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jueves, 11 de abril de 2013

El fomento del caos

                                         Por Gerardo Delgado Silva 
Cuando se llega a la cúpula de las altas posiciones del Estado, aún en el caso insólito del Señor Pastrana, no se puede ser ligero, ni ingrávido, en el sentido moral del vocablo.  Tanto menos si se procede bajo la presión de voces extrañas, en las que interviene también el Señor Uribe, que sólo ha prohijado la guerra, sepultando también muchos de los valores sobre los que se había construido el sistema general de la vida de la humanidad a lo largo de los siglos: el tejido mismo de la civilización contemporánea.
Ahora, con las críticas acervas del Señor Pastrana a los diálogos de paz, quiere que se desplome el espíritu de fe y confianza que alumbra el país para gozar de convivencia.  Es la consecuencia en ambos señores, de políticas abyectas, que hay que remediar. El mito del futuro les impide vivir.
Los griegos inventaron la noción del destino, que hace de los hombres monigotes ciegos bajo la planta inclemente de los dioses, como si fueran uvas.  Hasta que Esquilo dulcificó la humillación sugiriendo que contribuimos a la tragedia con nuestra soberbia y nuestras codicias.
Pero cuando los pueblos caen en los abismos de desfase moral como acontece ahora en Colombia, es fácil explicar esa clase de asaltos o intentos de asaltos contra las esperanzas de paz.  No es un ánimo patriótico el de los Señores expresidentes, si no una voz que descorre el velo de una intención proditoria una abominación, con la cual avalan los crímenes de lesa humanidad de los paramilitares, que cuentan con justificaciones de la extrema derecha.  Es decir, la ideología nazi.
Están en la mitad de los municipios en territorios de donde desplazaron a las Farc y al Eln con la siniestra política de masacrar campesinos y sindicalistas, acusándolos de ser “auxiliadores” de la guerrilla.  Los paramilitares eran los compinches del general Santoyo el hombre de la seguridad del presidente Uribe.  Quien tuvo el propósito de que se les confiriera estatus político.  Al fin y a la postre con los parapolíticos, fueron sus electores.  Los paramilitares como lo sabe todo el mundo, se tomaron el poder, exhibiendo su influencia no solo militar sino política, social y económica.
Las actitudes en detrimento de la dignidad de las víctimas y de la sociedad de Uribe y Pastrana, definen la decadencia de una clase dirigente y la degradación en que ha caído.  Por eso nos parece, también una falta de respeto con sus partidos y con el país.  Porque lo cierto, es que no oímos ante los genocidios eufemísticamente llamados “falsos positivos”, la voz de Pastrana ni registramos su protesta.
En puridad de verdad, los auténticos líderes nacieron del consenso público después de una confrontación ideológica y ética: Uribe Uribe, Herrera, Alfonso López, Gaitán, los dos Lleras, Álvaro Gómez, surgieron así en medio de la tempestad, demostrando su hombría de bien y nutriendo con la sabia ideológica de su pensamiento el discurrir histórico de la nación.  Lo otro es un calificable acto de audacia personal solo concebible como producto del estado de la corrupción de las costumbres políticas, que está viviendo el país. En el caso del Señor Pastrana como consecuencia también, claro está, de sostener falsas imágenes, la ansiedad, la soberbia, el resentimiento  y el odio por cuanto el proceso del Caguán terminó siendo un estruendoso fracaso.  Entrego una guerrilla militarmente fortificada y deslegitimada en lo político.  La revista Semana  de esa época, comentó: “Cuatro años después de haber encarnado la ilusión colectiva de un país, Andrés Pastrana se va de la Casa de Nariño con la peor imagen que haya tenido un presidente en la historia política del país”.
Estamos en el instante preciso de iniciar una gran cruzada de entereza pública que congregue a la Nación en defensa de los valores morales abolidos, la democracia maltratada, en Derecho Humanitario derruido.
Los Colombianos de hoy no podemos resultar inferiores a la inmensa tarea que nos ha señalado la historia.  Santos recibió un Estado que se estaba extinguiendo porque para algunos dirigentes, “La corrupción es lo mejor de lo peor”, como sentenciaban los romanos.  Al país hay que rehacerlo y este no es solo un ejercicio del Gobierno.  Todo por fortuna, esta siendo replanteado por el Presidente Santos, como el más intrépido defensor de los intereses nacionales en todos los aspectos de nuestra vida republicana.  Ha demostrado ante propios y extraños, que es un guardián insomne de la moral pública. 
Por el prestigio de Colombia Santos si está cerrándoles las puestas al narcotráfico, porque las drogas destruyen ante todo a la juventud y nos ha causado inmensos daños en lo ético, en lo político y en lo económico.  “El Estado recobró dignidad”, nos expresó Bruno Moro coordinador de la ONU en Colombia. 
Suena patético. Lo que contempla María Jimena Duzán, con impecable lucidez, que forma el estilo personalísimo de su valeroso pensamiento, al revelarnos las palabras del diálogo entre el presidente Betancur y el gobernador de Antioquia, Álvaro Villegas, en 1982 y que aparece en la biografía de este, escrita por Germán Jiménez.  Betancur se muestra justamente alarmado cuando dijo: “¿Cómo es posible que tengamos en la Alcaldía de Medellín a una persona de quien me han dicho tiene nexos con los narcotraficantes?”.
Es indispensable que el país contribuya, como lo demostró en las marchas, al empeño del gobierno de garantizar el mandato constitucional que establece para el Estado, el imperativo de la paz.
Esa labor de sanidad espiritual del Presidente Santos con los diálogos de paz, va alcanzar la finalidad redentora de devolvernos a los Colombianos la seguridad de poder vivir y avanzar protegidos en nuestros fueros.
Ante el envilecimiento de los valores humanos con esos denuestos  de Pastrana y Uribe, nos permite afirmar, sin ser psiquiatras, que estos dos ciudadanos comparten ese rincón oscuro de la conciencia que se llama esquizofrenia paranoide, donde duermen las pesadillas de la razón.  De ahí las desmesuras, sus ideas delirantes, sus ambiciones de poder ignorando los límites de la ética y el Derecho Humanitario para la protección de la población civil, obligatorio para Colombia según la Convención de Ginebra.
Se infiere que Uribe y Pastrana están más preocupados por ajustar cuentas, que por contribuir con la justicia.
“No hay victoria sino se pone fin a la guerra”, nos dice Montaigne, que amaba la paz y el reconocimiento de la dignidad humana como la inmensa mayoría de los colombianos de bien.
                                                                              Para       Bersoahoy.com sección opinión

