Nadie le puede arrebatar el derecho a los colombianos de vivir en paz
Por: Bernardo Socha Acosta
Aunque no es normal mirar para
atrás, pero si es importante revisar la historia para poder hablar con madurez o
razón y mucho más cuando se trata de abordar un tema que compete a todos y que
está consagrado como un deber y un derecho, en la Constitución de nuestros
país. Hacer lo contrario es violar
nuestra institucionalidad y mucho peor si la violación proviene de quienes se
alimentan del erario nacional. Porque es que atropellar la Constitución negándole
al país el derecho que tiene una sociedad a disfrutar de esa gracia sublime como
es PAZ, parece horrendo e increíble.
Escuchando con atención las
intervenciones de los jefes de las partes del proceso de paz, durante la firma
del cese bilateral del fuego y las hostilidades, encontré
elementos suficientes para rememorar,
quiénes son los responsables de
la guerra que Colombia ha vivido hace
más de 50 años. Y nadie puede negar que los directos responsables, no son precisamente
las guerrillas, sino los partidos políticos que a través de sus fracciones rezagadas de liberales y
conservadores propiciaron el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, en su afán desaforado de cerrarle el camino
para que no llegara a la presidencia de
la república. Si no hubiese ocurrido esa tragedia (el asesinato de Gaitán) no
habríamos vivido en Colombia esos largos años de violencia que aún algunos muy pocos al parecer facciones
de esos partidos políticos que se quedaron atrás pensando que con las balas es
como se arreglan las diferencias, intentan que la confrontación continúe.
Pero esos grupúsculos que se
quedaron con la ideología de la guerra del Siglo pasado, quieren hoy que la violencia continúe, no se sabe,
movidos con qué intereses, pero por fortuna, no son de ese pueblo que sufre las
adversidades de un país donde dominan los poderes económicos; los que quieren
que siga la guerra son para desgracia del país, esos que se nutren de las arcas
nacionales en posiciones privilegiadas que directa o indirectamente el
pueblo les ha confiado creyendo erróneamente que son sus voceros ante las instituciones gubernamentales.
Y si seguimos repasando la
historia de Colombia, de los últimos 50 o 60 años, encontramos muchos motivos
para enjuiciar, de centenares de crímenes a los violentos de esas fracciones
políticas de liberales y conservadores que con el afán de devorar las primeras
posiciones del estado han pasado por
encima del pueblo realizando las más horripilantes matanzas que han dejado tanto
las guerrillas, como lo llamados paramilitares.
Y si los más caracterizados historiadores afirman, que la violencia en Colombia es una
de las más largas de América Latina, por qué insiste ese reducido número de
colombianos en que siga la violencia. Pero lo peor es que esos “jerarcas” políticos
que se nutren con los dineros del pueblo,
tratan de influir, y se mal entonan
criticando el proceso de negociación entre el estado y los violentos, así
sea afirmando hasta mentiras e intentando dividir al país, con artificios o
engaños a los colombianos que apenas son víctimas de esos grupos políticos.
Pero ellos lo que buscan son incautos que les asegure una nueva y próxima
elección ante los cuerpos colegiados y hasta el primer cargo de la nación. El afán desbordado del futuro político que les
espera, es el factor que los motiva a seguir buscando el respaldo popular, a
través de la sátira y la socarronería, pero lo peor, poniendo en riesgo ese
deber y derecho de los colombianos a vivir en paz, al parecer siguiendo una
errada, atrasada y vieja historia
romana, de dividir para triunfar. Esas
viejas mañas, les debería traer como resultados, que el pueblo les pase la cuenta de cobro en
futuros procesos electorales, para que no sigan intentando revivir la
sangrienta violencia que tiene cansados a los colombianos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario