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viernes, 21 de enero de 2022

Defender la prevención del covid es civilización

Por Bernardo Socha Acosta
Todas las medidas que se tomen para garantizar la salud de una sociedad y máxime cuando se trata de impedir la propagación de una pandemia, deben ser bienvenidas por todos los que nos consideremos personas cumplidoras de los derechos y deberes, viviendo en una era de la civilización.

Hay muchas disposiciones sobre la materia, pero tal vez se sintetice en “el derecho a la salud” que consagra la OMS.

La Constitución de la Organización Mundial de la Salud encabeza su tratado diciendo: 'La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades'.  

Y para referirnos, no del exterior, sino de nuestro país, Colombia, la Constitución de nuestra Patria en su artículo 49 reseña: “Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su comunidad”.

En ese sentido las autoridades de salud están en la sagrada obligación de tomar todas las medidas que estén al alcance para impedir al máximo que las personas se enfermen y mueran de alguna patología y con mayor, cuando se trata de una pandemia como la que está viviendo el mundo  con el coronavirus.

Velar porque la comunidad no se contagie del virus Covid 19 o cualquier otra epidemia, debe estar por encima de cualquier consideración, dogma o creencia. Obligar a las personas para que no sean un medio de transmisión de contagio, no es ninguna violación de los derechos humanos o del libre albedrío. Quién dijo esa mentira que raya con la hipocresía y llega hasta el fondo de la peor ignorancia, retrocediendo seguramente a la era de las cavernas.

Obligar a una comunidad a irradiar la buena salud, y repeler el mortal contagio, es un acto de civilización social y es un hecho de perfección humana. No hacerlo sería retroceder.

Por eso la mejor forma de impedir la transmisión de un virus mortal es la prevención y dentro de la prevención está la serie de medidas que incluye la vacunación como la mejor herramienta para ser inmunes, quizás no para sellarnos definitivamente, pero si para bajarle la agresividad, debilitando el virus para que nos lleve a la postración, no nos deje tantas secuelas, o finalmente lo más triste, que no nos lleva a la muerte anticipada.

Podemos pensar entonces, que no vacunarnos es un desafío a la muerte y recordemos que la vida es una sola. Cuántas personas anti-vacuna han sido atacadas por la mortal enfermedad y al encontrarse en grave riesgo, piden que las vacunen, pero infortunadamente ya es tarde…

bersoa@hotmail.com

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