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martes, 12 de enero de 2010

Crímenes de lesa humanidad


HORACIO SERPA

Desde hace más de 50 años, Colombia viene padeciendo la más cruenta guerra irregular de su historia. La sangre ha corrido a borbotones y se cuentan por miles las víctimas de esta horrible noche de dolor y exterminio. Nada parece detener el conflicto interno. Las cifras son elocuentes y los grupos armados irregulares se multiplican, al igual que el número de desplazados, viudas, huérfanos.

El más doloroso episodio de esta confrontación que protagonizan paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes contra el Estado han sido los llamados falsos positivos, que es un eufemismo creado para enmascarar las ejecuciones extrajudiciales de jóvenes de escasos recursos, provenientes de las barriadas de las principales ciudades, a quienes traficantes de personas vendieron, para ser ejecutados y presentados ante la opinión pública como positivos en la lucha contra la guerrilla y los paramilitares.

Muchos de esos crímenes fueron anunciados ante los medios de comunicación, como un parte de victoria, para mostrar los avances de la llamada seguridad democrática. A cambio de esas bajas, supuestamente en combate, algunos militares recibieron condecoraciones, permisos y ascensos. Y los “informantes” que permitieron dar de baja a los “bandidos” recibieron jugosas recompensas.

“Todo iba bien” hasta que el valiente Personero de Soacha, Fernando Escobar, denunció ante los medios de comunicación que 12 jóvenes asesinados en Ocaña, Norte de Santander, eran gente humilde, engañada, a quienes les ofrecieron trabajos en fincas y poblados.

El país se ha acostumbrado a ver los rostros adoloridos de las madres de esas víctimas, pidiendo justicia, verdad y reparación. La última de sus apariciones ante los medios, se ha dado por una noticia que tiene a las organizaciones de derechos humanos, a las ONG internacionales y a los organismos multilaterales indignados y con los pelos de punta: la liberación de 17 militares capturados y juzgados por esos crímenes de lesa humanidad, a quien un juez sacó de prisión por vencimiento de términos.

Las madres de Soacha se han sentido abandonadas ante un Estado que parece proteger a los agresores y no a las víctimas. Y no solo eso, denunciaron que han arreciado las amenazas de muerte en su contra, provenientes de quienes quieren que este delito quede impune y esos muertos no tengan dolientes.

Hay que alzar la voz, una vez más, para exigir que en Colombia se respeten los derechos de las víctimas y haya justicia. Quienes cometieron tan graves delitos no pueden reírse de la justicia por las fallas del sistema penal acusatorio, ni por la desidia con que muchos toman este tipo de casos, que son aberrantes y lesionan gravemente la democracia.

La Corte Penal Internacional está tomando atenta nota de estas decisiones y ha anunciado por todos los medios a su alcance que Colombia es candidata para ser sometida a esa jurisdicción. El caso de los falsos positivos es un prototipo perfecto para demostrar que la justicia internacional será implacable frente a quienes cometen esa clase de conductas que avergüenzan a la humanidad.
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martes, 20 de enero de 2009

SUMERGIDOS EN EL CAOS



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Por: GERARDO DELGADO SILVA

Creo Que no me equivoco, al afirmar que nos encontramos en una etapa histórica, análoga al régimen típicamente fascista de Augusto, que mantuvo intactas todas las Instituciones republicanas, pero vaciándolas de todo contenido y poder. Asumió, la defensa del monopolio territorial de la aristocracia romana basado sobre la explotación de los esclavos, la pauperización creciente de las masas campesinas y la vida miserable de los proletarios.

Desde Ronald Reagan, cuando se entronizó la cínicamente llamada “Democracia Neoliberal”, en el imperialismo norteamericano, se han destruido muchos valores en países en desarrollo como el nuestro, con obsecuente servilismo de sus gobiernos al genocida Bush, trillizo de Hitler y Stalin, “Demonios de la Perversidad”, si nos remitimos a Edgar Allan Poe. Bush, le ha legado a la historia, un cataclismo moral, terrorífico, económico y social, a lo largo de su mandato, que felizmente agonizó.

