-----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO
LOS CHOFERES BORRACHOS
No tengo las estadísticas a la mano ni los índices de accidentalidad, y de hecho de mortalidad, de los accidentes de tránsito que ocurren cada minuto que pasa a lo largo y ancho de la geografía nacional de este país del sagrado corazón, y de los Nule y su combo. Pero sí conocemos por simple inspección, porque salta a la cara dada la evidencia, que en un alto porcentaje de los accidentes de tránsito en las calles y las carreteras, mucho tiene qué ver el licor. Y también muchos sabemos a ciencia cierta porque se trata de estudios sin ninguna duda responsables, que Colombia figura como el cuarto país más feliz del mundo, después de Noruega, Finlandia y el cielo que dizque es lo más de bacano. Yo no entiendo cómo y por qué Colombia ostenta este cuarto lugar pero eso confiesan los números y las estadísticas. Lo cierto es que las fiestas y los reinados en Colombia, son como los musulmanes en el mundo árabe: Más bien bastanticos. Se ha deducido científicamente que cuando uno está borracho dizque es feliz, incluidos a los que les da la llorona. También sabemos de sobra que el guarapo y la chicha, aún hoy sigue siendo un componente importante en la cultura alimentaria de muchas regiones rurales y en los pueblos con comportamientos sociológicos similares. En conclusión, el alcohol en forma de licor, tiene un muy amplio uso en casi todos los estratos sociales.
Partiendo de esos hechos reales, entonces uno no se explica que en un país donde el problema del alcoholismo ha avanzado con las zancadas de Goliat, el Senado en plenaria hunda el proyecto que busca castigar con cárcel a los conductores que sean sorprendidos conduciendo en pleno “jarteron” o en camino al “jarterón”, el cual ya cursaba el segundo debate en la citada corporación. Cómo es posible que con una votación de 34 votos negativos contra 25 positivos, la plenaria del senado haya hundido este proyecto que establecía una pena de prisión entre 8 y 30 días dependiendo el caso, para los choferes con algún grado de alicoramiento. Si el proyecto de ley tenía como fin PREVENIR accidentes, señores congresistas, y de hecho heridos y muertos, mutilados y lisiados, señores congresistas. Dónde carajos dejaron la masa encefálica respetados doctores. Si los senadores que votaron para hundir el proyecto son tan inteligentes y tan estudiados, cómo diablos no entienden que la “filosofía de la ley”, es exactamente la persuasión del delito, por dios. Yo encuentro normal que no entiendan la Teoría de la Relatividad porque es que ese verriondo cálculo tensorial es bien matacabezas, o la Mecánica Cuántica de Max Plank por las mismas infelices razones, o la Teoría de Cuerdas para explicar el universo, por las mismas infelices razones. Pero el contenido y los objetivos de esta ley, en lo superficial como en lo profundo, es tratar de convencer al beodito gozón que es mentira que “yo borracho manejo mejor”. Que es para evitar que una persona quede en silla de ruedas, porque una vez en silla de ruedas, de nada vale que al conductor beodito le metan 300 ó 400 años de cárcel puesto que ya nada se puede reparar, máxime si su columna vertebral está convertida en retazos, por decir algo. Es eso. No es más. Y no es que me las esté dando de San Martín de Porres o de San Ignacio de Loyola porque a mí también me gusta la parranda. No señor.
Sólo me gustaría que uno de los senadores que votó para hundir la ley, hablara con una señora que yo conozco y que esperando el bus urbano con sus dos niños de 4 y 6 años, un caballero “jarto como una yegua” se metió a la bahía de espera y se los arrebató para siempre. Ella anda, aparte de las muletas, con secuelas siquiátricas de por vida y él, “Il cavalieri”, 15 años después, muerto de la risa. ¿Qué le diría la señora al senador? ¿Qué cuentos le iría a meter el senador a esa señora? Lo cierto es que yo no quiero estar en esa visita. Pero esa ley hay que aprobarla.
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