sábado, 31 de julio de 2021

Los tinglados de la farsa

Mario González Vargas
Los afanes que suscitan las elecciones del 2021 han acentuado el escenario de artificio que venía ya prevaleciendo, muy ajeno a las premuras y las realidades por las que el país atraviesa por razón de retos actuales o de viejos padecimientos sin resolución. Así, se ha pretendido construir un relato de fantasía que tiene por consolidada una paz añorada, pero hoy acribillada por la multiplicidad de diversas organizaciones armadas ilegales que se expanden por territorios más extensos de los que sufrieron la criminal actividad de los frentes de las Farc. La paz no se hizo realidad con el acuerdo del teatro Colón, como que hoy el número de desmovilizados se encuentra ya igualado, sino superado por los contingentes del ElN, las varias disidencias de la Farc, las organizaciones del narcotráfico y las que conjugan amplios espectros delincuenciales, que validos de los incentivos propiciados por la negociación y de los apoyos externos, han llegado a amenazar principales centros urbanos de Colombia con acciones terroristas que tuvieron como blanco hasta la propia vida del presidente de la república. Huérfana de verdad, justicia, reparación y no repetición, han convertido esa supuesta paz en un espejismo costoso que divide a los colombianos, impide derrotar a los violentos y paraliza todo esfuerzo por alcanzarla. Es un dogma insustancial con espectro de catástrofe social, ética y política.

Y lo propio ocurre con la manipulación del descontento generado por los efectos sociales y económicos de la pandemia y las deudas insolutas con una sociedad que resiente la ineficacia de las instituciones y la corrupción rampante que las corroe. La intransigencia paulatinamente convertida en odio, como instrumentos para trocar democracias imperfectas por totalitarismo implacables, bajo ropajes engañosos de progresismos, responde a la tarea de convertir sueños etéreos en sufrimientos colectivos a perpetuidad, como lo evidencian los regímenes cubano, venezolano y nicaragüense. El comité del paro, no contento con haber contribuido a diseminar el covid, sumó a la enfermedad los costos producidos por la violencia y destrucción que promovió, y hoy conmina al Congreso a aprobar sin deliberación un paquete legislativo de su propia cantera, so pena de reanudar el vandalismo y hacer del odio y la destrucción las parteras de un régimen revolucionario, en la mejor tradición de los hermanos Fidel y Raúl Castro. Todo ello viene construyendo un tinglado de intransigencia que exalta la imposición sobre la deliberación y sepulta la libertad de disentir o convenir alternativas, como si la solución a nuestros problemas se consiguiera con el decaimiento de las libertades y la imposibilidad de acuerdos. Ese escenario ya comienza a propagarse en países vecinos y suscita adhesión en el extremismo de Petro y las fuerzas que le son cercanas. Vivimos una coyuntura que reclama consensos si no queremos naufragar en la reedición de fracasos ya conocidos en el continente. Paz, democracia, justicia, equidad y desarrollo son aún las metas por alcanzar y el temario de los acuerdos que las faciliten. Para ello se necesita una ética que todavía nos es esquiva.

sábado, 24 de julio de 2021

Del extremismo a un espacio de matices

Mario González Vargas
Todo parece indicar que los acontecimientos del 20 de julio pondrán fin al escenario de violencia y destrucción que venía prevaleciendo en el país desde el 28 de abril. Por fortuna, las tareas de los servicios de inteligencia y las medidas de prevención que se adoptaron lograron disuadir y contener la espiral de vandalismo que había acompañado sistemáticamente las movilizaciones en las principales capitales de Colombia, desbordando la capacidad de aguante y resiliencia de la ciudadanía. El día patrio significó el final melancólico de un paro nacional conducido con exacerbada irracionalidad, el que, al tiempo que silenciaba todo dialogo posible, le infringía al país cuantiosos daños y calamidades. En el recinto del Congreso, el discurso del presidente abriendo espacios para concertaciones con futuro y la calamitosa derrota del principal instigador y uno los artífices de las devastaciones para ocupar la segunda vicepresidencia del Senado, retratan el aislamiento de Colombia Humana, su extremismo radical, y abren espacios legislativos y de entendimientos para la adopción de nuevos acuerdos y políticas que respondan a las necesidades apremiantes que afligen a nuestra sociedad. Así lo terminó entendiendo hasta el hirsuto comité del paro que llevará al Congreso sus iniciativas.