Como en Roma, ahora, se trata de salvar y asegurar “el capital monopolista”, pilar y dueño de la producción burguesa, “que no promueve el bien común”; empero, exacerba las desigualdades, con la “globalización”, orientada por el Fondo Monetario Internacional y las demás organizaciones internacionales. Todas, iluminadas por la sabiduría sobrenatural del mercado, que reaparece con las políticas “neoliberales” del consenso de Washington, y las teorías de la Escuela de Chicago, o “Fundamentalismo de Mercado”. “Lo que se llama globalización –dijo Henry Kissinger, sin ambages es en verdad otro nombre de la posición dominante de los Estados Unidos”.

Es una forma totalizante de un darwinismo social, ajeno a la solidaridad, que tan trabajosamente ha construido el hombre.

Cualquier persona en el mundo lo sabe: las políticas neoliberales nada han servido a un propósito público. Aquí, solo existen intereses particulares, el lucro individual, el desprecio de los humillados y ofendidos. Está concebido opresiva y mezquinamente, para mantener a las grandes mayorías, en el abandono, la postración y la indignidad universales. Es una estrecha franja de poderosos insensibles, dueños de los países como el nuestro. Es este, el mundo de la “injusticia globalizada”, como dice acertadamente Saramago.

Sorprende, que la evidente catástrofe del poder económico y financiero, sea análoga a la ocurrida en el mundo que lo llevó a la Gran Depresión de los Años 30, y que se prolongó durante muchos y amargos años.

Bajo el Neoliberalismo, la intervención del Estado en la economía, ha sido sustituida por la de la economía en el Estado, para convertirlo en alcahueta de la codicia y de la venalidad. Es lo que Stiglitz, denomina “capitalismo de compinches”. En aquellas calendas, el gobierno estadounidense, identificó como ahora, el bienestar de la nación con el de los hombres de empresa.

Es la misma espléndida fachada de prosperidad, sumida en unos cataclismos que han truncado la abundancia y el optimismo de los Estados Unidos. Casi de la noche a la mañana, la espiral inflacionaria alcanzó su fatídica cifra máxima – la funesta contracción – que está dando lugar a la espiral deflacionaria, igualmente vertiginosa que se extiende por todo el mundo.

La prosperidad se está ahogando a si misma. Y existen suficientes datos para advertir lo dicho por Marx, respecto al movimiento dialéctico de la historia y de las estructuras económicas. Efectivamente, afirmaba que cada época histórica o cada estructura económica lleva en si y alimenta, los elementos de su disolución, provocadores de su inversión: la economía esclavista parió de su seno al feudalismo, que la mató; el feudalismo, a la burguesía, que lo destruyó. Y ahora, es el mismo régimen capitalista, que con su neoliberalismo, engendra su negación. The Economist, expresó que: “los mayores enemigos del capitalismo son los capitalistas que abusan del poder ilimitado”.

De esta marcha hacia el ocaso, James Galbraith expresa: “el experimento Neoliberal es un fracaso” (La Crisis de la Globalización. Ensayo 1999).

Es la inevitable conclusión ante la irracionalidad, del mercado que actúa enloquecidamente, si se le deja, en absoluta libertad, como lo predica el Neoliberalismo, el consenso de Washington y el Fondo Monetario Internacional.

Las bellas palabras de nuestra Constitución Política, que consagran un Estado Social de Derecho, se han quedado sin alma y sin medios para obrar y garantizar que lo que se dice en ella, es lo que se cumple, lo que se impone, lo que no se tolera que sea violado, porque cuando así ocurre, la convivencia es imposible. Está nuestra Carta, desfigurada por la desregulación económica, y la reducción de las obligaciones sociales del Gobierno de Uribe, que acentúa asimetrías, exacerba desigualdades, fomenta marginaciones, concentra escandalosamente la riqueza, con la filosofía del “Estado Chico y Fuerte”, y el contubernio insolente, entre política y negocios incluyendo paramilitares, en nombre de la libre empresa. Es el Estado gendarme que nos correspondió vivir.

