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domingo, 15 de enero de 2023

¿Riesgos de improvisación en la transición energética?

Por: Bernardo Socha Acosta
La transición energética parece haberse convertido en un rompecabezas que nadie entiende, porque se supone, en el buen sentido de la lógica que, para ensillar, primero se deben comprar las bestias.

En el caso de Colombia se afirma que el gobierno le apunta a una Transición Energética Justa, con un plan sobre el cual el Ministerio de Minas y Energía diseña una hoja de ruta, que será publicada en mayo próximo.

Pero lo que el común de la gente opina, es que, se quiere reducir la producción y el consumo de combustibles fósiles como gasolina, Acpm, el carbón y otros, sin haber puesto en operación las fuentes que van a sustituirlos de forma equilibrada.

El programa se define como el componente de cambios en los modelos de producción, distribución y consumo de energía para hacerlos más sostenibles y su objetivo es transformar un sistema energético basado en los combustibles fósiles, en un sistema energético basado en las energías renovables.

Dicen los críticos que desde ya el gobierno viene adoptando medidas para desestimular la compra de vehículos, medidas que se patentizan con el encarecimiento constante y desmedido de los combustibles. Con los altos precios de la gasolina, Acpm y demás, se está demostrando una primera improvisación que va dejando la huella marcada entre la clase trabajadora que tiene un vehículo para su diario desempeño laboral con el cual busca lograr el sustento, pero con esos precios de los combustibles, qué ilusión le queda al trabajador hacer esfuerzo para medio sostener un hogar, ya sea como taxista, transporte colectivo, de carga y de hasta mochilero.

En este o, cualquier país de gente trabajadora, el 90% de quien tiene un vehículo no lo tiene por lujo, sino como un medio para ganarse la vida. Ese 10% restante si tiene vehículos por lujo y por tener en qué invertir las grandes fortunas que le llegan, buena parte proveniente de esa franja de trabajadores que para cumplir su misión debe pagar, como por poner un ejemplo de tantos que hay, donde el transportador intermunicipal e interdepartamental debe quitar de sus ingresos hasta 10 mil pesos o más, cada vez que pasa un peaje y cuando encuentra hasta 2 o 3 por departamento, a cuánto se elevan esos gastos. Con esta consideración quiero hacer ver que el encarecimiento de los combustibles tan exagerado, es la muestra de la improvisación de la transición energética, porque, dónde están las alternativas con las que no se golpee al trabajador. Es cierto que todos debemos poner en un proceso de cambio, pero que no se le recargue todo al pueblo.

Es que la transición energética no puede convertirse en un nuevo azote de la clase trabajadora colombiana. La transición energética, si es que el gobierno está verdaderamente interesado en hacerla una realidad, debe ser un proceso armónico en el que las comunidades no se vean lesionadas en sus exiguos intereses.

Este proceso, hablando de la reducción de combustibles fósiles, debe tener un desarrollo equilibrado para que los fabricantes de vehículos automotores reciban también incentivos del gobierno tanto para producir como para poner en el mercado los nuevos automotores eléctricos que estén al alcance también de quienes trabajan, y no solo para privilegiar los poderes económicos.

Si la transición energética es un proyecto ya sustentado en la ley, este paso o cambio de, utilizar insumos contaminantes, para llegar a utilizar energías limpias, no puede traducirse en látigo para la franja de la población que mediante su trabajo hace posible la evolución de la economía colombiana. El gobierno estará en la obligación de velar para impedir que ese paso, de unas energías contaminantes, a un sistema limpio de energía como la eléctrica en los vehículos y la que se utilizará en las industrias con la energía solar y eólica, no sean motivos para castigar a quienes siempre llevan las de perder en el desarrollo de una sociedad. (bersoa@hotmail.com)

domingo, 18 de septiembre de 2022

La podredumbre que socava los poderes públicos

Por Bernardo Socha Acosta
Nadie desconoce que Colombia este en medio de un océano de dificultades, por la violencia, el hambre, el ataque de los fenómenos naturales, inseguridad y un sin número de problemas que a cualquiera le trae frustración y desesperanza.

Y es natural que a muchos los agobie y les traiga hasta desconfianza; seriamos ilusos, ingenuos y ciegos pensar que estas cosas no existan, pero esto no nos da derecho a ser tan ingenuos, débiles e ilusos como quienes quieren que en menos de 2 meses un gobierno corte la interminable cadena del infierno que hemos heredado de las pasadas administraciones que nos llevaba hacia el peor destino del mundo.

La podredumbre que ha socavado la estructura de los poderes públicos de la república de Colombia demandará varios años para limpiarla. Y en ese sentido, dice la opinión, que las ramas del poder están contaminadas de lo peorcito del mundo: la corrupción y el desaforado apetito de poder que las han llevado al fondo.

Parece increíble pero es la realidad, que muchos,…pero muchos de quienes se precian de intelectuales declaren y escriban toda clase de sandeces que dejan la impresión de estar defendiendo esa podredumbre, que los pone en la fila de los peores profanos que hayan existido en el planeta.

Esos personajes, o pecan de rústicos y de necios, o tienen atrofiado el sentido común, porque en nombre de la tan cacareada democracia y libertad de expresión, nadie puede incurrir en faltas de ética y menos pretender sembrar el odio, cultivar la mentira, fomentar más violencia y la incertidumbre de la que ya nos tienen azotados.

Esos sabios de marras se suman a unas minorías del congreso de la república que aprovechándose de su equivocada posición y de la desdichada decisión de quienes los eligieron, presumen ser los salvadores y se oponen a cuantas propuestas que, de buena fe hacen las mayorías para buscarle salidas a lo que nos han dejado los politiqueros que manejaban el país.

Algunos, de esas mismas minorías que desde el congreso de la república actúan para destruir las cosas buenas, ahora ya están apuntándole al proyecto de PAZ total propuesto por el gobierno, para meterle zancadilla y buscar cómo frenarlo, porque son sencillamente amigos de la violencia que no quieren un país mejor. Como ellos no fueron capaces de llevar adelante el proceso de paz firmado en la administración del momento, pues ahora tampoco quieren dejarlo salir adelante, porque demuestran el espíritu violento.

Ya han hecho hasta lo imposible por torpedear el proyecto para que los que devengan pensiones MAYORES de 10 millones de pesos pague progresivamente impuestos y aporten algo para los programas sociales. Solo la conciencia de cada uno de ellos sabe, qué otra artimaña se inventen para torpedear proyectos que la sociedad colombiana está reclamando.

Es el momento de decirle a esos personajes, ya sea dentro o fuera del congreso de la república, que hagan algo positivo para la sociedad colombiana; sus electores ya están cansados de llevarlos como sus representantes ante el Congreso de la república y no han hecho lo que los colombianos aspiran. Han hecho todo lo contrario: alimentar la mentira, el odio y la violencia.

Ya es hora de ver el vaso medio lleno y no el vaso medio vacío.

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