Se abre así el nuevo espacio que conduce hacia las definiciones electorales del primer semestre del año entrante. No estará por supuesto exento de altibajos, pero a pesar de las dificultades que se presentarán por la polarización que se vive en Colombia y en el continente, con la intromisión foránea que ella supone, habrá margen que permita decisiones que mejor respondan al fortalecimiento del régimen de libertades y a los imperativos de la seguridad nacional. Los colombianos tenemos la posibilidad de alcanzar un juicio informado sobre la solución aportada por los ciudadanos de países hermanos a los retos que nos son comunes. Las elecciones presidenciales en Perú y Nicaragua pueden ilustrarnos sobre como empieza y se consolida un régimen socialista, en el que terminan pereciendo las libertades y quienes las defienden, y cuyo advenimiento implica inminentes y graves peligros a la seguridad nacional e integridad territorial. O la de Chile, que podría demostrar que es posible detenerse ante el abismo. Entre nosotros, todo está aún por definirse: los candidatos, sus alianzas y sus programas, pero esas decisiones que parecerían no escapar a las rigideces ideológicas, pueden y deben construirse sobre consensos sobre lo fundamental que exige el perfeccionamiento de la democracia y que son posibles siempre que los actores se encuentren alejados de las perversiones de los extremismos. El país necesita de un ambiente de confianza para el ejercicio de sus libertades que es siempre ajeno al extremismo y la radicalización. A los que quieren imponer un régimen a su acomodo e intereses hay que significarles que en una democracia los derechos reconocidos por la Constitución no son negociables. Tengamos claridad sobre que nuestra democracia no puede sustituirse por la que pretenden el ELN, la segunda marquetalia y el régimen de Maduro. En las próximas elecciones escogeremos entre los distintos matices que nos ofrece nuestra democracia.

lunes, 19 de julio de 2021

El Informe de la CIDH y su Obsolescencia (II)

Mario González Vargas
El informe de la CIDH sobre Colombia ilustra bien el proceso de politización que ha venido afectando seriamente su legitimidad y credibilidad. Concebida para promover la observancia y la defensa de los derechos humanos, en los dos últimos decenios se ha visto cooptada por miembros de las ONG internacionales y continentales, de radical orientación progresista, que hoy ejercen hegemonía que desnaturaliza la vocación con la que fue creada. Pensada para formular recomendaciones a los gobiernos de los Estados Miembros en materia de Derechos Humanos y para tramitar las peticiones relativas a las violaciones de esos derechos, al amparo de la militancia y credo ideológico de sus miembros se fue convirtiendo en escenario político interventor, condescendiente con los gobiernos afines, pero parcializado con los otros para caracterizarlos como infractores a los DDHH con la aplicación de estándares construidos con expertos de su misma cantera. Con ello, se despojaron de la necesaria imparcialidad, que además cobró escandalosa morosidad que hoy afecta los casos tramitados en el sistema que pueden alargarse por más de veinte años, y buscaron la consonancia de los fallos de la Corte con sus criterios jurídicos, siempre impregnados de altas dosis de origen ideológico y de intencionalidad política.

No contentos con ese predominio, alcanzado gracias al desinterés o ingenuidad de los gobiernos democráticos que se prestaron para llevar a la Comisión candidatos provenientes de las ONG, se inventaron un panel de expertos para entrevistar los candidatos propuestos por los gobiernos, cuyo dictamen de idoneidad determina su elegibilidad. Así lo denunció recientemente el exmagistrado de la Corte Constitucional Carlos Bernal, propuesto por Colombia, que rehusó someterse a un interrogatorio elaborado para estigmatizar sus creencias filosóficas, religiosas y políticas. La unanimidad incontestada.

