Por. Pedro
Gerardo Tabares C.
La
Universidad de Puebla, tuvo un Director
de la facultad de contabilidad y administración del campus de Zelaya–Tierra en
donde, quien entrara quince años atrás como profesor, llegó a rector y debió retirarse
del cargo por haber acreditado falsamente calidades para ocuparlo, de quien uno de los directivos señaló: “Nos duele porque tenemos personal muy
valioso esto es muy desagradable para la institución”, situación que
constituye reflexión
Hacer referencia a una situación como esta, nos hace recordar cómo entre nosotros, al
igual que tenemos influencia cultural de la ranchera,
nos acompañan acontecimientos semejantes. En el servicio al Estado
colombiano se encuentra el señalamiento de requisitos mínimos de conocimientos para
el desempeño de cargos, que salvo los de elección popular, no exigen acreditar
conocimientos con registro estatal, para
recibir primas y dineros que consagran estatutos.
Por ello no es extraño que se obtengan certificados
de enseñanza superior falsificados y feria de los de enseñanza
media.
En este caso,
en nuestro país se dan situaciones que si bien reciben en alguna oportunidad
las sanciones correspondientes, en definitiva se limita el acontecer a ser
noticia en páginas rojas que por lo desgastadas no tienen influencia en el
entorno social.
Surge la admiración de quienes no se han
atrevido a comprar títulos que avezados falsificadores ofrecen.
Esta
modalidad se ha venido revelando, de tal manera que no hay posición estatal que
no haya registrado situaciones de esa naturaleza. Se desvirtúa con esas
actuaciones la falta de escrúpulos en los nominadores, que teniendo amenazas
sobre responsabilidad disciplinaria que jamás se ha dado por la nominación de
personas con documentos falseados se torna en una situación especial que
refleja que una es la seriedad de las leyes, que el ciudadano desprevenido debe
saber por imposición legal, y otra, el desconocimiento por parte de quienes las
aplican, que no se toman el trabajo de leer estatutos y legislación que deben
aplicar a partir de su posesión.
Dentro del
orden normal lo lamentable es que quienes acceden al poder con documentos falsos obtengan lucrarse y lo
guarden para más tarde, mientras que quienes luchan por mejores condiciones
reciben repudio.
En tales
condiciones, volverá a imperar la costumbre y los títulos falsificados no
tendrán apoyo por falta de utilidad.