Por: Bernardo Socha Acosta
Jamás nuestros connacionales
se imaginaron la crisis por la que iban a pasar en algún momento de sus vidas,
por habitar en un país al que llegaron hace largos años cautivados por algunos
beneficios que a largo plazo se convirtieron en su peor enemigo.
Lo que hoy estamos viendo que
sin duda se traduce en violación de los derechos humanos, es el fruto de muchos
factores de los que, tanto autoridades colombianas como venezolanas son responsables y hoy cuando esa bomba que
se construyó de hace décadas, explota, entonces nos rasgamos las vestiduras, unos,
y otros pretenden sacar provecho haciendo politiquería con el dolor de los
demás y se atreven casi a insinuar tácitamente que los dos gobiernos solucionen
el problema con el sonar de los fusiles. Pero,
qué se puede esperar.
Y es coincidencia, que el detonante para esta crisis, fueran las
bandas criminales que han ingresado a ese país, a las que las autoridades han
llamado “paramilitares”. Ellos fueron los que atizaron y prendieron la mecha
que propició la explosión de deportaciones inhumanas que se ha visto en los
últimos días.
Si bien es cierto que las
autoridades venezolanas han sido despiadadas
y que por unos pagan todos, como dice el adagio, cualquier ciudadano con
tres dedos de frente y sensato, vería que la realidad que se le avecinaba a ese
país, es otra, porque comienza a escasear de todo lo que podía adquirir con la
bonanza del petróleo. Hoy la realidad es otra y quien no lo entienda así está
desactualizado y no espera sino que los colombianos nos enfrentemos con otro
país. Nos pasamos la vida criticando aprovechando los medios de comunicación, pero
no hacemos ninguna acción creativa, por
lo menos la de no instigar.
Es lamentable la suerte que
les ha tocado a esos colombianos que alguna vez avizoraron erróneamente y
vieron con displicencia a su patria; viajaron ilusionados de que jamás
volverían a un país donde para sobrevivir hay que tener suerte, frente a la
cascada de impuestos y muchas injusticias más que se cometen contra cualquiera
que medio trate de sobrevivir y ganarse el sustento honradamente.
Y la suerte de los colombianos en otro país (distinto a Venezuela) no parece ser diferente. Ya conocimos por las noticias lo que ocurrió en Estados Unidos con un candidato presidencial que ordenó sacar a un periodista de una conferencia de prensa, porque insistió en preguntarle cuál irá a ser el tratamiento para los extranjeros ilegales en ese país. Esto nos indica lo peor.
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