Por: Pedro Gerardo Tabares C.
Desde
hace medio siglo hemos evolucionado tanto que las máquinas cumplen misiones casi
incomprensibles, ya saliendo de la esfera terrestre a otros cuerpos celestes o
también cumpliendo el automatismo que permite que equipos sofisticados
recorran el cuerpo humano para dar
satisfacción a la salud.
A
nadie escapa que esto se debe a la evolución del transistor. En el campo
intermedio, surgió la presencia universal a través de los sistemas que como
todos los grandes inventos buscan
beneficios que en oportunidades son inconmensurables. Surgió el Internet respecto
del cual no es fácil medir su alcance e en el orden económico, cultural, social
y en este último con la modificación total, de las costumbres, puesto que ya
casi alcanza a la generación que toma decisiones con base en la cultura de tan
importante avance en el beneficio virtual.
Han surgido las consecuencias que traen los grandes
inventos que generalmente causan daño, pues el apoyo a la investigación se da
con largueza sobre armas, y no se piensa en efectos secundarios cuando el
resultado se pone en funcionamiento. Nos referimos a lo que se ha denominado
como un vocablo no propiamente de origen castizo como la totalidad de los que
señalan la técnica, que se denomina “hakers” que en sentido común equivale a
quien tiene conocimientos avanzados en sistemas y está por encima de los
programadores que se conocen, y por ello no tienen dificultad en penetrar a las
máquinas que se consideran más protegidas para divulgar los archivos, en una
vulneración que alcanza a efectos de mayor trascendencia que los archivos en papel. Ampliación