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sábado, 4 de mayo de 2013

Se acaba lo poco que le queda a Colombia…

¿Es el congreso de la república el respobnsable?
Por: Bernardo Socha Acosta
Aquí es innegable retomar una parábola y sentencia bíblica sobre la moral que está en entredicho. Luego de escuchar y ver documentos en el noticiero de televisión Noticias Uno, sobre el caso del abogado Alberto Rojas Ríos, (posesionado como magistrado) quien es  acusado de haber recibido la suma de 116 millones de pesos que correspondían a una indemnización de una viuda que él representó,  los colombianos  entramos en pánico.
Con esas acusaciones (leer informaciónde colprensa) nos queda a los colombianos y al mundo entero, el sinsabor y el  más mínimo asomo de confianza en la justicia de nuestro país. Para cualquier ciudadano de bien, desearía que todos esos documentos contra el señor Alberto Rojas Ríos, fueran apócrifos, pero lamentablemente creemos mucho en las investigaciones que un medio como NOTICIAS UNO realiza  frente a hechos anómalos que ocurren en nuestro medio.
Si bien es cierto que una persona es inocente hasta que se le demuestre lo contrario, por ser un derecho fundamental,  tampoco podemos ignorar la máxima que dice, que ‘la prudencia hace verdaderos sabios’; y aquí sería lógico y sensato aplicarla, aplazando la posesión  del señor Rojas Ríos hasta que las investigaciones hubiesen avanzado hasta el punto de reducir las protuberantes dudas que hasta el momento tiene el país sobre esas denuncias.  Y  si el cargo que fuera ocupar el señor Rojas Ríos  no fuera de tanta trascendencia y alta responsabilidad, como quiera que es una Corporación donde se presume la verdad verdadera,  pues vaya y venga que no habría motivo de preocupación entre los ciudadanos de bien que somos la mayoría en Colombia, pero, imagínense, una Corte y en estas condiciones, cuando  las dudas  rodean hasta el más neófito…
Pero, desgraciadamente la conducta y honorabilidad comienza por el Congreso de la república que a pesar de encontrarse el señor Rojas Ríos en entredicho, fue torpe y lo eligió; pero (con todo el respeto) esto no le quita el manto de duda que hay sobre el señor Alberto Rojas, hoy Magistrado de la Corte Constitucional.
Los ciudadanos  se suponían (ver comentarios) que a una Corte que tiene que ver con lo constitucional  llegaban los hombres de la más intachable honestidad y ni siquiera con un asomo de duda.  ¿Con qué confianza para los colombianos y la imagen mundial queda esa alta corporación?
Y tienen razón quienes afirman que desde el Congreso de la república se han generado los grandes males que tiene el país. O, lo dudan, si la imagen del Congreso de la república, avergüenza a muchos, así sea muy respetable para otros. Por eso es que cada vez que hay elecciones la participación ciudadana, es menor, hasta que llegará el punto de una votación en blanco, para mostrar el verdadero rechazo. Habrá algunos congresistas que son excelentes hombres, pero infortunadamente quedan en minoría de quienes no les interesa sino el poder y en dinero, o sino miremos las altas pensiones, frente al hambre de una gran franja de compatriotas.

jueves, 2 de mayo de 2013

Comentarios sin fundamento sobre el proceso de paz

                           Hay que acabar con los fantasmas”
Horacio Serpa
La frase no es mía. Se la escuché al representante Iván Cepeda el lunes en Hora 20, de Caracol, referida a la cantidad de comentarios infundados que se vienen haciendo sobre el proceso de paz.
Me parece  apropiada para decir que hay demasiadas exageraciones, mentiras, verdades a medias, desinformaciones y equivocaciones girando alrededor de las conversaciones que se adelantan en La Habana, entre Gobierno y Farc. Se ha dicho que se va a acabar la propiedad privada; que se limitará la libertad de empresa; que la guerrilla quiere imponer un modelo de desarrollo comunista; que el Ejército y la Policía se van a reducir a la tercera parte; que se van a nombrar por decreto 20 Senadores y 40 Representantes a la Cámara. Otros estropicios adicionales se han escuchado, para meter susto, desprestigiar el proceso y destruir esta posibilidad de lograr que después de 49 años de subversión no haya más guerrilla.
Hay que acabar con esos fantasmas. No he escuchado decir que los guerrilleros se van a indultar o a amnistiar. Tampoco que se va a absolver a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Mucho menos que se buscan unos acuerdos en los que, de lograrse, los subversivos entren a la legalidad conservando las armas con las que hacen la guerra. Tampoco es verdad que se van a repartir alcaldías y gobernaciones a granel.
Falta mucha confianza con el Presidente Santos y con la comisión  negociadora. Es injusto creer que se chifló el mandatario y que Humberto de la Calle con sus acompañantes estén de rodillas rogándole a la guerrilla el favor de suscribir unos acuerdos, cualesquiera que ellos sean. Es indelicado repetir especulaciones o simples rumores sin primero comprobar los comentarios o las consejas.
Lo peor de seguir llenando el proceso de paz de fantasmas, es que se puede echar a perder una posibilidad sería de conciliación. Se trata es de conseguir que la guerrilla entre al sistema legal. No es que quienes estamos en lo institucional nos metamos al de la guerrilla. Es para que se acaben las muertes que genera la guerra. Se trata es de brindarle a la juventud unos espacios apropiados en los que puedan desarrollar sus invaluables conocimientos. Es para que haya más inversión y se pueda producir y generar riqueza con tranquilidad.
Mucho hay que hacer, con proceso o sin proceso. Respetar los derechos humanos, por ejemplo. Fortalecer la democracia. Expedir el Estatuto de Oposición ordenado por la Constitución. Elaborar el Estatuto del Trabajador, también ordenado desde 1.991. Revisar el modelo económico para superar la ominosa desigualdad que sufrimos. Tener un nuevo sistema de salud. Crear más espacios de participación. Mejorar el ejercicio de la política. Reformar el sistema agrario. Generar ingreso con equidad. Luchar contra la corrupción. No son ni mucho menos consignas revolucionarias. Son necesidades para lograr el bienestar y vivir mejor.
Podemos lograrlo si cada colombiano o colombiana piensan en las ventajas de un país en paz. Pero hagámoslo.  
Bogotá D.C., 30 de Abril del 2013 – columna del NuevoSiglo

