HORACIO SERPA
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Demacrados, acabados, tristes. Desconsolados. Desesperanzados. Con el corazón en jaque y sin un espacio para soñar. Así se vieron las nuevas imágenes de los miembros de la Fuerza Pública en poder de las FARC, algunos desde hace 12 años. ¡Vergüenza para un Estado que se precia de seguro y democrático!
Colombia no puede seguir mirando hacia otro lado, como si el drama de los miembros del Ejército y la Policía en manos de la guerrilla no fuera un tema trascendental, que debería mover la solidaridad nacional e internacional y la decisión política del Gobierno para permitir su regreso.
Las declaraciones del General Luis Mendieta, lo dicen todo: “sigo sobreviviendo”. Un acto de heroísmo en medio de tanto desprecio por la vida y la dignidad. Pero también un mensaje a una nación engolosinada con los resultados de la Operación Jaque, que permitió el rescate de Ingrid Betancourt, los contratistas norteamericanos y un grupo de uniformados.
Pero quienes siguen en la selva, pudriéndose en vida, con el alma rota y la dignidad pisoteada, cayeron en el olvido. A casi nadie le importa su suerte. Mientras tanto los secuestrados se hacen más viejos, más vulnerables, más perdidos en sus frustraciones. Y no somos capaces de romper las cadenas y devolverlos a la vida.
Hace bien Piedad Córdoba en mantener en alto, con tesón, la bandera de la liberación de esos compatriotas. A pesar de los desplantes, las malintencionadas críticas, las maniqueas caricaturas de su lucha por la paz, las acusaciones de guerrillera, es de las pocas personas que con valentía mantiene viva la consigna de la libertad de los plagiados.
Las nueve pruebas de supervivencia que ha logrado tienen que conmover al país y al mundo. Pero sobre todo a quienes tienen las llaves para su liberación. Ni la Iglesia, ni los países amigos, ni el Sagrado Corazón de Jesús, parecen poder revocar la orden de dejarlos podrir en la selva hasta que las FARC los liberen sin ninguna contraprestación, los rescaten a sangre y fuego o se mueran en el camino.
Lo que ha sucedido con esos compatriotas debe dolernos. Hemos sido incapaces de defender la honra, la vida y la libertad de quienes se jugaron todo por la democracia. Y con razón hoy se sienten abandonados a su suerte y traicionados por el Estado. Tiene razón el sargento Arbey Delgado en su reclamo al Gobierno Nacional. “¿Qué pasa con nosotros? ¿No somos seres humanos? ¿Acaso somos animales?”.
Por desgracia, no hallará pronta respuesta. Porque mientras se crea en el rescate militar, será casi imposible el intercambio humanitario. ¿Hasta cuándo? Nadie sabe. Porque este país esta embobados con la agenda del referendo, de espaldas a los grandes problemas con el vecindario y mirándose el ombligo como si este fuera el paraíso. Mientras en la selva los plagiados padecen el infierno. Regresarlos, liberarlos, devolverlos a sus familias, es una cuestión de solidaridad y dignidad nacional. ¿Es muy difícil entenderlo? Noticias de Santander >
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