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lunes, 23 de marzo de 2015

"Demorragia"

Por Sergio Isnardo Muñoz
Quizás sin saberlo, estamos asistiendo a una hemorragia sin control de nuestra sociedad, hemos invertido el orden de los valores sociales y el bien común está como un mueble viejo en las prioridades de los políticos actuales. A ese fenómeno se me ocurre llamarlo "Demorragia".
Así como una hemorragia se define como la salida de sangre del sistema cardiovascular, generada por la ruptura de vasos sanguíneos como venas y arterias; la "Demorragia" es la salida de la gente del sistema democrático al encontrarse con una realidad abrumadora: la política actual. Ven que hay una ruptura entre lo que esperan de sus gobiernos ante tanta necesidad y la respuesta que reciben, que es lejana y no conecta con sus problemas. Ello ha ocasionado el fenómeno de la abstención, que no es otra cosa que la apatía, indiferencia, o en los términos arriba señalados, la "Demorragia".  
Se entiende que, con el establecimiento de la elección popular de alcaldes, el Estado pretendió empoderar a la gente en procura de soluciones para los problemas de los municipios. Pero el clientelismo arrasó con las normas y dio lugar a “republiquetas independientes”, en las que la mayoría de los alcaldes buscan su beneficio y el de sus amigos, sin tomar en cuenta, para nada, el destino de los ciudadanos.
En el caso de Bucaramanga, por ejemplo, es urgente asegurar un trabajo efectivo desde la alcaldía: la capital de Santander necesita un alcalde con formación para la gestión pública, capaz de planificar el desarrollo en las condiciones exigidas por las circunstancias particulares de la urbe y el mundo moderno, que convoque la voluntad de todos y que, desde luego, pueda ofrecer garantía de honestidad a una sociedad que ve en las prédicas de transparencia un simple recurso de campaña. La misión del próximo alcalde de Bucaramanga, entre muchas, será rescatar el "deber ser" de la gestión pública y por ese camino, reconquistar el respaldo de los ciudadanos.
En ejercicio de un auténtico liderazgo, otra gran misión del próximo alcalde, será la construcción de una alianza real entre el gobierno municipal, el sector privado, la academia y los sectores sociales, para diseñar y ejecutar una propuesta moderna de ciudad. Bucaramanga ya no es la aldea de 1930, ni siquiera la ciudad inquieta de los años ochenta, sino una gran ciudad metropolitana cuyos problemas se han agravado escandalosamente porque sus dirigentes no hicieron bien su tarea: no planificaron, no ejecutaron con responsabilidad, no pusieron diques al mal uso de los recursos públicos ni consolidaron una visión de ciudad que pudiera asegurar la continuidad de los procesos de desarrollo.
El reto es elegir bien en octubre, elegir como alcalde un líder y administrador capacitado y responsable, que obre en función de la ciudad del Siglo XXI, no sólo en defensa de sus intereses propios y los de la rosca tradicional, estamos a tiempo de encauzar el rumbo de Bucaramanga.
Estoy convencido de que buenos ciudadanos que construyen su propio futuro a través de la participación de iniciativas políticas renovadoras, son los llamados a detener la "Demorragia" que nos afecta.

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