Cartas del Lector
Estimado
Bernardo Socha:
Es
pertinente que los ciudadanos del común fijemos nuestra posición ante las
opiniones encontradas que han rodeado el tema del Rector de la Universidad Industrial
de Santander, el principal centro de formación superior del oriente colombiano
y una de las universidades más prestigiosas y sólidas de Colombia.
En
este proceso se ha venido jugando con cartas marcadas; en verdad, flota en el
ambiente el tufo maloliente que denota la ausencia del juego limpio respetuoso
de las reglas y de la integridad física y moral del contendor; alguien está haciendo
trampa y, en mi convicción, el menos sospechoso de violar las reglas del juego
es el árbitro judicial, el juez que ha tutelado el derecho que ha ganado el
Profesor Gilberto Carrillo de ejercer el cargo de Rector de la UIS.
Empecemos
el análisis por los jugadores más notorios y más avezados y experimentados en
estas lides que, descaradamente, para rehuir el debate, se rasgan las vestiduras
y pregonan a los cuatro vientos que están dispuestos a ir a la cárcel, a acudir
al sacrificio de su libertad personal antes que cumplir la decisión judicial independiente
y autónoma que, de cierta manera, ha puesto sobre el tapete su juego sucio y
desleal que ha querido impedir con sus silencios interesados y sus esguinces
éticos el curso normal y sin traumatismos
del proceso institucional que señala las reglas legales y académicas
previstas para la designación del Rector de la Universidad.
Esos
"mártires de ocasión" son los mismos personajes sombríos que con
aptitud cazurra y su silencio cómplice mantuvieron en el cargo, contra viento y
marea, a un rector involucrado con la ejecución de un plan pistola paramilitar para
perseguir, amenazar y expulsar de las aulas sagradas de la Universidad,
mediante la violencia criminal, a los empleados, profesores y estudiantes
sospechosos de profesar ideas contrarias o ser portavoces de opiniones diferentes.
Trascienden
el campo de las meras matemáticas las posibles incompatibilidades éticas y los
conflictos de intereses que, sin duda, afectan la objetividad y la
independencia conceptual de
algunos
miembros del Consejo de la UIS que, además de su cargo de miembros del Consejo
de la Universidad Industrial de Santander, ostentan cargos de dirección en las universidades privadas que, impulsadas y
motivadas por intereses económicos y por sus propias concepciones de la
sociedad, le disputan a la Universidad Pública su influencia en la orientación
y el manejo de la educación superior; esas personas por sus compromisos profesionales
y por ser subalternos del gobierno Departamental, rindiendo honor a la
necesaria consistencia ética e ideológica que debe guiar sus actuaciones
profesionales, debieran declararse impedidas para participar en la orientación
y dirección de las universidades públicas y, específicamente, deben renunciar a
su participación en los órganos de dirección de la UIS.
Respecto del Profesor Gilberto Carrillo cabe destacar que Tirios y Troyanos le reconocen "su notable trayectoria docente", es decir, le reconocen sus capacidades intelectuales y sus méritos profesionales y académicos que lo respaldan para desempeñar el honroso cargo de Rector de la UIS, la universidad más importante de Santander.
Finalmente, en un Estado de Derecho es un deber legal y un imperativo constitucional que pesa sobre los señores miembros del Consejo de la Universidad que, al tomar posesión de sus cargos, han jurado respetar la Constitución y la ley, antes que amenazar con su incineración personal, adoptar una opción coherente acatar las decisiones de los jueces de la República o renunciar a sus cargos.
Atento
saludo,
Reinaldo
Ramírez