Por Gerardo Delgado Silva
Si un pueblo se abandona de la
justicia, habrá perdido el gran soporte que le da sentido a su existencia y
estaría próximo el abismo insondable.
El recurso a la violencia se
explica muchas veces por pulsiones subjetivas que obran en individuos
repugnantes como Trump, un megalómano con sus tendencias aniquiladoras de la
juridicidad, pues no hay autoridad superior que pueda determinar si un caso
dado se justifica su ejercicio, ni cuales pueden ser sus alcances. Estos se fijan por la voluntad de dominio y
la eficacia destructiva de los medios de quienes lo invocan. El presidente Trump, pretende distorsionar el
ejercicio del poder público, considerando que el gobernante debe gozar de
cierto estatuto privilegiado desde el punto de vista del derecho penal, pues se
asocia con ello cierto idealismo. Los
móviles y los medios que pretende utilizar van en contra de los principios
básicos de la civilización e incluso contra los más elementales de toda
convivencia que merezca llamarse humana.
La monstruosa y aberrante
exaltación y por consiguiente justificación que en días pasados hizo el
presidente Trump, de la tortura en ciertos eventos, es la saturación de la
megalomanía y la desestabilización de la democracia.
La psicología judicial explica
estos comportamientos, como pulsiones subjetivas que obran en personas que
experimentan enormes dificultades para adaptarse al entorno social.
El rasgo más persistente de la
ideología nazi en la que se subsume el señor Trump, es su irracionalidad. La democracia se ha basado en la razón y en
el acuerdo pacífico entre una pluralidad de pareceres. No obstante, para Hittler, estas ideas no
tenían sentido, así lo expreso.
Los hechos atestiguan que la
personalidad de Hittler fue la clave tanto del asombroso establecimiento, como
del colapso aún más asombroso de la efímera dominación por parte del Tercer
Reich Alemán sobre el resto de la Península europea del Continente Asiático.
El Señor presidente Trump,
presenta al mundo un espejo donde muchas contradicciones del hombre moderno se
reflejan con acusadora precisión. Predica la libertad de opinión, pero quiere
practicar el control efectivo de la prensa, la radio y la televisión. Es la función de una ideología y práctica
autoritaria que puede compararse a la función de los síntomas neuróticos y su
mentalidad de totalitarismo.
Habiéndose separado el
presidente a los pocos días de su mandato, de su sagrada misión, avanza
frenético con las fuerzas del caos y la anarquía, el dinero unido al
poder. Sin el anhelo de elevar la
dignidad de la sociedad en el mundo entero, de preservar nuestros valores, por
encontrar unos rumbos más esplendorosos, sólo muestra la desmesura de la
ambición de poder.
Por todo lo que ha dicho, se
abandona de la justicia y el derecho, como ya lo había hecho Calígula, hace
tantos siglos, perdiendo el gran soporte que le da sentido a la existencia del
pueblo como exprese al principio.
Ahora, ha prohibido este señor
Trump monstruosamente el ingreso de musulmanes a Estados Unidos. Es su política migratoria, todo lo contrario
a la política civilizada que debe realizarse dentro del dialogo y la persuasión
racional. Aquí están sus tendencias
aniquiladoras de los derechos humanos, despertando y movilizando aquellas
fuerzas diabólicas del hombre que creíamos inexistentes o, por lo menos,
desaparecidas hace tiempo.
La presidencia de Trump, solo
es concebible como producto del estado de degradación que se está viviendo en
Estados Unidos en los actuales momentos.
La gente de bien, ha tenido
actos de entereza pública como lo hemos observado en el resto del mundo,
congregándose en defensa de sus valores políticos y morales que se propone
abolir el Señor Trump, y que se explica por esa mentalidad autoritaria y ese maniqueísmo
horripilante. Y lo más grave es que la
situación actual es aún susceptible de empeorar, y realmente cada día va
empeorando más.
Cuando el gobernante se
desborda, sobre sí mismo, cuando exige que las lealtades le sean obedecidas
conforme a la obediencia es cuando los gobernados le hacen saber que ya no
gobierna.
El señor Trump, ¿Es un líder
nacido después de una confrontación ideológica y ética? ¿Ha sido un defensor de
los intereses nacionales en ese país en todos los aspectos de la vida republicana?
Su elección, se produjo cuando
la política torció su rumbo de servicio público para convertirse en un negocio
de trastienda. Por ello, dicta decretos
acomodaticios creyendo que así se consagran con las aguas bautismales actos
proditorios, pérfidos, como el veto migratorio, repetimos, para los musulmanes
y latinos. Está a tan corto tiempo de su
mandato este señor Trump en la imposibilidad de recibir ni de darse un
certificado de virtud.
Lo que caracteriza al Estado
de Derecho (como lo expresé hace corto tiempo) al que aspira toda organización
política de tipo constitucional, y muy especialmente la republicanodemocrática,
es la sujeción de toda actividad gubernativa al imperio inexcusable de un
determinado orden jurídico.
Toda facultad de carácter discrecional
de un mandatario, es por su naturaleza, antisocial y antijurídica. El ejercicio de cualquier autoridad debe
mantenerse estrictamente dentro de un ámbito fijado de antemano por la
Constitución y por la ley.
El señor Donald Trump, se
considera tal vez, por su incontable dinero que posee, un amo irascible, que
fuera de toda ley, quiere aplastar a los latinos, a los árabes, al mundo
entero, y hacer que caigan de rodillas.
Un psicópata. En pasado artículo
exprese: Marshall, el gran presidente de la Suprema Corte de los Estados
Unidos, dijo en uno de sus famosos fallos: “El gobierno de los Estados Unidos
es el de las leyes y no el de los hombres, y cesaría desmerecer tal
denominación si las leyes no estableciesen un remedio contra las violaciones de
los derechos reconocidos”.
El señor Trump se apresta a un
gobierno de brutalidad burocrática organizada con el totalitarismo
contemporáneo, para conseguir la alienación de las masas que no pueden sino
perder su albedrío, anulando todo intento de libertad individual. Nadie puede tener ideas propias. El poder se tornará tenebroso, gigantesco,
invencible.
En las Sagradas Escrituras
podemos encontrar estas palabras esplendorosas: “A vos Señor levantaremos
nuestro espíritu para que con vuestra protección nos veamos libres de los
peligros que nos amenazan”.
“Dejemos, pues, las obras de
las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz”.