Tomado de la Revista Encuentros
Por: Carlos Guillermo Martínez Gómez - Periodista
Petro extremista?, ¿el progresismo extremista? Aunque en los hechos de gobierno Petro no ha mostrado el extremismo que le señalan, la derecha y el centro cancanean ese discurso malintencionado, muchas veces disfrazado de sesudo análisis por parte de pretendidos catones y sacerdotes de la moral, que no son más que sirvientes intelectuales de una derecha retorcida e ignorante hasta decir no más.
Lo que no entienden estos desarrapados del conocimiento, es que su insistencia en la mal habida hipótesis, sólo sirve para evidenciar más su temor, este sí bien fundado, de que van a llegar con fuerzas raquíticas a las presidenciales de 2026. La vorágine judicial que recorre su hoy desvencijado líder que, mientras pudo, abusó del poder en todas las formas posibles e imposibles, la carencia evidente de un candidato serio y la erosión sin freno de sus cuadros regionales, llevan a la derecha más radical a querer, como recurso desesperado, bajar a Petro al fondo fangoso de su propio extremismo, para tratar de equilibrar las fuerzas, aunque todo sea una simple apariencia: eso a ellos no les importa.
Pero, si bien Petro ha sido radical en la defensa de su gobierno, no lo ha sido en sus actuaciones presidenciales, sobre las que ha guardado compostura constitucional e irrestricto sentido democrático, aunque la algarabía de los medios trate de hacer ver otra cosa, junto con ciertos figurines fascistoides en las redes para que los perros de presa sigan royendo el hueso del cuento radical, al que pegan como hormigas a varios miles de despistados que aún rezan la epístola uribista del odio y la violencia.
Pero, si sólo repitiendo la patraña el uribismo podría ser un competidor de mediana importancia dentro de algo más de un año, el centro, ese atolondrado reducto de la política que se quiso apropiar de la verdad, la moral y el poder mediante sentencias con tono bíblico con el que dicen pendejadas, como Sergio Fajardo, y adoran ídolos de barro, como Claudia López, ese centro, pues,
disimuladamente se pega a la patraña y sin llamar extremista a Petro lo señala de tal para tratar de tumbar competidores con las esquirlas del ataque derechista: pero eso a ellos no les importa.
El centro tendrá que jugarse un triple salto mortal, porque luego de entender que la actitud torticera y traidora de sus alfiles en el congreso y de sus líderes, como la exalcaldesa de Bogotá y su esposa, les han hecho perder toda opción con la izquierda, a lo que se suma el desencanto de los centristas más ecuánimes y decentes, se han ido por la rapiña en ese universo de godarria desalentada, alienada y visceral que responde a los estímulos y no a las ideas, una dinámica que López conoce y le ha dado dividendos tan suculentos como la alcaldía capitalina.
Es difícil pensar en una alianza del centro y la derecha, pero, aunque ocurriera entre los dirigentes de una y otra tendencia, es también muy difícil pensar que los electores se olviden de las recientes rencillas entre verdes y uribistas, como para que lo que se firme en una cumbre, se materialice en las urnas.
De todos modos, hoy el objetivo es convencer a los colombianos de que Petro y el progresismo son el polo extremista y no ellos, lo que no es más que otro de los tantos saltos al vacío a los que la derecha le encanta lanzar al país entero, así cuando se toque fondo sea para desnucarnos todos en ciclos colosales de violencia, dolor y miseria: pero, eso a ellos tampoco les importa
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