Quizás la solución a tanto extravío se encuentre en las determinaciones y preocupaciones que se han tomado y expresado en el Sistema de Derechos Humanos Europeo. Hace varios años eliminaron la Comisión por la morosidad que aportaba a la resolución de los casos de violación a los DDHH y por la excesiva representación que en ella tenían las ONG. Este año, los ministros de relaciones exteriores de los 47 miembros del Consejo de Europa, reiteraron su respaldo a la independencia de los jueces de la Corte Europea de los Derechos del Hombre, que juzgan comprometida por la excesiva representación de las ONG, financiadas por la ONG Open Society, susceptible de comprometer la independencia judicial y de favorecer posibles conflictos de intereses que afectarían la transparencia del sistema y la credibilidad de la Corte. Colombia ha estado siempre atenta a promover reformas que fortalezcan el sistema interamericano. En medio de esta polarización política-ideológica que se extiende por el hemisferio, no se puede, ni se debe ignorar los efectos que la parcialidad de la Comisión pueda tener sobre la democracia colombiana y de otros países miembros de la OEA, y aconseja iniciativas que procuren la integridad del sistema interamericano para que no prevalezca la desnaturalización de sus principios y fines que provocaría su obsolescencia.

domingo, 11 de julio de 2021

La osadía contra el covid, un costoso y mortal riesgo

Por: Bernardo Socha Acosta

El atrevimiento, la audacia y la desobediencia, que optaron muchos menores sin control de sus padres, comenzó a pagarse con los contagios del covid que los está llevando hasta la muerte por estos días en Santander. 

Las noticias revelan que los jóvenes menores de 18 años están ocupando importantes lugares de la franja de infectados de la mortífera enfermedad y muchos de ellos ya han muerto porque no han, ni podido ingresar a una cama UCI ante el colapso de la Red pública hospitalaria, a propósito de la alta demanda del servicio.

En Santander este fin de semana, sorpresivamente las personas contagiadas de covid, un alto numero son menores de 18 años. 

Sobre ese análisis, consideraron las fuentes que manejan este tema, que si  no fuera por los contagios de los menores, en Santander a la fecha ya el covid estaría extinguiddo y solo quedarían los 12 mil pacientes que reciben tratamiento y se recuperan en sus casas de habitación.

En estos momentos en Santander y posiblemente en otras secciones del país, ya las personas mayores, por una parte están comenzando a quedar inmunizadas con las vacunas, y por otra son las personas que se cuidan solas y la mayoría no necesitan un policía detrás para adoptar las medidas de seguridad; pero los jovencitos por su orgullo, falsa independencia y aparentar ser superiores que los demás, y hasta  desafiar a las autoridades, comenzaron a pagar caro la osadía.

Con estos informes, se deduce que el contagio de coronavirus, que comenzó atacando y llevando a la muerte a personas adultas mayores o con comorbilidades, va a resultar al final de la pandemia, afectando hasta causar la muerte, y con bastante fuerza, a los jóvenes menores de 18 años que no han ahorrado oportunidades para realizar en sus casas o la de los vecinos cómplices, fiestas clandestinas para bailar e ingerir licor sin guardar una sola medida de protección contra el contagio.

Y todavía estamos a tiempo para que los padres de familia, aunque corran el riesgo de ser amonestados y hasta castigados con la ley que crearon los famosos padres de la patria y el gobierno, apliquen correcciones a sus hijos e impidan que no se lancen a la aventura del contagio de la peor enfermedad que se haya generado en la historia, y al final tengan que llorar infructuosamente la partida mortal de sus hijos.

Y si continúan las famosas marchas de protesta que, algunos dicen ser otra pandemia,  pues los niveles de contagios se mantendrán  y las muertes serán el premio luctuoso para muchas familias.

bersoa@hotmail.com

lunes, 5 de julio de 2021

Carta de don Casimiro Pregonas a la opinión

Bernardo Socha Acosta
Nos escribe don Casimiro Pregonas para comentarnos algunas noticias de la actualidad y sostiene que hay razón cuando las comunidades protestan para reclamar sus derechos, pero también critica al llamado Comité de paro por ser carente de seriedad por presentar peticiones que se salen de todo contexto.

