Nos cuentan que era normal en
Colombia, cuando alguna persona se hallaba desempleada—y desesperada—recibiera
este "sabio" consejo: “Métase aunque sea de maestro”. Lo cual
describe la poca importancia que se confería a la educación y el escaso interés
del Estado en el apoyo a los educadores. Era la época en que los sectores
políticos más críticos del establecimiento argumentaban que a los gobiernos les
interesaba mantener al pueblo en la ignorancia, para manipularlo y explotarlo a
voluntad.
Hoy, por fortuna, el país
parece haber despertado a la conciencia de que, sin una buena educación, no
habrá progreso posible. El compromiso de la Ministra de Educación, Gina Parody,
de conseguir la transformación educativa en la próxima década, empieza a devolver
a los colombianos la esperanza de hacer de la educación, realmente, la
herramienta más eficaz para la conquista del desarrollo económico y social. La
ministra anuncia que los “docentes, directivos y personal administrativo de los
colegios que alcancen las metas de mejoramiento establecidas… podrán recibir un
estímulo económico equivalente a un salario adicional al año”.
Interesante, sin duda. Pero
cabe la pregunta: ¿Será que este minúsculo estímulo económico es suficiente
para cambiar la mentalidad de los colombianos respecto a la educación, para
resignificar la labor docente y, al tiempo, conquistar la voluntad de los
jóvenes de ir a las aulas y formarse apropiadamente para asumir los retos de la
vida? Y aquí surgen otras preguntas: ¿tenemos claro, los colombianos, lo que
queremos conseguir por medio de la educación?, ¿qué clase de país queremos
construir?, ¿quizás uno con criterio, capaz de formularse las preguntas
adecuadas, o tal vez uno innovador, en condiciones de enfrentar la competencia
global?
Para ello deben implementarse
políticas públicas que permitan una reforma real del sistema educativo, es
necesario formular propuestas ejecutables, que eleven la calidad de la
educación, entendiendo esta como el desarrollo de competencias de los estudiantes
que les permita desarrollarse integralmente y desempeñarse social y laboralmente para mejorar su calidad de vida.
Los retos de Bucaramanga en
educación no son menores, debemos entre otros asuntos, implementar un gran
centro de innovación docente que permita la continua formación y mejora, el
desarrollo de competencias a los maestros y el ennoblecimiento de su labor, la
jornada única aunada a la necesaria inversión en la infraestructura educativa y
la dotación adecuada son requisitos para que nuestra ciudad se tome en serio la
educación.
Post Scríptum: Gracias a miles
de bumangueses hoy somos la opción que registra el crecimiento más grande en la
intención de voto para la alcaldía de Bucaramanga según la encuesta que viene
realizando la prestigiosa firma Cifras y Conceptos, pero lo más importante es
que día a día continuamos registrando directamente el crecimiento de la ilusión
de todo un pueblo de transformar la ciudad.
Valoro profundamente la
respuesta de ese 5% de ciudadanos que creen que es posible cambiarle la cara a
Bucaramanga y lograr esa ciudad que tanto anhelamos y que nos merecemos.
Gracias Bucaramanga, falta mucho por hacer y sobran ganas por seguir haciendo.
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