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viernes, 17 de mayo de 2013

Cartas del lector

                                                                                                           Amigo Bernardo Socha:
Ab. Reinaldo Ramírez
Ahora cuando se debate la reforma de la Ley 100, concuerdo con las apreciaciones, denuncias y lamentos del prestigioso Doctor SALOMON SCHACHTER; sus conceptos y sus análisis son válidos para el modelo de salud implantado en Colombia y los demás países que sufren este flagelo; la salud, vista desde la perspectiva neoliberal, es simple y llanamente un negocio financiero, donde lo que menos importa es la salud.
Este "modelo de salud" impuesto en nuestro país por el capital financiero internacional es un mecanismo perverso para apoderarse de los recursos de la salud e incrementar las ganancias de unos pocos que nada tienen que ver con el ejercicio de la medicina y menos con la salud; el neoliberalismo ha convertido la enfermedad en uno de los negocios más rentables y de paso ha destruido y degradado la reputación de los médicos; el aprendizaje y el ejercicio esta noble e importante profesión son hoy un eslabón más del negocio financiero que pisotea por igual la dignidad de los médicos y los derechos a la vida y al bienestar de los pacientes.
La supuesta universalización de la salud en Colombia y en los demás países donde campea a sus anchas este "modelo" es solo una falacia estadística para justificar de algún modo el traspaso de los recursos públicos y privados de la salud a los monopolios farmacéuticos, a los bancos e inversores y a los demás negociantes que se lucran a destajo con la industrialización del dolor, los traumas y la enfermedad de los pacientes; cómo puede hablarse honestamente de la universalización de la salud en nuestro país cuando los pacientes son víctimas del llamado "paseo de la muerte" y deben recurrir a los jueces para que, mediante tutelas, obliguen a las empresas prestadoras del servicio a efectuar tardíamente un procedimiento quirúrgico o a entregar al paciente una droga fundamental para el tratamiento y curación de sus enfermedades y cuando los medicamentos esenciales tienen precios extravagantes que superan en un ochenta y noventa por ciento el valor de venta al público que  rige en otros países, por ejemplo, para no ir tan lejos, en Venezuela?
Todos los colombianos debemos unir nuestros esfuerzos  para devolverle el derecho a la salud a todos nuestros congéneres y restablecer en la conciencia de los pacientes la dignidad y el respeto que justamente merecen los médicos y los demás profesionales de la salud.
Atento saludo,
Reinaldo Ramírez  

jueves, 5 de marzo de 2009

QUE TEDIO ACUDIR A SERVICIOS DE SALUD

Por Martha Clemencia González M
Desde España, especial para bersoa.com
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Acabo de llegar de visitar un servicio de urgencias de la Seguridad Social española, ya que mi hija de seis años estaba aquejada de un fuerte dolor de oído.

Supongo que ya muchos estarán pensando en esta situación que es igual en muchísimas partes del mundo y sabrán perfectamente que cuando se debe acudir a este tipo de servicios, el sentimiento del usuario es casi generalizado: impotencia y hasta frustración. No hay necesidad de hablar entre quienes estamos en una sala de espera con nuestro hijo o pariente dando gritos de dolor sin que sea atendido; o que reciba atención, pero sin ningún asomo de calidez, cortesía o consideración…sobran las palabras…solo mirarnos y sabemos cuál es el sentimiento de todos por igual.

Por qué tiene que ser así?. Es el mismo mal de tooooda la vida; y lo pongo así, con muchas "o", porque sinceramente es como tener que acostumbrarse a llevar un yugo sobre las espaldas por larguísimo tiempo, sin que exista, al parecer, solución al problema...mejor dicho, es como dirían algunos, el cuento de nunca acabar que aburre y sabe amargo.

En estos servicios de urgencias, por lo general, es impensable imaginar en no tener que encontrar a la persona (llámese médico, enfermera, auxiliar o recepcionista e incluso vigilante) que ponga la nota discordante, haciendo gala de su falta de humanidad, de su frialdad, de indiferencia; reflejados todos estos "hermosos y exquisitos atributos", en un rostro y en un tono de voz que para nada se prestan a la amabilidad o comprensión con la gente que acude en busca de ayuda médica.

Es obvio que siguen siendo inaceptables los horarios que se ven obligados a cumplir quienes trabajan en los servicios asistenciales, en las clínicas o en los hospitales. Es lógico también pensar que estos horarios sean uno de los principales factores para que el cansancio no permita otra cosa que salir al paso con el que menos confianza se tiene..en este caso, con el paciente; al fin y al cabo es el más débil (pero no olviden que nunca se está allí por placer o por gusto)... Es casi como un ejercicio inconsciente en el que el que lleva "la sartén por el mango" (en este caso los médicos, enfermeras, auxiliares o recepcionistas), se siente con el poder suficiente para saber con certeza que a pesar de su mal comportamiento, el paciente no podrá hacer más que aguantar y callar..cuando mucho reclamar,,pero casi siempre en voz bajita y hasta con temor de no ser atendido o de recibir una asistencia aún más deplorable.

Es inaguantable para los pacientes y debería ser vergonzoso para los profesionales de la salud que esto ocurra. Infortunadamente son contadísimos los ejemplos que hacen excepción a la regla..tanto por una parte como por la otra..me refiero a los usuarios (los que no tienen queja alguna) y a los servicios de salud (los que funcionan como debe ser tanto en lo humano como en lo técnico).

Las Universidades o Centros que forman a los futuros prestadores de los servicios de salud en todo el mundo, deberían hacer un ejercicio profundo y contundente para replantear el pensum académico que ofrecen a estos estudiantes. Quizás es hora de dictar cátedra hasta de "mística laboral"...eso sí...dictarla todos los años que dure la carrera y poner al frente de ella al más exigente de los catedráticos. Igualmente podría ocurrir con las asignaturas de trato personal, de buenas costumbres, de amabilidad, de humildad (importantísimo!), de comprensión de las fatigas del ser humano y de todo cuanto pueda conllevar a replantear el servicio; yo diría que incluso a "re"formar la actitud de quienes quieran encargarse de la vida y la salud de los demás; nada menos que de esto !!!.

En otras palabras, los estudiantes de las Facultades de Ciencias de la Salud, deberían graduarse como "los mejores seres humanos", emocionalmente hablando..aparte, obviamente, de sus conocimientos técnicos.

Por ahora, este compromiso de vida y de generosidad con los demás, que tácitamente está implícito en el juramento hipocrático, está escrito en letras chinas para muchos profesionales de la salud. Es una utopía pensar en generalizar el hecho de encontrar en los servicios de salud, rostros sonrientes, personas que sepan escuchar y hablar con la gente, profesionales que hasta te den la mano cuando llegas angustiado o desesperado por la enfermedad...con seguridad esto sería un punto fundamental para la pronta recuperación.

Los médicos, enfermeras, auxiliares, recepcionistas y hasta vigilantes de los servicios de salud, no deben sentirse ofendidos ni atacados por este escrito... No, en primer lugar los que saben a conciencia que no están descritos aquí. Y los que muy en el fondo de su corazón, saben que hay razón en lo que aquí se ha dicho, recordar que siempre es de sabios rectificar.
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