viernes, 28 de septiembre de 2012

Caos y anarquía en el SITM

Por Luis Eduardo Jaimes Bautista (J.B.)*
¿Dónde quedan los principios fundamentales del transporte masivo del Área Metropolitana que se fundamentó en la Comodidad, agilidad y seguridad? Eso que le vendieron a los ciudadanos y que arrancó como proyecto bandera de la modernización de la ciudad hace 12 años, para llegar a lo que estamos viviendo hoy en día: el caos y la anarquía de un Sistema Integrado de Transporte Masivo para el AMB, sin que exista la diligencia, la socialización y una solución a mediano plazo para quienes vivimos en esta pequeña metrópoli.
¿Dónde quedaron los documentos: Conpes 3298 y 3370 del  2004, el seguimiento a la ley 86 de 1989, con los requerimientos de la ley 310 de 1996, ley 336 del 96? Un proyecto que quedó incluido en el Plan Nacional de Desarrollo 2006 – 2010: Estado Comunitario: “Desarrollo para Todos” y considerado como proyecto de importancia estratégica para la Nación y los Municipios del área Metropolitana de Bucaramanga (AMB)
¿Dónde quedaron los diseños que la Universidad Industrial de Santander (UIS) elaboró, tanto conceptuales como operacionales, para este transporte masivo; teniendo en cuenta los factores de proyección, la jerarquización de rutas, configuración de nuevos servicios y optimización de flota?
En pocas palabras todo se lo pasaron por la “galleta” las administraciones anteriores (alcaldes) Honorio Galvis, Raúl Cardozo, Jairo Ulloa, Francisco Suárez  y el Ex gerente Francisco Rueda, en complicidad con los que les correspondió el mandato del cuatrienio 2008 a 2011 en los municipios del Área Metropolitana, que solo pensaban en sus intereses personales, que colectivos.
El gran espectáculo de los Buses verdes que circulaban mostrando como operarían se iba convirtiendo en la gran panacea, mientras el parque automotor de los buses convencionales crecía también y se olvidaban de la chatarrización. Eran  tantas las falencias, que el negocio empezaba a crecer y quedar en unas pocas manos con el síndrome de la quiebra.
Los concesionarios de operación seleccionados (Metrocinco Plus S.A. y Movilizamos S.A. se iban conformando según el convenio empresa-estado-Banca Comercial, por algunos pequeños transportadores y las 12 empresas tradicionales de transporte colectivo del Área Metropolitana de Bucaramanga. Pero el pez grande se comía al pequeño y apareció Campollo.
¿Dónde quedaron los impactos culturales? La implementación del SITM que motivara al ciudadano a crear nuevos hábitos enfocados hacia el comportamiento en sociedad. El sentido de pertenencia que generara el desarrollo urbano, social y ambiental, era solo un sonido de sirenas, que motivaba la demagogia del cambio en la cultura vial, concienciando al individuo en la importancia de movilizarse en menos tiempo, seguro y cómodo.
Pero nada de esto ha sucedido. Todo lo contrario: incomodidad, no existe el servicio total de las buses alimentadores, los barrios del norte carecen de un total servicio eficiente; se incrementa el mototaxismo y crece las necesidades que a la vez se convierten en el caos y la anarquía. 
Así le pagan los administradores al pueblo cuando los eligen, con problemas que dan como resultado la mala planificación y los caprichos administrativos, a unas políticas que se trazan sin ver el bien común y colectivo. Eso es lo que sucedió con el transporte masivo en la ciudad de Bucaramanga esta semana, después de 12 años de haberse implantado en una ciudad sin vías.
Las reuniones, los consejos de seguridad con  los Alcaldes, el Gerente de Metrolínea y la Gerente del Área Metropolitana de Bucaramanga, dejaron declaraciones: mintiendo, retractándose y aceptando que se cometieron errores por la improvisación. Una lección para que no sigan cayendo más en los yerros y que muy pronto tengamos el servicio de transporte como es, como está planteado y no buses como latas de sardinas, portales sin colas, frecuencias rápidas para llegar desde el sitio más apartado a los centros de trabajo, bancos, sin necesidad de soportar el caos como sucedió en esta semana con los Municipios de Piedecuesta, Floridablanca y Girón, como respeto a las necesidades sociales de las personas.  
*Poeta y Escritor

