Los tratadistas
de la sicología afirman que la antipatía (resentimiento) es un sentimiento que
no busca que a uno le vaya mejor, sino que al otro le vaya peor.
Eso fue lo
que todos pudimos observar la semana pasada cuando un aspirante a la
presidencia de Colombia se entrevistó con el Papa Francisco en el Vaticano. No
se demoró en publicarse la noticia cuando cada uno de los críticos y fuentes de la envidia salieran con
su insidia mordaz para expresar el
resentimiento y hasta decir que, ‘ojala no se le olvidara confesar sus pecados,?
olvidando el pasaje bíblico que, “el que NO los tenga que arroje la primera
piedra”. Nos preguntamos, quién de los
que ha venido ocupando cargos públicos, no tiene faltas. No creo que haya uno
solo que no los tenga y muy graves, o gravísimas. Porque, no estén pagando
culpas en una cárcel, no significa que sean unos santos inocentes.
Pero este es uno de tantos casos que los colombianos hemos podido vivir, escuchando a nuestos jerarcas de la vida pública rasgándose las vestiduras y sollosando de resentimiento por la vida de los demás.
Y, podemos entender
así que, el resentimiento que aflora
en cada momento entre quienes tienen importantes obligaciones de estado, no los
deja tranquilos y por ende no los deja hacer las cosas como debiera ser, y los
que pagan los platos rotos son los colombianos.
Y de esta
peste del resentimiento no escapa la
mayoría de los que aspiran a gobernar al país. Da grima ver a la mayoría de quienes se dicen dirigentes
con aspiraciones presidenciales, o al
Congreso de la república y otros entes, que se les ve en su actitud y pronunciamientos,
cómo el resentimiento, la envidia, el odio por sus rivales y el deseo de
venganza afloran a cada momento. Con qué espíritu creativo llega una persona de
estas a formar parte de órganos del estado, o a ocupar cargos de las tres ramas
del poder público, si están consumidos por sendos factores negativos.
Cuando se
hace este tipo de análisis, llegamos a concluir de que, sería muy saludable que
quienes ocupan cargos públicos o aspiran a ocuparlos, hagan un examen, en qué
falta capital están incurriendo, para que tengamos unos verdaderos apóstoles
del servicio que represente a un pueblo habido de mejores días. Veamos en qué
incurrimos: la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula,
la pereza... y quien sabe en qué más.
bersoa@hotmail.com
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