Este es el texto de la comunicación

Quiero referirme al paro nacional de protesta contra los abusos del gobierno nacional en lo relacionado con la fracasada Reforma Tributaria en la que se proponía como una forma de inquisición para sacarle los pocos ingresos que tiene la clase baja y media de este país.

Y,  si miramos con atención  el origen del paro, vemos que el gobierno nacional ha sido el culpable de todo ese desorden social que se ha presentado y que aún subsiste. Ese ministro de hacienda autor de dicha reforma Tributaria –Claro con la anuencia del presidente Duque- no se imaginó el revés y el estallido social que iba a producir el proyecto; el ministro apenas soñaba con ser el reyezuelo desde su despacho de hacienda, para aprobar todos los proyectos de despilfarro  burocrático de falsos ricos, que se le venían en menta a todos los de la Casa de Nariño y hasta del capitolio donde se reúnen los señores congresistas, quienes también podrían estar pensando que con esos $24 BILLONES que esperaba recoger el gobierno, o, arrebatarle a los colombianos, sería posible otro aumentico de las jugosas dietas que devengan.

Y agrega don Casimiro: Ahora hablemos del flamante Comité de Paro. Los señores que así se denominaron (Comité de paro) también ilusamente pensaron cambiar a Colombia de la noche a la mañana, transformándole falsamente la vida a una franja de la población, pidiendo desproporcionados  e imaginativos presupuestos, que, de dónde iban a salir.

Y, apunta don Casimiro sobre el sueldo básico… Estos señores del Comité de paro, pretendían ponerle sueldo básico a los que no les gusta trabajar, sino aprovecharse de las mayorías de la población laboriosa y honesta. Ese ingreso básico, no era sino un señuelo que incentivaba a los holgazanes.

Los señores del comité de paro prentendían convertir a Colombia en otra antigua Venezuela cuando el estado subsidiaba a los desocupados que no les gustaba trabajar. Esta propuesta era sin duda una forma irresponsable de buscar pactos con el gobierno, sin ninguna seriedad.

Y aquí vale la pena –dice don Casimiro- recordar lo que el Nuncio Apostólico en Colombia, (en reportaje con Caracol) monseñor Luís Mariano Montemayor dijo, al referirse al fracaso de las negociaciones con el gobierno y expresó… Es cierto que en esas negociaciones del Comité de paro y el gobierno ha faltado seriedad y en esta propuesta está plasmada la irresponsabilidad al sugerir un sueldo básico para todo el que no le guste trabajar sino tratar de vivir de los demás y eso era lo que querían los señores negociadores del paro. ¿Esto no es falta de seriedad? O cómo se llama esta urdía. ¿Una propuesta engañosa e irresponsable?  Ahí sí tuvo la razón el gobierno al ignorar esta clase de propuestas que no llevan a ningún resultado ni progreso.

Y don Casimiro remata su carta diciendo… Y las cosas que tenemos que escuchar y ver por cuenta de la civilización. Nos dejó sorprendidos la actitud de los señores nativos o tribus indígenas que de una forma no muy común se han extralimitado en muchos actos, todo por cuenta de la civilización. Si bien antes esos grupos se mantenían en circunstancias casi en el anonimato en sus comunidades, ahora se sobrepasaron y hasta perdieron los límites pidiendo lo habido y por haber  y hasta violentando sus propias reglas y las normativas del estado, al pretender también bloquear los medios de transporte y otros acto que desdicen mucho de estos grupos, antes muy respetados y admirados.  (Carta de don Casimiro Pregonas Cuartas)   

sábado, 3 de julio de 2021

La Hora para la Firmeza y Unidad Institucionales

Mario González Vargas
El vandalismo que acompañó las manifestaciones durante los últimos dos meses en varias urbes del país se ha convertido en un tsunami de destrucción que obedece a una preparación y ejecución fría y metódicamente planificada con la que se quiere sepultar la protesta pacífica garantizada en la Constitución. Hoy, se despliega con el uso de armas letales y de explosivos de variada índole, que develan la financiación de actores nacionales y extranjeros interesados en procurar la desestabilización de las instituciones y del gobierno que les permita la imposición de los objetivos políticos que se han propuesto alcanzar.

