Trafugario
Escribe: José Óscar Fajardo
En la revista Semana del 29 de
mayo anterior, el investigador social German Rey hace unas aclaraciones sobre
la cultura colombiana que son tan preocupantes como para entrar uno en estado
depresivo. Bueno, claro que los colombianos somos depresivos desde nuestros
ancestros de español ratero con india violada. A la pregunta ¿Qué ha pasado con
la cultura durante estos 60 años de guerra? Observen lo que el especialista
contestó. “La guerra ha tenido repercusiones en la vida cultural. El despojo de
tierras y el enorme desplazamiento que se produjo en el país tienen
implicaciones en el sentido de pertenencia de las comunidades, su cohesión
colectiva y su identidad. El miedo influye en las expresiones. Las migraciones
del campo hacia las ciudades provocan un verdadero cataclismo cultural, aunque
también mestizajes, y el impacto sobre la vida de los jóvenes es de una
gravedad cultural indudable…”. Con eso tenemos como para chuparnos los dedos,
máxime si tiene en cuenta que de esos desplazados se produce un gran número de
prostitutas, incluso en pubertad, para el consumo nacional y para su
exportación. Madresolterismo de alta densidad de menores de edad. Además, sicarios
de refinada calidad, ladrones de ocho brazos como los pulpos, y como si todo
esto fuera bicoca, grandes legiones de drogadictos y alcohólicos callejeros y
gigantesca cantidad de mendigos y dementes. Y no me vayan a tildar de
“terriblista” pregonero del fin del mundo. ¿Qué están haciendo el Mincultura y
las Secretarías de Cultura y otros entes aledaños en el país? Ya lo había
predicho García Márquez sobre el Mincultura, ha muchos años, y hoy yo lo
reitero: “Serán entes burocráticos al servicio de la política”. Pues ni más ni
más. La mayoría de expresiones culturales de las diferentes subregiones
colombianas paulatinamente han sido, o van siendo borradas del mapa cultural.
Eso, junto con la expoliación de tierras y los desplazamientos, ha ido
fortaleciendo “La cultura del delito”. Se me viene entonces a la memoria la
famosa frase de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del Tercer Reich y mano
derecha de Hitler. “Cada vez que escucho la palabra cultura le echo mano a mi
pistola”. En cambio en Colombia, los
gobernantes que hemos tenido, cada vez que escuchan la palabra cultura, le
echan mano a los fusiles, a los desplazamientos, se inventan una guerra
fratricida de partidos para que se maten los imbéciles, o en su defecto se
inventan un partido de fútbol. Pero la estratagema del partido de fútbol sí que
la pague los dueños de los clubes porque el Estado no tiene plata para eso. Que
le pidan a cervecería Aguila que produce la mayor cantidad de cerveza en
Colombia, y de alcohólicos y delincuentes y de violencia intrafamiliar y de
cuanta desgracia ocurra en los barrios perratas de los niños famélicos y de los
esqueléticos chandosos y las prostitutas impúberes. Porque, hoy por hoy en
Colombia ser escritor, o pintor o artista en general, o gestor cultural, es una
desgracia personal que solo le genera una pobreza que lo ha de llevar a la
tumba. O en su defecto, problemas personales y de orden político porque usted
es un “comunista” peligroso y le van metiendo la bala. Y que su familia lo
llore y lo entierre si es que tiene con qué. Si no, que regalen su cadáver a la
facultad de medicina para que le estudien el cerebro y averigüen por qué fue
tan bruto, y los testículos para saber porque fue tan bolsón. Nos podría estar
dando respiración artificial el proceso de paz. Pero pensar que hay una cáfila
de políticos “intelectuales” adictos a la guerra.
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