domingo, 24 de abril de 2011

La ley del karma y la armonía con el Universo

--------------------Por: Bernardo Socha Acosta

Hemos finalizado una Semana Santa más de nuestra historia.

Quizás haya sido la oportunidad para muchos, reflexionar sobre nuestros actos y el transcurrir de Colombia y por qué no pensar, en lo que ocurre en el mundo, hoy que estamos conectados a través de los medios electrónicos y podemos conocer lo bueno o lo malo que pasa en nuestro planeta.

Y digo que ojala haya sido la oportunidad para reflexionar, porque lo que está ocurriendo en Colombia con el invierno son signos que deben hacernos pensar, muy seriamente.

Cuando afirmo que pensar seriamente, recuerdo un mensaje que me envió un amigo sobre la guerra de Libia, con unas graficas que, muestran la realidad, crueldad y crudeza con que los países aliados están actuando contra indefensos que son los que están pagando justos por pecadores.

La mortandad de inocentes que está dejando esa guerra, la ignora el mundo, porque los medios de comunicación, la mayoría, no revela la realidad porque son igualmente aliados de las potencias y la mayoría de los medios son de las potencias. Entonces nos quedamos sin conocer la verdad de la crueldad y las injusticias a nombre de la democracia.

Cuando vemos estas desgarradoras escenas, de niños mutilados, decenas de muertos en las calles, los hospitales llenos de heridos, la población con hambre, casas destruidas y el sometimiento y la humillación que cometen quienes ostentas las armas, entendemos por qué la naturaleza se comporta con furia, como reclamando justicia, con avalanchas, inundaciones, terremotos, deslizamientos y otras manifestaciones propias de quien está en desacuerdo con la crueldad injustificada, que solo busca el poder y explotar la riqueza en beneficio propio para aumentar su poder.

Al reflexionar sobre esto que ocurre, no solo en otros países, sino en el nuestro, por ejemplo cuando hemos visto masacres, el despojo de tierras, las desigualdades sociales y económicas y todas las inmundicias que cometen quienes se creen los dueños del Estado, entendemos entonces por qué la Ley del karma se manifiesta y muchas veces se extiende hasta sobre inocentes.

Bueno, pero todo no puede ser lamentaciones. Debe haber una reflexión de consuelo y anhelos de paz, por lo menos, y decir que, si bien es cierto que los fenómenos de la naturaleza, ante los cuales –según el decir popular- los seres humanos poco o nada podemos hacer, debe haber, si, un momento para pensar cómo tratamos de lograr un equilibrio y armonía creadora con el Universo a quien le debemos todo lo bueno y frenar o por lo menos disminuir así la furia de la naturaleza que reclama justicia.

La armonía creadora con el Universo no es cosa del otro mundo. Si se puede lograr, pero para alcanzarla se requiere de un consenso de voluntades y de confianza, ejercicio que puede estar muy lejos, ante la pérdida de credibilidad de que son víctimas las comunidades.

Pero a pesar de las debilidades humanas y presencia de la Ley del karma, en actitud de castigo contra la descarada corrupción y la prepotencia de algunos, la armonía con el Universo puede lograrse así sea individualmente para quienes la aceptemos, desde que no hayamos perdido la fe. Recordemos las afirmaciones bíblicas, en el sentido de que la fe mueve montañas. También recordemos que la mente humana puede hacer cosas asombrosas, para bien o para mal. En este caso para el bien, porque lo necesitamos muchos, ante las amenazas manifiestas que estamos viendo todos, tanto en Colombia, como en el mundo.

A pesar de la inclemente acción de la ley del Karma, provocada por quienes piensan que con la riqueza y el poder de las armas lo puede todo, nos queda para muchos una esperanza para encontrar refugio en las reservas que la armonía del Universo aun tiene para cada uno de quienes ostentamos el arma de la confianza, y la fe en sí mismos, para luchar contra ese karma que nos ha heredado la mayoría de gobernantes movidos por el odio y desaforado apetito de poder y riqueza.

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