El propósito que se vislumbra sería el del establecimiento de guerrillas urbanas que apunten a un desgaste continuo del gobierno y de las instituciones democráticas, sin mayor capacidad de respuesta ante el remolino de críticas, informes y amenazas de sanciones, orquestado por las Ongs y replicado por las Comisiones de DDHH de la ONU y de la OEA. Esa finalidad para su despliegue requiere de ayuda constante que proveerán todas las fuerzas que por distintos intereses persiguen el derrumbe de la institucionalidad democrática que aún conservamos: carteles del narcotráfico, ELN, FARC, sectores políticos, étnicos y sindicales, gobierno de Maduro, Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla. Nelson Alarcón, vocero de Fecode, hizo claridad sobre la finalidad de los disturbios de perpetuarlos hasta las elecciones del 2022 para acceder al poder sobre la ruina provocada por la destrucción sistemática de los pilares de la democracia. Al día de hoy, los daños inferidos por la violencia y el vandalismo suman ya la cantidad que afanosamente pretende recaudar la reforma tributaria en ciernes para atender las urgencias sociales.

El primer eslabón de la fúnebre carroza sería el reconocimiento político que demanda la denominada “Primeria Línea”, prohijada por el senador Bolívar de Colombia Humana y recogida inexplicablemente por la ambivalente alcaldesa López, con la que se intenta establecer campamentos en las ciudades y con ello desplazar a los sectores sociales no violentos que hoy demandan la desatención del Estado y reclaman legítimamente soluciones a sus apremiantes condiciones.

El proyecto de ley para adoptar medidas que protejan y garanticen el derecho a la protesta pacífica y disuada la violencia y el vandalismo que la destruyen no basta si el gobierno no procede con la judicialización de los delitos que se configuran con el vandalismo y los bloqueos. Le corresponderá a la justicia demostrar eficacia en su misión y prontitud en sus decisiones, con las que disipe las dudas sobre su apego a la institucionalidad de la que hace parte. Es hora para la firmeza que contrarreste el uso de todas las formas de lucha que se anuncia contra el proyecto de ley, que se desplegará con la virulencia acostumbrada y que tuvo en el atentado terrorista contra el presidente su primera expresión. Los inmensos desafíos que confrontamos deben responderse con la colaboración armónica de toda la institucionalidad. De ella depende nuestra democracia. No sea que la institucionalidad entregue la soga con la que habrán de lincharla.

sábado, 26 de junio de 2021

¿Habrá Verdad para las víctimas y los colombianos?

Mario González Vargas
La Comisión de la Verdad, a pocos meses de entregar su informe final, convocó a las víctimas y sus victimarios, seguramente con el propósito de incentivar la obtención de perdón y escuchar la manifestación del propósito de enmienda de los señores de la guerra. Nada de eso ocurrió. Los capos de la antigua FARC no entendieron que el escenario era de profundo dolor que exigía sincera contrición, y lo rebajaron a un ejercicio de cinismo que no les permitió alcanzar la altura moral de sus víctimas, demostrando una vez más que la humanidad constituye para ellos un peldaño al que no han sido capaces de acceder. Ni siquiera la profunda expresión de padecimiento de sus víctimas pudo conmover la frialdad e insensibilidad de sus secuestradores. Ni un asomo de arrepentimiento afloró en sus intervenciones, ni mucho menos palabras que fueran bálsamo para quienes padecieron las atrocidades que les propinaron. Las palabras de Timochenko no pudieron disipar la naturaleza prepotente de quienes se saben libres de penas y castigos y usufructuarios de bienes mal habidos y de curules injustificadas que les dispensó el supuesto “mejor acuerdo posible”. La compasión y el arrepentimiento les son ajenos, y sin ellos no hay expiación posible.

