Cartas del lector
Amigo Bernardo:
Amigo Bernardo:
En el comienzo de este año
electoral por excelencia y ante la avasalladora cascada de alzas en los servicios
públicos, los impuestos crecientes, el predial desbordado, la valorización
confiscatoria, la corrupción galopante y la violencia política y la
criminalidad que clavan sus garras en los más débiles. Como ciudadano del
común, me atrevo a hacer la siguiente reflexión:
Recibir una pensión para
paliar nuestras necesidades en la etapa final de nuestra existencia es una
justa aspiración de quienes hemos trabajado con tesón y honradez durante este
ya largo gran tramo de nuestra vida.
A manera de un simple
ejercicio de comparación, vale la pena analizar cuanto han desmejorado en
Colombia los derechos de los trabajadores con la implantación del modelo
neoliberal.
En efecto, si tomamos como
base la Ley Sexta de 1945 que estableció el derecho a pensionarse a la edad de CINCUENTA
AÑOS y, hoy, con los avances de la ciencia y la tecnología que hacen más
eficientes los procesos de producción, con base en la Ley 100, esa edad se ha elevado
a SESENTA Y DOS AÑOS a partir de Enero de 2014, sin ninguna justificación
valedera.
Es elemental que de 1945 a
2014, en cuanto se refiere al derecho a recibir una pensión de vejez, los
trabajadores hemos perdido DOCE AÑOS de nuestra vida y, por lo mismo, estamos
regalando DOCE AÑOS de trabajo que van a enriquecer hasta el infinito esos
fondos privados de pensiones que, hoy por hoy, son el negocio más lucrativo de
los bancos.
Lo más lamentable y triste de
esta injusticia es el silencio, la aceptación indolente de los millones de
personas que, solamente en Colombia, hemos sido expropiados de DOCE AÑOS de
nuestra vida sin que se haya oído una queja y menos una protesta de los
afectados y menos de quienes, desde las tribunas electorales y el Congreso, se
declaran sus defensores para reclamar el voto de los ciudadanos.
Atento saludo,
Reinaldo Ramírez
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