martes, 20 de enero de 2009

SUMERGIDOS EN EL CAOS



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Por: GERARDO DELGADO SILVA

Creo Que no me equivoco, al afirmar que nos encontramos en una etapa histórica, análoga al régimen típicamente fascista de Augusto, que mantuvo intactas todas las Instituciones republicanas, pero vaciándolas de todo contenido y poder. Asumió, la defensa del monopolio territorial de la aristocracia romana basado sobre la explotación de los esclavos, la pauperización creciente de las masas campesinas y la vida miserable de los proletarios.

Desde Ronald Reagan, cuando se entronizó la cínicamente llamada “Democracia Neoliberal”, en el imperialismo norteamericano, se han destruido muchos valores en países en desarrollo como el nuestro, con obsecuente servilismo de sus gobiernos al genocida Bush, trillizo de Hitler y Stalin, “Demonios de la Perversidad”, si nos remitimos a Edgar Allan Poe. Bush, le ha legado a la historia, un cataclismo moral, terrorífico, económico y social, a lo largo de su mandato, que felizmente agonizó.

Como en Roma, ahora, se trata de salvar y asegurar “el capital monopolista”, pilar y dueño de la producción burguesa, “que no promueve el bien común”; empero, exacerba las desigualdades, con la “globalización”, orientada por el Fondo Monetario Internacional y las demás organizaciones internacionales. Todas, iluminadas por la sabiduría sobrenatural del mercado, que reaparece con las políticas “neoliberales” del consenso de Washington, y las teorías de la Escuela de Chicago, o “Fundamentalismo de Mercado”. “Lo que se llama globalización –dijo Henry Kissinger, sin ambages es en verdad otro nombre de la posición dominante de los Estados Unidos”.

Es una forma totalizante de un darwinismo social, ajeno a la solidaridad, que tan trabajosamente ha construido el hombre.

Cualquier persona en el mundo lo sabe: las políticas neoliberales nada han servido a un propósito público. Aquí, solo existen intereses particulares, el lucro individual, el desprecio de los humillados y ofendidos. Está concebido opresiva y mezquinamente, para mantener a las grandes mayorías, en el abandono, la postración y la indignidad universales. Es una estrecha franja de poderosos insensibles, dueños de los países como el nuestro. Es este, el mundo de la “injusticia globalizada”, como dice acertadamente Saramago.

