Esta columna de
opinión su objetivo es hacer reflexionar a las autoridades de tránsito como la
misma administración, sobre una gran problemática que cada día crece en la ciudad
de Bucaramanga y su Área metropolitana. La pregunta que hago es: ¿cuántas motos
o motocicletas ingresan al parque automotor? El numero según un diario local,
dice: “que en el Área metropolitana hay
19 motos por cada 100 habitantes (…) todo esto a raíz de un estudio del
Ministerio de Transporte y las direcciones de tránsito de Bucaramanga, Girón,
Piedecuesta y Floridablanca dentro de un estudio Sociodemográfico de los
usuarios de las motocicletas.
Igualmente, cuál
es el problema que existe cada día con los accidentes ocasionados por estos
velocípedos, y en el caso más grave la muerte del conductor o el acompañante.
Será que han dado resultado los decretos para tomar medidas estrictas o la
tolerancia de las autoridades, cuando existe día tras día la reseña de la
accidentalidad. ¿Dónde están las sanciones, las campañas de prevención vial y
toda una cantidad de trabajo de campo para evitar la siniestralidad y el buen
uso de estos velocípedos…? ¿Permiten que el código de tránsito exista como
letra muerta…?
Los diarios
locales son notarios de este acontecer diario de la ciudad y sus vecinos
municipios; haciendo memoria y buscando archivos, en el año 2007 hasta el
presente año 2012, llevamos cinco años de análisis, decretos de pico y placa,
prohibición de parrilleros en los horarios nocturnos los fines de semana y la
conclusión es que se empeora en las infracciones y el número de muertos en las
vías de conductores y peatones. Causados por estas máquinas a motor y dos
ruedas.
Según datos, hace
5 años se vendían 1500 a 1800 motos mensualmente; ya no es 19/100, sino una
moto por familia en el Área metropolitana y hasta dos y más motos, en los
estratos medio y bajo; quienes han adquirido los pases de conducción
directamente de las concesionarias, donde se le vende al cliente la moto con su
paquete completo.
Insisto que uno
de los problemas en la conducción de estos aparatos estridentes y contaminantes
–motocicletas- es el incumplimiento de las normas –tolerancia- a la
permisibilidad del Estado y sus gobiernos regionales, llámense, Secretarías de tránsito o Direcciones,
apoyados por la policía, donde la actuación es “sin Dios, ni ley”.
Para la muestra
un botón: Girón tiene matriculadas 166.048 motocicletas, lo que representa el
79% del rodamiento de estos velocípedos por el Área metropolitana, mayor a la
población que existe allí en este municipio y en sus vías donde más accidentes
se presentan.
Vuelvo e insinúo
existe una irresponsabilidad en las licencias. En España y algunos países
europeos como el norte americano, para obtener una licencia de conducción
aprobada, tarda un tiempo entre 3 a 6 meses y en nuestro medio se entrega en 24
horas, sepa o no sepa conducir.
En conclusión,
el Estado y sus gobernantes deberían ir pensando desde el Ministerio de Transporte
de comenzar a cobrar el impuesto de rodamiento de motos, como peajes y multas
más duras para minorar el incremento de esta plaga mecánica en las ciudades,
para tener un control de la irresponsabilidad con que se hace uso de este medio
de transporte como el mototaxismo que crece.
No lo digo, lo
sienten los peatones en la calle. Las motos jamás transitan una detrás de otra,
sino en montón, quien lleva la delantera, ya sea por el centro, por la derecha
o la izquierda; algunos por adelantar los vehículos se toman los andenes,
irrespetando el derecho que tiene el peatón.
Y como perlas de
algunos, no todos, estos señores magos de los manubrios, llevan de pasajero, la
señora y hasta dos hijos, menores de edad, circulando a los ojos de las
autoridades, sin decirles nada, porque ellos son los amos de la velocidad.
Qué bueno sería
que esos programas de cultura ciudadana, como “la calle segura o la vía
segura”, campañas de educación y prevención en cabeza del Fondo Nacional de
Prevención vial, no sea publicidad de
un día para gastar presupuestos, sino un modelo para evitar que existan más
muertes en las vías ocasionadas por la irresponsabilidad y la adrenalina de
estos seres humanos que no aman la vida, sino la velocidad de una motocicleta.
Poeta
y Escritor