domingo, 6 de febrero de 2022

Aflora el resentimiento por el éxito de los demás

Por: Bernardo Socha Acosta
Nada más sabio que, la envidia es la madre del resentimiento y la madre de todos los vicios. Y sin duda este defecto de las fallas capitales, se junta con los que hacen el papel de “fariseos” y a pesar de tener responsabilidades en la vida pública dejan sus obligaciones para ocuparse negativamente de lo que no deben hacer, como menospreciar el éxito de los demás.

Los tratadistas de la sicología afirman que la antipatía (resentimiento) es un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor, sino que al otro le vaya peor.

Eso fue lo que todos pudimos observar la semana pasada cuando un aspirante a la presidencia de Colombia se entrevistó con el Papa Francisco en el Vaticano. No se demoró en publicarse la noticia cuando cada uno de los críticos y fuentes de la envidia salieran con su insidia mordaz  para expresar el resentimiento y hasta decir que, ‘ojala no se le olvidara confesar sus pecados,? olvidando el pasaje bíblico que, “el que NO los tenga que arroje la primera piedra”.  Nos preguntamos, quién de los que ha venido ocupando cargos públicos, no tiene faltas. No creo que haya uno solo que no los tenga y muy graves, o gravísimas. Porque, no estén pagando culpas en una cárcel, no significa que sean unos santos inocentes.

Pero este es uno de tantos casos que los colombianos hemos podido vivir, escuchando a nuestos jerarcas  de la vida pública rasgándose las vestiduras y sollosando de resentimiento por la vida de los demás.

Y, podemos entender así que, el resentimiento que aflora en cada momento entre quienes tienen importantes obligaciones de estado, no los deja tranquilos y por ende no los deja hacer las cosas como debiera ser, y los que pagan los platos rotos son los colombianos.

Y de esta peste del resentimiento no escapa la mayoría de los que aspiran a gobernar al país. Da grima  ver a la mayoría de quienes se dicen dirigentes  con aspiraciones presidenciales, o al Congreso de la república y otros entes,  que se les ve en su actitud y pronunciamientos, cómo el resentimiento, la envidia, el odio por sus rivales y el deseo de venganza afloran a cada momento. Con qué espíritu creativo llega una persona de estas a formar parte de órganos del estado, o a ocupar cargos de las tres ramas del poder público, si están consumidos por sendos factores negativos.

Cuando se hace este tipo de análisis, llegamos a concluir de que, sería muy saludable que quienes ocupan cargos públicos o aspiran a ocuparlos, hagan un examen, en qué falta capital están incurriendo, para que tengamos unos verdaderos apóstoles del servicio que represente a un pueblo habido de mejores días. Veamos en qué incurrimos: la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza... y quien sabe en qué más.  

bersoa@hotmail.com

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