¿Cuál es la verdad que pueden aportar sujetos de esa triste condición moral, si su interés se ha centrado en la satisfacción de todas las gabelas concedidas en el acuerdo de paz, como lo dejó explicito uno de sus intervinientes que no tuvo reparo en ese escenario de padecimiento en criticar al gobierno por supuestos incumplimientos? Hasta el día de hoy nada han dicho sobre la suerte de los menores reclutados, de los secuestrados desaparecidos, ni aclarado la cuantía y disposición de las fortunas acumuladas en el narcotráfico, ni revelado las rutas y socios en la comisión de esos delitos, ni esclarecido a quienes se refería Santrich cuando nombraba a la “familia” como beneficiarios de sus actividades de narcotráfico después de la desmovilización. No han reparado a sus víctimas de las cuales esperan perdón sin mediar contrición por sus fechorías. Y menos contribuirán a que justicia sea rendida, porque ya obtuvieron amnistías y ahora apuntan al olvido de sus crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.

Todos los episodios vividos hasta hoy pretenden notificarnos, con insolente prepotencia, de su visceral y continuos incumplimientos a todas las obligaciones y deberes que ellos mismos se impusieron en el acuerdo de paz. No alcanzan a percatarse que su auto exclusión de la búsqueda de soluciones a la situación que vivimos los inhabilita y condena a condición de parias en una sociedad que busca afanosamente desbrozar los senderos de su futuro con el fortalecimiento de su democracia, construyendo escenarios de equidad, fraternidad y solidaridad que fortalezcan sus instituciones y dignifiquen la vida de todos los colombianos.

La Comisión de la Verdad enfrenta el reto de proponer una formulación que se sobreponga a los mandatos ideológicos de sus miembros y contribuya a la reconciliación, elemento imprescindible de nuestro futuro. ¿Será eso posible?

sábado, 19 de junio de 2021

El cambio de tercio

Mario González Vargas

Después de más de cincuenta días de perturbaciones muchas veces acompañadas de muerte, vandalismo y destrucción, el saldo del paro nacional decretado por el Comité del Paro y acompañado por los partidos de oposición y sectores afines, arroja un resultado cercano a lo dantesco del que tardará el país años en alcanzar su recuperación. Los objetivos políticos perseguidos no se lograron, pero dejaron un sabor amargo en todas las personas y sectores que padecieron sus efectos y despertaron legitima reacción en el tejido social colombiano. El representante de FECODE no escondió el objetivo político de sus acciones al revelar que apuntaba a la derrota del Centro Democrática y la derecha en el 2022, sin importar los costos sociales y económicas impuestos al país. No en vano intenta hoy Gustavo Petro desmarcarse de las decisiones del Comité del Paro que él mismo instigó, alentó y acompañó, pero que hoy le resultan incomodas y perjudiciales a su desmedida sed de poder y que lo obligan a amnesia definitiva sobre sus acciones y solidaridades. Hasta el esperado informe de la CIDH, cuyo dictamen todos anticipamos, perdió relevancia ante el monumental y culpable desacierto de los responsables políticos de los delitos y violaciones de los derechos humanos que se vivieron a lo largo de los cincuenta últimos días.

