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martes, 5 de julio de 2016

Barboseños que son orgullo

Trafugario
Escribe: José Óscar Fajardo
Siempre que escribo este tipo de columnas tengo la precaución de explicar que ese estilo es producto de mi filosofía sobre el periodismo. Lo he dicho en muchas ocasiones, a mí los científicos y los intelectuales me producen un profundo respeto y una indescifrable admiración. No dudo en venerar a las inteligencias superiores porque ellos constituyen el más grande orgullo de la humanidad.  Pues por aquellos avatares del destino, pude conocer de cerca y comprender en buen grado el mundo de la física y las matemáticas, y de hecho asimilar algunos secretos del universo. La Ciencia y las Bellas Artes dan buena razón de las leyes del universo, así parezca que no. Albert Einstein o Van Gogh, por ejemplo. Esta vez tuve que fijarme y con sobradas razones, en mi buen y antiguo amigo Carlos Alberto Porras Suárez, excelente profesional, miembro de una de las familias más prestantes de Barbosa, pueblo donde la inteligencia es peste, y voy a demostrarles por qué. Primero que todo tengo que aclarar que allí no hay clanes de sangre azul, y que por lo tanto la clasificación debo hacerla por el desarrollo, progreso y uso de la inteligencia. Carlos desde muy “pelao” fue a parar al Instituto Técnico Industrial de Puente Nacional porque allí si había el bachillerato tecnológico al cual se adaptaba él por lo analista y lo pragmático de su pensamiento. Con esas bases físico-matemáticas y con su cartón de bachiller técnico industrial, terminó estacionado en la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional. Pero allí al poco tiempo lo reventaron las huelgas y las pedreas callejeras. En acuerdo con su familia, resolvió arrancar para la Universidad Javeriana donde, con la precisión de un relojito, se graduó de Ingeniero Civil. Luego hizo una especialización en Gerencia de Construcciones en la misma universidad, posteriormente Seminarios de Sistemas de Información Geográfica, y como si eso fuera “pescao”, finalmente realizó estudios de un Doctorado en Transporte que, entre otras, no pudo terminar. Si yo me pusiera a escribir la cantidad de seminarios y diplomados que ha hecho este hombre, necesitaría dedicarle una página entera del periódico. Carlos Porras fue Secretario de Planeación de Barbosa pero según me contó, esos puestos le “arrechan”, como decimos los santandereanos, porque tiene que vivir metido en la política y las palancas, y a él le gusta es demostrar sus capacidades profesionales. Dado que el hombre se dedicó a la investigación, entonces se ha desempeñado como profesor en la misma Universidad Javeriana, en la Uniagraria, en La Salle, en la Unimilitar Nueva Granada, en la Nacional y en la UIS. No obstante, lo curioso es que mi amigo Porritas resultó fue especializado en Topografía por una historia que aquí me es imposible contar. Y de esta materia, Topografía, fue el aparato que el ensambló y está patentando, y que recibió el sofisticado nombre de Multiorientador Universal, MOU.  Ya tengo un video técnico para TV, porque de ninguna manera es posible explicar en esta columna cómo funciona. Pero básicamente es una combinación de lentes montados sobre un trípode de Topografía. Estas coquitas o prismas de color anaranjado, 11 en total, le dan al aparato una apariencia extraterrestre de mecano embrujado para revisar el cielo, que es lo portentoso, y que constituye todo una revolución tecnológica en lo que tiene que ver con las técnicas modernas de la Topografía. En dicha investigación duró cuatro años y fue asistido por la ingeniera civil Aurora Velazco Rivera, también orgullosamente barboseña. Además es directora de un grupo de investigación donde maneja un semillero de técnicos especializados en la materia. Por eso es que les hago este homenaje.    

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