan que eso no es democracia participativa. 

viernes, 5 de febrero de 2010

Es hora de medidas más que de estadísticas

Por: John Freddy Meléndez Cárdenas
Comunicador Social-Periodista

Según estudios existen varios factores que inciden en las altas temperaturas que actualmente estamos padeciendo;  los informes señalan al fenómeno del niño como uno de los protagonistas, como quiera que ha sido mencionado por décadas cada ocasión que vivimos sequías en el país; pero a esta sofocante historia se suma algo que hemos denunciado desde hace años, la tala indiscriminada y la pésima calidad de los combustibles que envenena el aire.

Los estudiosos del tema hacen registros muchas veces esperados por quienes seguimos estas situaciones, pero no han ido más allá que un mero dato estadístico; la deforestación se abre camino a diario incluso con el permiso absurdo de funcionarios de empresas públicas, que cortan las ramas del mas frondoso árbol con el argumento de “no tapar una fachada o para que no tapen los cables de luz”, situación que además denunciamos en su momento.

Pero es que la culpa es de todos, la ciudadanía se acostumbró a vivir en medio de la polución incontrolada, los constructores se habituaron a deforestar y no reponer árboles luego de sus proyectos habitacionales, los consumidores de combustible jamás exigieron mejores productos hidrocarburos que además les ayuda a preservar sus motores, y para colmo la educación ambiental está marginada de las aulas de clase.

La buena noticia en medio del caos ambiental es que podemos mejorar la situación, la dificultad es que necesitamos de la participación decidida de absolutamente todos; en Santander podemos demostrarle al país y al mundo que podemos seguir un camino sólido hacia el desarrollo, pero con una gran responsabilidad por el planeta y todos sus habitantes.

La política debe jugar un papel principal, en este esfuerzo de unir actuaciones a favor de nuestro deteriorado habitad; se hace necesario la formulación de proyectos que beneficien el medio ambiente, por ejemplo obligar desde las leyes a ahorrar agua y luz, exigir el reciclaje a los municipios para acceder a recursos, proteger zonas como los páramos y los cerros que son fábrica de agua, así como castigar severamente la deforestación rural y urbana, además de incentivar la siembra y conservación de árboles en cada casco urbano de las municipalidades, también elevar los estándares de calidad los combustibles fósiles.

Las ideas para atender esta calurosa urgencia son variadas, sencillas pero aplicables en un mundo de complicaciones siempre absurdas; una manera para empezar es exigir a los constructores a reforestar zonas equivalentes a las que transforman con sus proyectos, por ejemplo hoy se hace mucho más importante sembrar una planta con fines de propiciar el aire, en lugar de sembrar algo con fines decorativos, como es el caso de las palmas que los urbanizadores usan ahora dejando de lado a los frondosos árboles que con estas temperaturas estamos extrañando.

Mi llamado a los gobernantes para que expidan directrices contundentes, con el fin de mitigar esta situación de anormalidad ambiental, propiciada por nuestra propia mano; unidos podemos transformar lo que hoy nos es adverso.
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