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miércoles, 29 de agosto de 2012

Cartas del lector

Amigo Bernando Socha:
Como abrebocas, vale la pena leer el reportaje que hace el joven e inteligente periodista Manolo Azuero a Juan José Reyes para introducirnos en el debate.
El paramilitarismo como conocemos y lo sufrimos en Colombia forma parte del proyecto de dominación imperial de Estados Unidos frente a la América Latina o mejor la América indígena; en Colombia se replicó el proyecto de los contras que asoló y ensangrentó a Nicaragua y al resto de centroamérica durante la década de los años ochenta.
El paramilitarismo se desarrolló en Colombia como una estrategia del Plan Colombia, con el patrocinio del Gobierno de la mano de los militares; fue auspiciado y apoyado por los terratenientes, los empresarios y sus voceros naturales: la llamada clase política.
Detrás de las matanzas y el desplazamiento y expulsión de los campesinos estuvo la expropiación a sangre y fuego de sus tierras; hoy, más de seis millones de hectáreas arrebatadas a los campesinos, en su mayoría, están dedicadas a los cultivos industriales de banano  y palma aceitera para satisfacer las necesidades económicas y asegurar las ganancias del primer mundo; el capital trasnacional ha obtenido sus pingues beneficios de esta tragedia nacional con las grandes concesiones mineras otorgadas a precios de quemazón; también, el desmonte de Ecopetrol y la entrega del petróleo y los demás recursos naturales a los intereses privados; en sintesis los colombianos hemos sido expropiados mediante la violencia paramilitar patrocinada por nuestro propio Estado que se ha plegado sin sonrojarse a los intereses imperiales de Estados Unidos.
Reinaldo Ramírez
La "elección popular" de alcaldes y gobernadores, la imposición de la Constitución de 1991, la violencia y la corrupción han sido parte fundamental de la estrategia neoliberal de debilitar, quebrantar y fragmentar el Estado para impedir la ejecución de un proyecto de desarrollo económico que defienda y promueva los intereses nacionales.
Los colombianos no podemos hacernos ilusiones: el paramilitarismo sigue vivo y goza de buena salud.

