El vil asesinato de policías es una tragedia nacional
En 54 ciudades se hicieron homenajes a los policías caídos. 27 escuelas de formación llevaron a cabo solmenes y sobrios homenajes. Dijo el presidente Iván Duque: “Estos bandidos han siempre tratado de asesinar a la Fuerza Pública: el año pasado fueron más de 80 policías (...) el país quiere a su Fuerza Pública, la admira, la lleva en el corazón y nosotros a la policía la seguimos defendiendo a ultranza”. Roy Barreras, líder del Pacto Histórico y presidente del Congreso, dijo que “la Policía está siendo sacrificada de manera vil y cobarde por el Clan del Golfo, lo que merece una contundente respuesta del Ejército. El Clan se equivoca si cree que la intención de hacer la paz completa los autoriza para asesinar cobardemente a los policías de Colombia”. Así debe ser. Ante la violencia irracional, las autoridades tienen que hacerse sentir. Ya han aumentado las recompensas, ya se han enviado más operativos a las zonas de conflicto.
Aun así, queda el sinsabor de que los eslabones más débiles de la cadena siempre son colombianos de escasos recursos cuyas muertes son tomadas como bajas en combate. Nos ha insensibilizado a tal punto la violencia, que la muerte sistemática de miembros de la Fuerza Pública no se asume como una tragedia nacional. Escuchamos el eco del plan pistola de Pablo Escobar, cuando durante un año mandó a matar a más de 400 policías, y la atención del país parece estar en otra parte. No hay paz sin los policías y militares que están en las calles jugándose la vida por la democracia colombiana. Merecen respeto, merecen protección, merecen acompañamiento.
Nos unimos al duelo de las familias de los policías caídos. También abrazamos a todos aquellos miembros de la Fuerza Pública que insisten en su labor a pesar del temor, de las amenazas. Ellos son, no podemos olvidarlo, la línea de contención de la violencia irracional, la pesadilla de quienes creen que pueden hacer con el país lo que se les antoje. Hoy los honramos.
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