De otra parte, “la soberanía” que reside en el pueblo, y la “democracia participativa” quedan dislocadas, pues no tienen efecto alguno sobre el único poder que gobierna al mundo y por lo tanto a Colombia. Es decir, las empresas transnacionales.

Pero no solamente lo rigen con la “injusticia globalizada”, violatoria de los Derechos Humanos, que niegan la dignidad y la democracia, con sus crímenes económicos, sus latrocinios emponzoñados, sino que promueven, como por ejemplo, la multinacional bananera, Chiquita Brans, la financiación y conformación de grupos paramilitares, que han perpetrado innumerables masacres, crímenes de lesa humanidad, en campesinos y sindicalistas inocentes que se quieren olvidar.

Lo cual significa que, la crisis económica y financiera, descorre el velo de unos estados antisociales, y que por tanto, como sentenciaban los romanos: “La corrupción es lo mejor de lo peor”.

Por fortuna para la humanidad, se han dado cita grandes destinos, con la Presidencia de Obama, para vivir de cerca la esperanza de verdad, fraternidad y justicia Volver a Inicio >

viernes, 29 de febrero de 2008

Crímenes de lesa humanidad



Por ALirio Gomez M

Hace pocos días tuve la ocasión de leer una información generada en una reiterada y cínica mentira de las FARC. En ella la organización narcoguerrillera, vergüenza para Colombia, aseguraba por Internet que ellos "no reclutaban menores de edad". Todo parece indicar que con esa falsedad tratan de tapar el sol con las manos y de esa forma eludir su responsabilidad internacional frente a los crímenes de lesa humanidad que el reclutamiento de niños genera y por los que tarde o temprano tendrán que responder. Lo impresionante es que el problema no solo afecta a Colombia, también a Venezuela, Brasil y Ecuador.
"Por lo menos 14 mil niños colombianos hacen parte de los grupos armados ilegales; una suma que anualmente crece", dice el informe de la Misión Diplomática Internacional Humanitaria Ruanda 1994, correspondiente al año 2008. Aquí tiene un agravante: "…mientras los grupos armados ilegales reclutaban menores a partir de los 12 años, la edad de incorporación se ha reducido y ahora hay niños reclutados desde los seis años de edad", revela el aterrador documento. "Será presentado en Londres y servirá de base para denunciar los hechos ante la Corte Penal Internacional para su juzgamiento como crimen de lesa humanidad".
El argentino Sergio Tapia, presidente de la organización para América Latina, dijo que "la situación es crítica, especialmente en las zonas de frontera con Venezuela, Brazil y Ecuador, donde los grupos incorporan a la guerra, de manera forzosa a niños indígenas o afrodescendientes. Las FARC tienen la mayor responsabilidad. "La mayor parte de menores en la guerra corresponde a niñas, que no solo están en trabajos serviles sino que son tratadas como esclavas sexuales, como mujeres de los comandantes y obligadas a abortar en muchas oportunidades", dentro de lo que Tapia llama "una guerra prostituta que ahora solo tiene interés económico".
Entre creerle a las FARC o a la Misión Diplomática Internacional Humanitaria Ruanda 1994, el gran grueso de la humanidad le cree ala segunda organización. Posiblemente Chávez y Ortega, presidentes de Venezuela y Nicaragua sean los únicos que le den fe a las narcoguerrillas Colombianas. La afirmación de que las FARC no reclutan menores de edad no satisface a nadie, es lo mismo que cuando dicen que las FARC no secuestran ni atacan civiles y que no son terroristas sino tímidos y sacrificados "activistas políticos" que nada tienen que ver con el narcotráfico. Con mentiras no se pueden hacer desaparecer los crímenes de lesa humanidad.
Ahora, "Reclutarlos no es solo ponerles un fusil, pues la mayor parte están destinados para actuar como mulas del narcotráfico. La cifra de los niños en la guerra crece año por año en Colombia, que ocupa lugar preferente y preocupante en el escalafón mundial. Ya no son armados ilegales, como se creía, sino grupos narcoarmados". Regresar Inicio o Titulares

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