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domingo, 10 de abril de 2011

TRAFUGARIO

-----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

LOS CHOFERES BORRACHOS

No tengo las estadísticas a la mano ni los índices de accidentalidad, y de hecho de mortalidad, de los accidentes de tránsito que ocurren cada minuto que pasa a lo largo y ancho de la geografía nacional de este país del sagrado corazón, y de los Nule y su combo. Pero sí conocemos por simple inspección, porque salta a la cara dada la evidencia, que en un alto porcentaje de los accidentes de tránsito en las calles y las carreteras, mucho tiene qué ver el licor. Y también muchos sabemos a ciencia cierta porque se trata de estudios sin ninguna duda responsables, que Colombia figura como el cuarto país más feliz del mundo, después de Noruega, Finlandia y el cielo que dizque es lo más de bacano. Yo no entiendo cómo y por qué Colombia ostenta este cuarto lugar pero eso confiesan los números y las estadísticas. Lo cierto es que las fiestas y los reinados en Colombia, son como los musulmanes en el mundo árabe: Más bien bastanticos. Se ha deducido científicamente que cuando uno está borracho dizque es feliz, incluidos a los que les da la llorona. También sabemos de sobra que el guarapo y la chicha, aún hoy sigue siendo un componente importante en la cultura alimentaria de muchas regiones rurales y en los pueblos con comportamientos sociológicos similares. En conclusión, el alcohol en forma de licor, tiene un muy amplio uso en casi todos los estratos sociales.

Partiendo de esos hechos reales, entonces uno no se explica que en un país donde el problema del alcoholismo ha avanzado con las zancadas de Goliat, el Senado en plenaria hunda el proyecto que busca castigar con cárcel a los conductores que sean sorprendidos conduciendo en pleno “jarteron” o en camino al “jarterón”, el cual ya cursaba el segundo debate en la citada corporación. Cómo es posible que con una votación de 34 votos negativos contra 25 positivos, la plenaria del senado haya hundido este proyecto que establecía una pena de prisión entre 8 y 30 días dependiendo el caso, para los choferes con algún grado de alicoramiento. Si el proyecto de ley tenía como fin PREVENIR accidentes, señores congresistas, y de hecho heridos y muertos, mutilados y lisiados, señores congresistas. Dónde carajos dejaron la masa encefálica respetados doctores. Si los senadores que votaron para hundir el proyecto son tan inteligentes y tan estudiados, cómo diablos no entienden que la “filosofía de la ley”, es exactamente la persuasión del delito, por dios. Yo encuentro normal que no entiendan la Teoría de la Relatividad porque es que ese verriondo cálculo tensorial es bien matacabezas, o la Mecánica Cuántica de Max Plank por las mismas infelices razones, o la Teoría de Cuerdas para explicar el universo, por las mismas infelices razones. Pero el contenido y los objetivos de esta ley, en lo superficial como en lo profundo, es tratar de convencer al beodito gozón que es mentira que “yo borracho manejo mejor”. Que es para evitar que una persona quede en silla de ruedas, porque una vez en silla de ruedas, de nada vale que al conductor beodito le metan 300 ó 400 años de cárcel puesto que ya nada se puede reparar, máxime si su columna vertebral está convertida en retazos, por decir algo. Es eso. No es más. Y no es que me las esté dando de San Martín de Porres o de San Ignacio de Loyola porque a mí también me gusta la parranda. No señor.

Sólo me gustaría que uno de los senadores que votó para hundir la ley, hablara con una señora que yo conozco y que esperando el bus urbano con sus dos niños de 4 y 6 años, un caballero “jarto como una yegua” se metió a la bahía de espera y se los arrebató para siempre. Ella anda, aparte de las muletas, con secuelas siquiátricas de por vida y él, “Il cavalieri”, 15 años después, muerto de la risa. ¿Qué le diría la señora al senador? ¿Qué cuentos le iría a meter el senador a esa señora? Lo cierto es que yo no quiero estar en esa visita. Pero esa ley hay que aprobarla.

miércoles, 2 de junio de 2010

El país votó en paz

HORACIO SERPA

En los últimos cuarenta años los colombianos no habíamos tenido la oportunidad de votar en paz. Lo hicimos el pasado domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales más cortas y atípicas que se recuerden. Unas elecciones marcadas por el fervor de los jóvenes, los debates televisivos y las encuestas.

Conocidos los resultados electorales es evidente que las encuestas fallaron y son perdedoras. No vaticinaron las cifras finales, invisibilizaron a los candidatos “menores” que luego dieron la sorpresa, aumentaron el clima de polarización y llenaron de falsas expectativas a los ganadores de la segunda vuelta.

La realidad demostró que quien lideró durante más tiempo las encuestas resultó debajo del ganador por más del 25 por ciento. El triunfalismo inicial que le dieron los sondeos, la falta de experiencia en cuestiones electorales y errores de comunicación, frenaron la ola verde que muchos llamaron un tsunami.

A pesar de la abultada diferencia entre los dos ganadores de la jornada, habrá segunda vuelta, un logro destacado para el nuevo partido que hace apenas tres meses no existía como opción de poder, ni amenazaba a los líderes más experimentados.

Haberlo logrado es una hazaña para una organización que ha convocado la participación de las nuevas generaciones y se perfila como protagonista de la política en la década que comienza.

Otro resultado es que el Partido de la U se consolida, en desmedro de organizaciones electorales con más de 160 años de historia, con una larga tradición y hondo arraigo popular. El Liberalismo y el Conservatismo hoy están en cuidados intensivos. Ya tendrán tiempo para reponerse. Cambio Radical emerge con un nuevo liderazgo. Y el Polo sigue su batalla por asegurar un lugar digno para la izquierda democrática.

Otro fenómeno fueron los debates televisivos que facilitaron el acceso de los aspirantes a los hogares. Las debilidades de unos y las fortalezas de otros, se evidenciaron. Ello, sumado a la guerra sucia y el miedo, permitieron el reacomodamiento de los electores, muchos de los cuales decidieron su voto en el último momento.

A pesar de los logros del Mandatario saliente, cuya autoridad política se ratificó con los resultados, es grande la tarea que tendrá por delante el nuevo Presidente, porque son muchos los problemas que requieren acción urgente.

La solución del conflicto armado, la corrupción, el desempleo, la crisis humanitaria, el déficit fiscal, el colapso de la salud, la prórroga del proceso de justicia y paz y la integración latinoamericana, son temas urgentes.

Faltan tres largas semanas para definir el destino colectivo. Una decisión histórica. No hay lugar a equivocaciones.

En política lo único cierto es lo que ya pasó. Y como en los partidos de fútbol, el resultado solo se conocerá cuando suene el pitazo final. Cuando ello ocurra, la nación tendrá que reconciliarse y sanar las heridas dejadas por el proceso. No podemos seguir el camino de la polarización, ni el de los odios partidistas. Invito a pensar el voto y decidir en paz.

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