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sábado, 12 de marzo de 2016

Columna de Opinión sobre captura de don Santiago

Me declaro en rebelión
Tomado de Revista Semana 
por DANIEL SAMPER OSPINA
Foto: Archivo
Dirán que me he vuelto sentimental, pero cuando vi a esa bancada ahí, arengando en el vacío, como pollitos sin gallina, se me partió el corazón.
Tengo una hija que está próxima a hacer la primera comunión y con ella me encontraba viendo el noticiero cuando informaron de la captura de Santiago Uribe.
–¿Ese señor era el jefe de los 12 apóstoles? –preguntó perpleja.
–Aparentemente –le respondí.
–¿Pero acaso no era Jesús, es decir, el Mesías?
–Pues el Mesías está reflexionando en su tristeza, pero el jefe era este…
–¿Y cómo se llama?
–Santiago…
–Qué raro –dijo ella–: el profesor de catequesis nos enseñó que Santiago era uno de los apóstoles, pero no el jefe…
–¿Y quién es el profesor de catequesis? –indagué.
–El curita.
–¿César Mauricio Velásquez? ¿Está en el país, para avisar a las autoridades?
En ese momento intervino mi mujer para salvar la situación.
–Ese señor –le explicó– no es el jefe de los 12 apóstoles…
–Eso está por verse –intervine yo–: pregúntale a Olga Behar…
–No, porque el verdadero líder de los apóstoles era un santo –insistió, mientras me abría los ojos como quien implora que no cometa más errores ante la niña…
–¿Un santo? –intervino la niña–: ¿como el santo Job?
–Así es –asentí–: como alias Job.
Sé que la pobre niña hace curso para ingresar a una religión en la cual a uno le echan sal y agua en la cabeza apenas nace; le explican que una paloma engendró a un Mesías con una mujer que no perdió la virginidad, y le dicen en la comunión que se va a comer la sangre y el cuerpo de Cristo, como un caníbal. Pero mi mujer es creyente, y la niña quiere comulgar, y en el fondo el cirio nos va a resultar muy útil cuando comience el apagón. Además, la religión católica enseña valores bonitos, como la compasión, a la que apelo cuando necesito algo: desde que mi hija asiste a catequesis, por ejemplo, la fórmula me ha resultado infalible.
–Pon el noticiero –le digo cada noche–: hazlo por compasión.

Y la niña cede. Esta vez también lo hizo, y por eso pude observar la protesta del uribismo luego de la captura de don Santiago. Continuar leyendo en Revista Semana

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