Sorprende, que la evidente catástrofe del poder económico y financiero, sea análoga a la ocurrida en el mundo que lo llevó a la Gran Depresión de los Años 30, y que se prolongó durante muchos y amargos años.

Bajo el Neoliberalismo, la intervención del Estado en la economía, ha sido sustituida por la de la economía en el Estado, para convertirlo en alcahueta de la codicia y de la venalidad. Es lo que Stiglitz, denomina “capitalismo de compinches”. En aquellas calendas, el gobierno estadounidense, identificó como ahora, el bienestar de la nación con el de los hombres de empresa.

Es la misma espléndida fachada de prosperidad, sumida en unos cataclismos que han truncado la abundancia y el optimismo de los Estados Unidos. Casi de la noche a la mañana, la espiral inflacionaria alcanzó su fatídica cifra máxima – la funesta contracción – que está dando lugar a la espiral deflacionaria, igualmente vertiginosa que se extiende por todo el mundo.

La prosperidad se está ahogando a si misma. Y existen suficientes datos para advertir lo dicho por Marx, respecto al movimiento dialéctico de la historia y de las estructuras económicas. Efectivamente, afirmaba que cada época histórica o cada estructura económica lleva en si y alimenta, los elementos de su disolución, provocadores de su inversión: la economía esclavista parió de su seno al feudalismo, que la mató; el feudalismo, a la burguesía, que lo destruyó. Y ahora, es el mismo régimen capitalista, que con su neoliberalismo, engendra su negación. The Economist, expresó que: “los mayores enemigos del capitalismo son los capitalistas que abusan del poder ilimitado”.

De esta marcha hacia el ocaso, James Galbraith expresa: “el experimento Neoliberal es un fracaso” (La Crisis de la Globalización. Ensayo 1999).

Es la inevitable conclusión ante la irracionalidad, del mercado que actúa enloquecidamente, si se le deja, en absoluta libertad, como lo predica el Neoliberalismo, el consenso de Washington y el Fondo Monetario Internacional.

Las bellas palabras de nuestra Constitución Política, que consagran un Estado Social de Derecho, se han quedado sin alma y sin medios para obrar y garantizar que lo que se dice en ella, es lo que se cumple, lo que se impone, lo que no se tolera que sea violado, porque cuando así ocurre, la convivencia es imposible. Está nuestra Carta, desfigurada por la desregulación económica, y la reducción de las obligaciones sociales del Gobierno de Uribe, que acentúa asimetrías, exacerba desigualdades, fomenta marginaciones, concentra escandalosamente la riqueza, con la filosofía del “Estado Chico y Fuerte”, y el contubernio insolente, entre política y negocios incluyendo paramilitares, en nombre de la libre empresa. Es el Estado gendarme que nos correspondió vivir.

De otra parte, “la soberanía” que reside en el pueblo, y la “democracia participativa” quedan dislocadas, pues no tienen efecto alguno sobre el único poder que gobierna al mundo y por lo tanto a Colombia. Es decir, las empresas transnacionales.

Pero no solamente lo rigen con la “injusticia globalizada”, violatoria de los Derechos Humanos, que niegan la dignidad y la democracia, con sus crímenes económicos, sus latrocinios emponzoñados, sino que promueven, como por ejemplo, la multinacional bananera, Chiquita Brans, la financiación y conformación de grupos paramilitares, que han perpetrado innumerables masacres, crímenes de lesa humanidad, en campesinos y sindicalistas inocentes que se quieren olvidar.

Lo cual significa que, la crisis económica y financiera, descorre el velo de unos estados antisociales, y que por tanto, como sentenciaban los romanos: “La corrupción es lo mejor de lo peor”.

Por fortuna para la humanidad, se han dado cita grandes destinos, con la Presidencia de Obama, para vivir de cerca la esperanza de verdad, fraternidad y justicia Volver a Inicio >

martes, 19 de junio de 2007

EL FOMENTO DEL CAOS





Por: Gerardo Delgado Silva

Es a todas luces mucho más estremecedora y grave la crisis que en el orden jurídico y moral conmueve al país, que la crisis social y económica con todas sus consecuencias previsibles. El curso tortuoso de los acontecimientos, nos obliga a insistir en que los valores, tan descaecidos ya, se preserven, se defiendan, con lo cual estaremos protegiendo los principios fundamentales contenidos en nuestra Constitución Política y en las normas éticas que rigen la conducta de la dignidad humana.

