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domingo, 27 de octubre de 2013

Estadisticas para reflexión social

Por: Pedro Gerardo Tabares C.
Las estadísticas de la ONU con referencia a Colombia en la educación nos ubican  en el puesto 78 entre 129 países. El comparativo permite concluir que en materia de educación  queda dentro del montón, sin que trascienda, como no trascendió  el título de Atenas Suramericana para la capital del país.
Eso explica por qué educadores de avanzada de la segunda mitad del siglo pasado, resolvieron cambiar la educación por la tolerancia del desorden al retirar del esquema educativo oficial algo que se llamó urbanidad; concepto desconocido para los nuevos docentes, como se consagrara en norma especial que ordenara en  ley especial no traumatizar al pequeño que  recibe clases en las aulas, y evitar cualquier afección  que le pueda devenir a causa de la utilización inadecuada de vocablos para su tratamiento.
Seguramente que no se alcanzó a prever que hay sobreprotección para los niños y las niñas que concurren a las aulas ante tanta laxitud pueden recoger de su entorno adminículos, como los que pueden utilizar en países en los cuales aún no se refleja el desarrollo tecnológico, debido a que dependen de la minería (oro,   esmeraldas) y tienen condiciones de vida muy inferiores a las muestras, pero que al  sometérsenos a comparativos quedamos homologados sin que sea dable hacer precisión.
Son muchas las referencias que existen al tópico, entre las cuales quedan por establecer científicamente, si para no traumatizar se debe permitir dentro de las aulas el porte de utensilios que esgrimidos se tornan en armas letales, que se pueden portar en los mega colegios en donde con las reformas quitaron la identidad, siguiendo la actualización de equivalencia del ser humano a un número para adecuarlo a la  tecnología que nos permite hacer estas disquisiciones.
Con fundamento en éstas concepciones vale la pena que los estudios de la pedagogía analicen junto con los sociólogos y los psicólogos si la corrección de comportamientos es la que corresponde a nuestro tejido social y sí  llevando al castigo en lugares inapropiados a quienes incurren en violencia intrafamiliar ha dado resultados con la aplicación de las leyes de último cuño, porque sí la violencia en los establecimientos educativos no es la que requiere un país como el nuestro, partiendo de su idiosincrasia, se precisa hacer el giro, previo análisis y proyecciones no exclusivamente demarcados en un tipo legal sino en un término medio de prohibiciones en un país en que las protestas y la indisciplina son orientaciones psicológicas que se dan con regulación asombrosa, pero no sometida a la crítica que uno u otro podamos hacer, sino al análisis sopesado de sí los cambios que se han dado han sido benéficos o por el contrario, es necesario dar un giro para comprender que la Colombia de hoy es el reflejo de aquellas legislaciones de mediados del siglo pasado que nos lleva a un término medio de la educación en estadísticas que sobrepasan el centenar de países para quedar en un término medio donde hay personal con el reconocimiento  ya en las letras o imposiciones de vanguardia para la tecnología del espacio. 

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