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domingo, 24 de abril de 2011

La ley del karma y la armonía con el Universo

--------------------Por: Bernardo Socha Acosta

Hemos finalizado una Semana Santa más de nuestra historia.

Quizás haya sido la oportunidad para muchos, reflexionar sobre nuestros actos y el transcurrir de Colombia y por qué no pensar, en lo que ocurre en el mundo, hoy que estamos conectados a través de los medios electrónicos y podemos conocer lo bueno o lo malo que pasa en nuestro planeta.

Y digo que ojala haya sido la oportunidad para reflexionar, porque lo que está ocurriendo en Colombia con el invierno son signos que deben hacernos pensar, muy seriamente.

Cuando afirmo que pensar seriamente, recuerdo un mensaje que me envió un amigo sobre la guerra de Libia, con unas graficas que, muestran la realidad, crueldad y crudeza con que los países aliados están actuando contra indefensos que son los que están pagando justos por pecadores.

La mortandad de inocentes que está dejando esa guerra, la ignora el mundo, porque los medios de comunicación, la mayoría, no revela la realidad porque son igualmente aliados de las potencias y la mayoría de los medios son de las potencias. Entonces nos quedamos sin conocer la verdad de la crueldad y las injusticias a nombre de la democracia.

Cuando vemos estas desgarradoras escenas, de niños mutilados, decenas de muertos en las calles, los hospitales llenos de heridos, la población con hambre, casas destruidas y el sometimiento y la humillación que cometen quienes ostentas las armas, entendemos por qué la naturaleza se comporta con furia, como reclamando justicia, con avalanchas, inundaciones, terremotos, deslizamientos y otras manifestaciones propias de quien está en desacuerdo con la crueldad injustificada, que solo busca el poder y explotar la riqueza en beneficio propio para aumentar su poder.

Al reflexionar sobre esto que ocurre, no solo en otros países, sino en el nuestro, por ejemplo cuando hemos visto masacres, el despojo de tierras, las desigualdades sociales y económicas y todas las inmundicias que cometen quienes se creen los dueños del Estado, entendemos entonces por qué la Ley del karma se manifiesta y muchas veces se extiende hasta sobre inocentes.

Bueno, pero todo no puede ser lamentaciones. Debe haber una reflexión de consuelo y anhelos de paz, por lo menos, y decir que, si bien es cierto que los fenómenos de la naturaleza, ante los cuales –según el decir popular- los seres humanos poco o nada podemos hacer, debe haber, si, un momento para pensar cómo tratamos de lograr un equilibrio y armonía creadora con el Universo a quien le debemos todo lo bueno y frenar o por lo menos disminuir así la furia de la naturaleza que reclama justicia.

La armonía creadora con el Universo no es cosa del otro mundo. Si se puede lograr, pero para alcanzarla se requiere de un consenso de voluntades y de confianza, ejercicio que puede estar muy lejos, ante la pérdida de credibilidad de que son víctimas las comunidades.

Pero a pesar de las debilidades humanas y presencia de la Ley del karma, en actitud de castigo contra la descarada corrupción y la prepotencia de algunos, la armonía con el Universo puede lograrse así sea individualmente para quienes la aceptemos, desde que no hayamos perdido la fe. Recordemos las afirmaciones bíblicas, en el sentido de que la fe mueve montañas. También recordemos que la mente humana puede hacer cosas asombrosas, para bien o para mal. En este caso para el bien, porque lo necesitamos muchos, ante las amenazas manifiestas que estamos viendo todos, tanto en Colombia, como en el mundo.

A pesar de la inclemente acción de la ley del Karma, provocada por quienes piensan que con la riqueza y el poder de las armas lo puede todo, nos queda para muchos una esperanza para encontrar refugio en las reservas que la armonía del Universo aun tiene para cada uno de quienes ostentamos el arma de la confianza, y la fe en sí mismos, para luchar contra ese karma que nos ha heredado la mayoría de gobernantes movidos por el odio y desaforado apetito de poder y riqueza.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Injusticia.com

Colombia, miércoles 24 de febrero de 2010      
HORACIO SERPA
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Nicolás Castro está en la inmunda, como dicen hoy los jóvenes en su jerga irreverente. Preso en la cárcel La Picota, de Bogotá, se encuentra a la espera de que un juez le resuelva su situación jurídica, luego de que un fiscal lo acusara de instigamiento a delinquir. Su delito: crear, supuestamente, una página en Facebook bautizada "me comprometo a matar a Jerómino Uribe".

Ríos de tinta han corrido por el error de este estudiante universitario de clase media alta, al que le pareció divertido navegar por la red y sumarse a una página que manifestaba el desprecio por un hijo del Presidente, más como una reacción juvenil e irresponsable, que como un acto criminal.

La histeria de algunos medios llevó a que las autoridades nacionales buscaran ayuda de la Interpol y el FBI para hallar al culpable del ilícito. La respuesta fue contundente y hoy Nicolás está viviendo el infierno.

Ser parte de esas comunidades no es un delito de lesa humanidad. Pedir años de cárcel para Nicolás es un exabrupto. No se lo merece. De ser así la mitad del país estaría tras las rejas por escribir en los chat de los medios tantas barbaridades contra Piedad Córdoba o los dirigentes de la oposición.

Años de cárcel se merecen criminales como HH, el jefe paramilitar que en las audiencias de justicia y paz reveló que en Urabá asesinó, en un solo año, a más de mil personas. Pero HH solo pagará ocho años de cárcel, algo así como tres días de prisión por cada campesino muerto, descuartizado y cremado.

Pero por su error, para Nicolás están pidiendo años de prisión y un escarnio público peor que el que han padecido los jefes paramilitares, que hasta hace pocos días eran vistos como celebridades con quienes las familias más respetadas de este país fijaban audiencias, celebraban fiestas y hacían negocios. Y les financiaban sus matanzas.

Este es un país hipócrita. Mientras unos piden para Nicolás, la pena máxima, otros claman que los asesinos de más de 25 mil colombianos salgan pronto de prisión sin haber reparado a sus víctimas, ni haber dicho toda la verdad.

Hay mucho de paranoia y esnobismo en este caso. Nicolás ya le pidió excusas a Jerónimo por andar molestando en Facebook. Con eso debería bastar para estar libre. Nicolás, también, rechazó un acuerdo que le propuso la Fiscalía porque debía declararse culpable.

El país debería dejar en paz a Nicolás y asumir con mayor vigor otros debates más importantes. Como la necesidad de crear nuevamente el ministerio de la Justicia, revocar la mayoría de los decretos de la emergencia social, castigar a los responsables de la podredumbre del DAS y su entrega al paramilitarismo, y encontrar caminos para la paz.

Entiendo la molestia de Jerónimo. Sé que nunca debieron crear semejante página en Internet. Pero ya es hora de cerrar este episodio y permitir que Nicolás vuelva a la Universidad, que es donde debe estar y no en una cárcel. Mantenerlo cautivo es mucha injusticia.



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