El país está viendo con desconcierto, en silencio, como el gobierno ha ido entregando uno a uno esos principios, confundiendo artificiosamente el apaciguamiento con la rendición del orden jurídico, comprometiendo el presente y el futuro de Colombia.

Como tantos sucesos que contrarían el camino recto de las cosas, la liberación de 200 guerrilleros, el llamado “gesto humanitario unilateral”, por el Presidente, no excluiría de su inspiración a los que están incursos en la parapolítica, ni a los paramilitares con sus delitos atroces vinculados con el narcotráfico.

Vivimos, sencillamente, en un ambiente de caos que día tras día se magnifica y se enrarece más. Para tal “gesto” de otorgar la libertad, sin celebrar acuerdos humanitarios, con las FARC, el Presidente carece de competencia, pues esa gracia especialísima, está atribuida privativamente a los jueces de la República, por el Código de Procedimiento Penal. La denominada “Ley de Justicia y Paz” o la de Orden Público, establecen unos beneficios que comprenden hasta el indulto, si concurren en el procesado unos requisitos entre los cuales es indispensable que se haya realizado una desmovilización, que implica la voluntaria entrega de las armas. El “gesto” del gobierno, pugna abiertamente con lo preceptuado en las leyes, pues los 200 guerrilleros de la masiva excarcelación, no son ya un grupo beligerante, sino un conjunto de sentenciados y por tanto excluidos de los beneficios de las leyes citadas.

Ahora bien. La competencia penal es de orden público y como tal señalada de modo preciso en la ley, sin que permita una extensión analógica, desnaturalización o cualquier dañoso arbitrio.

Por otra parte, es un principio de derecho público, de aceptación universal que así como los particulares pueden hacer todo aquello que la ley no les prohíba, los funcionarios públicos desde el Presidente de la República, solamente pueden hacer lo que explícita o implícitamente les permitan la Constitución Política y las leyes.

Al medir las proporciones de estos acontecimientos, Jim Mc Govern, representante a la Cámara de los Estados Unidos y connotado defensor de los derechos humanos en el mundo occidental, ante el escarnio y befa de nuestro ordenamiento jurídico expresa: “…Yo no sé que estaba pensando el Presidente (Uribe) cuando liberó a todos estos guerrilleros. No sabemos claramente cual es la lógica detrás de todo esto. No sabemos que quiere lograr. Sólo esperamos que no sea una excusa para excarcelar después a más personas ligadas con la parapolítica…”. Y agrega: “…No vamos a avanzar en el TLC, mientras la impunidad en Colombia no cambie…” (Semana Junio 11 a 18 de 2007. No. 1310).

Así mismo, varios congresistas norteamericanos exaltando la democracia y la justicia que es el fin del Estado, rechazan indignados, la intención estrafalaria del Presidente colombiano, de adoptar una justicia tornadiza y permisiva para los transgresores “parapolíticos”, que entrañaría un perdón de sus conductas torticeras. Así se desprende de la nota enviada a la Secretaria de Estado. Y con acusadora precisión, señala el episodio del ex director del DAS, Jorge Noguera, solo concebible como producto del estado de degradación que está viviendo nuestra patria en los actuales momentos.

Paradójicamente, ¿por qué el olvido de los secuestrados, de los desplazados, de todas las víctimas? El olvido no resuelve la realidad fáctica de los derechos humanos fundamentales, violados ominosamente, sino que los empolva en los sepulcros de la memoria. Después el silencio y luego la impunidad. El llamado “gesto humanitario” está elaborado como un ejercicio de simulación, al margen de la dignidad de aquellas personas, es una apariencia de solidaridad, una insensata y despiadada indiferencia por su suerte, una exclusión arrogante de la esperanza, una manera absurda de colaborar con sus verdugos.

La justificación falaz de las “razones de Estado”, no delata la verdad, sino que encubre la mentira, dejando que en aquellos doloridos seres humanos, se acumule la sensación de haber vivido en vano.

Por ello, en esta hora de tinieblas, el G8, insta al gobierno colombiano a un “acuerdo humanitario entre las partes”, mecanismo contenido en los Protocolos de Ginebra, ratificados por Colombia y regulados por el Derecho Internacional Humanitario. Esta sí es la solución a la conmovedora tragedia de los cientos de secuestrados. El intercambio es un remanso grato y ennoblecedor en su absurdo drama y un freno a las corrientes vertiginosas de los conflictos, de la guerra, de la irracionalidad. Recordemos una vez más a Montaigne, cuando dijo: “No hay victoria sino se pone fin a la guerra”.

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