Pocas veces tenemos la
oportunidad de encontrar en la cotidianidad, un mecanismo para medir el grado
de ignorancia en su esplendor de algunas franjas de la
población.
Pero esta
vez la encontramos sin tanta labor de búsqueda y de investigación. El tema
tiene que ver con la realización del primer día sin IVA en Colombia en el cual se midieron variantes que nadie se imaginaba entre algunos colombianos. Y nos referimos concretamente al momento que
estamos viviendo en medio de una pandemia que ha sido luctuosa sin distinguir,
género, raza, estratos sociales y edades.
Lo que muchos consumidores
hicieron en varios centros comerciales del país no tiene razón de ser. Sobrepasarse
todos los protocolos de bioseguridad, naturales y artificiales, para ingresar
en una impresionante estampida al interior de esos establecimientos, deja mucho que desear y demuestra que muchos actúan
de manera irracional, sin el menor respeto por la vida, ni por los demás, y mucho menos por los controles que las autoridades
y los dueños de almacén han establecido para la propia seguridad de sus
visitantes.
Esa indisciplina nos muestra
por que alguna franja de la población ha propiciado con su actuar el estado
calamitoso que tenemos, y que lo sufren ellos y extienden como manto de ruina sobre toda una sociedad, convirtiéndose
en un círculo vicioso que ha hecho fracasar a quienes quieren hacer algo por
sus semejantes. Veamos no más, que, con esa indisciplina de esos consumidores,
debieron cerrar algunos almacenes que tampoco habían sido muy dogmáticos al establecer
las medidas de bioseguridad.
Pero veamos también que, con
esa esplendida ignorancia e indisciplina de algunos consumidores, pareciera que
muchos colombianos necesitaran a un policía detrás para que actúen como buenos ciudadanos
porque solos no respetan ni su propia vida, ni la de los demás.
Y estas sorpresas que nos trae
la vida, no es para que algunos gremios especializados y hasta algunas
autoridades satanicen el momento que se dio a través de una ley de la república
( días sin IVA) que tiene como intención de estimular el comercio y el bolsillo
de los consumidores.
Para esas autoridades que se
han desesperado y que han criticado el
hecho, hay que decirles que hay dos alternativas para próximos eventos. Uno
endurecer las reglas contra los consumidores necios e indisciplinados, o
esperar que los esos indisciplinados hayan aprendido la lección (porque muchos
fueron sancionados y otros se llevaron el coronavirus) y ya tengan un mejor comportamiento,
conscientes de sus obligaciones y derechos como buenos ciudadanos.
Correro: bersoa@hotmail.com
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