Atento saludo,  
Reinaldo Ramírez  

sábado, 31 de marzo de 2012

Cae en un 60% producción cafetera en Colombia


Sal a las heridas de los cafeteros
Por: Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 30 de marzo de 2012
Tomado del sitio robledosomostodos.com 
Hay gran molestia entre los cafeteros. Entre los pequeños, los medianos y los grandes, los campesinos y los empresarios. Y no es para menos. Porque la cosecha es la menor desde 1976, los precios externos e internos del café caen en picada y, como echándoles sal en las heridas, el presidente Juan Manuel Santos se empecina en aumentarle la contribución al café, ese impuesto especial que maneja la Federación de Cafeteros, a la que la Contraloría acaba de acusar de manejos irregulares en el Fondo Nacional del Café, con un detrimento patrimonial de sesenta mil millones de pesos.
Si las cuentas por fin le salen este año a la Federación, la cosecha apenas superará los siete millones de sacos. Para entender la escasez de esa cifra basta con saber que en 1991 pasó de 16 millones. Cuánta caída en el ingreso, pobreza, desempleo y ruina, directa e indirecta, hay tras esas cifras. La situación de hoy es, además, el agravamiento de una crisis que con altibajos lleva veinte años, desde cuando se entronizó el libre comercio en el mundo cafetero, drama larguísimo que a muchos les ha agotado la capacidad de resistencia.
También como expresiones de la crisis, el país carece de inventarios de café, porque no hay excedentes y se vendieron los nueve millones de sacos que había en bodegas en 1991, se esfumó el enorme patrimonio del Fondo Nacional del Café y no andan nada bien sus finanzas. Hasta ocurrió lo impensable. En 2011, la mitad del café que bebimos los colombianos –743 mil sacos– fue extranjero, y eso sin contar el contrabando. ¡El país no es capaz de producir el café que puede vender, ni en el mercado externo ni en el interno! Crisis muy profunda que también se expresa en la notable pérdida de participación del grano de Colombia en el mercado mundial –que creció de 92 a 134 millones de sacos entre 1990 a 2010–, de donde ha sido desplazado por países que han afrontado mejor las circunstancias.
¿Y las causas? Sin duda cuentan la inseguridad en las zonas productoras y el invierno. Pero hay mayores. La revaluación está liquidando al agro y a la industria. Y el gobierno, neoliberal hasta el absurdo, ni se inmuta, porque, ingenuidades aparte, hay poderosos que ganan así. Si se mira desde 1990, en la base de la crisis se hallan los bajos precios del café impuestos por las trasnacionales, precios que se transmiten de uno a uno al mercado interno. También es determinante la incapacidad de los gobiernos y la Federación para enfrentarla. Se dejó envejecer los cafetales, según prueban las cifras que se dan de renovaciones, y los plantíos no han podido abonarse y atenderse como se debiera.
En medio de este drama, el ministro de Hacienda ratificó en el Senado que el gobierno se propone aumentar la contribución cafetera que administra la Federación, incrementándola del alto nivel de seis centavos por libra en el que ya está. Si esa idea era inconveniente en noviembre pasado, cuando Santos la anunció, ahora es un despropósito, casi una provocación, porque entre esa fecha y hoy el precio interno cayó de 962 a 659 mil pesos por carga, con lo que el gravamen al café ya no castiga las ganancias –de los que las tenían– sino las pérdidas. ¿Sacarles más plata de los bolsillos a unos cafeteros empobrecidos? Y después preguntan por qué andan indignados.
Mención aparte merece que Juan Manuel Santos pretenda aumentar, con más gravámenes, los recursos que administra la Federación de Cafeteros, preciso cuando la Contraloría General de la República la acaba de acusar de un detrimento patrimonial de 60 mil millones de pesos del Fondo Nacional del Café. El ente de control considera ilegal que Eco Seguros, de propiedad del Fondo y que administra la Federación, le donara a esta entidad treinta mil millones de pesos, por ser una transferencia de recursos públicos a un privado, práctica prohibida por la Constitución. También rechaza que la Federación le cobrara al Fondo 21 mil millones de pesos por administrar dineros que no son de este sino de terceros. Y le imputa cargos por haber dejado perder otros nueve mil millones de pesos en empresas del Fondo en liquidación (http://bit.ly/H305vT ).
Coletilla: en Colombia la gasolina es más cara que en Estados Unidos porque paga impuestos del treinta por ciento y Ecopetrol cobra por su petróleo precios altísimos. De esta forma los colombianos le pagan al Estado parte de los impuestos que no se les cobran a monopolios y trasnacionales.

martes, 13 de mayo de 2008

La seguridad democrática genera inseguridad alimentaria en Colombia



El país atraviesa una de las peores crisis agropecuarias y el gobierno parece creer que la recuperación se logra importando productos transgénicos (organismos genéticamente modificados). Con la política de seguridad democrática, los sectores del primer renglón de la producción (campesinos) han quedado desprotegidos, pues el mayor presupuesto es para las fuerzas armadas, para hacer frente a la guerra con los sectores insurgentes.

Colombia, calificado un país agrícola por su diversidad geográfica y de climas, pasó de ser un país exportador de productos agropecuarios a un territorio importador de la mayor parte de los alimentos, por obra y gracia de la política equivocada.

Hoy Colombia importa maíz, pescado, trigo, arroz, cebada, sorgo, soya y petroleo entre otros productos y nadie ve una política consecuente con las circunstancias, porque al parecer la mayoría de los llamados “padres de la patria” y el gobierno se han entretenido con la tan cacareada “Seguridad democrática”, mientras el país avanza cada año hacia una triste época de hambre y mayores problemas sociales y enfrentamientos bélicos entre las agrupaciones subversivas y las fuerzas regulares que cada año reciben mayor presupuesto para fortalecer la guerra. LEER MAS... >

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