Pero en términos del despliegue de todas las formas de lucha una infamia vencida se remplaza por otras que se pretenden más exitosas. Otros actores irrumpen en el conflictivo escenario en el que vivimos para apuntar también a los mismos objetivos de cambio del régimen institucional. El atentado terrorista en la Brigada en Cúcuta no puede entenderse como una acción caprichosa, sino que anuncia un cambio de tercio en el propósito de desgastar al gobierno y de llevar al poder a la extrema izquierda levantisca que no desecha ninguna forma de lucha por mortífera que resulte. No hay acción militar improvisada. Por el contrario, siempre obedece a minucioso planeamiento porque comporta objetivos políticos estratégicos. El carro bomba en Cúcuta reintroduce al terrorismo en el escenario político con la finalidad de repetir exitosamente el proceso con el que el anterior gobierno dividió al país, se burló de la voluntad popular y claudicó en un acuerdo de paz que sólo ha generado más violencia en Colombia. No tardarán los corifeos de la paz en clamar por nuevas negociaciones con dirigentes del ELN que reclamarán más privilegios e impunidades que los otorgados a las FARC, porque se saben inmersos en un escenario geopolítico favorecido por la presencia de actores extracontinentales en Venezuela, la solidaridad de la izquierda internacional y hemisférica, el sesgo de las burocracias de organismos internacionales y el activismo de ONG nacionales e internacionales y de los sectores afines nacionales. Pretenden condenarnos a repetir una historia dolorosa pero esta vez más incierta con ellos en el poder.

Opongamos legitima y pacífica resistencia porque en nuestra fortaleza y decisión descansan nuestros derechos y libertades que debemos conservar y acrecentar a partir del 2022.

sábado, 12 de junio de 2021

Carta abierta de don Rudecindo a quienes con marchas quieren llegar al poder

Bernardo Socha Acosta
Causó sorpresa, indignación y hasta risa, la divulgación de noticias, en el sentido de que las marchas que se han venido realizando en Colombia y que tanto daño le han hecho al país, son para preparar el terreno en favor de quienes aspiran llegar a las corporaciones públicas entre ellos el Congreso de la república en el 2022, y al mismo tiempo, con el fin de cerrarle las posibilidades a un movimiento político en ejercicio.

Agrega don Rudecindo en su escrito: Parece mentira, pero es cierto, que unos llamados dirigentes piensen así, para iniciar una campaña de atracción a simpatizantes, sin darse cuenta que con ese estilo de actitud y actuaciones,  que tanto dolor y hambre les ha causado a los colombianos de bien, lo que están es, ganándose el rechazo absoluto de los electores y de quienes jamás han sufragado, porque lo que han hecho con esas marchas en las cuales se gestó el vandalismo bárbaro, no hay espacio para quienes han sido damnificados de ese paro nacional. (Estoy contando lo que dice don Rudecindo)

Más adelante hace hincapié don Rudecindo y afirma: Yo estoy de acuerdo con las marchas de protesta porque son legítimas del pueblo amenazado por un estado que creyó dominar a sus gobernados como en las peores épocas de dictadura fiscal, imponiéndole a los colombianos una REFORMA TRIBUTARIA que a todas luces era el peor YUGO para sacarle por las malas los pocos ingresos que tiene el pueblo trabajador, y la protesta era necesaria, pero no con el látigo de los bloqueos de vías porque esta forma de protestar resultó PEOR  que la reforma tributaria, teniendo en cuenta que, esa forma de protesta  -los bloqueos de vías- nos puso a aguantar física hambre, enfermedades y hasta la muerte. Igualmente, esa forma de protestar –los bloqueos- atentó contra la producción nacional. Cuántos litros de leche, cuantos huevos se perdieron, cuántas gallinas y pollos murieron por los bloqueos y cuánta legumbre que hace el manjar de los colombianos se perdió en la fuente, todo por los bloqueos. Esos gravísimos daños, jamás se los perdonaremos a los organizadores de los bloqueos, que son los mismos del paro, dice con sentido airado don Rudecindo en su carta.

Finalmente expresa el remitente de la carta: Señores del llamado comité de paro; sean más creativos si verdaderamente quieren ganarse la simpatía de los colombianos para futuras contiendas políticas, porque con lo que han hecho no se merecen sino el rechazo y el desprecio de un país que quiere ávido, tener líderes que defiendan al pueblo con las ideas y hechos cumplidos, pero no con violaciones de todo tipo y paradójicamente al mismo tiempo estar reclamando respeto por los derechos humanos,   si son los primeros en violentarlo.

(Nota: No transcribimos el manuscrito por sus fuertes términos)

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