Mario González Vargas
La misión internacional de
expertos conformada por la OMS, acaba de entregar su informe sobre los orígenes
de la pandemia que todos padecemos, sin lograr resultados concretos que
expliquen la aparición del virus y contribuyan a su erradicación. A decir
verdad, no se esperaba mucho de las conclusiones de la misión en razón del
elevado escepticismo que afecta a la OMS, considerada una institución ineficiente
y politizada, y en virtud de la cantidad de condiciones exigidas por la China
cuya satisfacción fue necesaria para la concesión del permiso de ingreso a su
territorio. Las conclusiones del informe confirmaron con creces estas
percepciones, como que en ellas no se determinó el origen del virus, que sigue
siendo un misterio, solo se formularon hipótesis y sugerencias que poco o nada
responden al objeto de su misión, y únicamente se afirma la ausencia de pruebas
que indiquen que el virus se propagó en China antes del diciembre de 2019. El
libreto completo del gobierno de Xi Jin Ping.
La incertidumbre sigue
reinando y se ve potenciada por la incapacidad de afrontar la pandemia con una
estrategia común que sustituya la estéril y costosa pretensión de conjurarla con
iniciativas propias y circunscritas a las fronteras de cada estado. Esa es una
opción destinada al fracaso porque se limita a la protección de las poblaciones
de cada nación y estimula la insolidaridad y egoísmo de los más ricos, sin
entender que el virus y las variedades de sus mutaciones desconocen las
fronteras y encuentran en esa falencia terreno propicio a su circulación y
contaminación. Por otra parte, no se
puede ignorar que las variantes del virus pueden afectar la eficacia de las
vacunas disponibles, todas de carácter experimental, y predecir situaciones
apocalípticas imposibles de evitar con la estrechez de espíritu de visiones reducidas
a los contextos nacionales Estaríamos ad portas de convertir la covid 19 en una
enfermedad endémica con presencia en todo el orbe y en todo momento. Por ello,
el principal reto es el de acelerar la producción de vacunas que respondan a
las mutaciones del virus y garantizar que lleguen hasta el más recóndito lugar
de la tierra. Todo ello exige una concertación global y una disposición
indeclinable para asegurar que cada persona tenga acceso a las vacunas en
condiciones de igualdad y oportunidad. Aún el controvertido director de la OMS
es consciente de que nos encontramos al borde de una hecatombe humana y moral
si llegasen a prevalecer los intereses de unos sobre la vida de todos. El
tiempo apremia para que varias generaciones no sean las víctimas de la ceguera
e inconciencia de los gobernantes de hoy. Si se vence a la pandemia un nuevo
mundo podría abrirse paso, más consciente de que ninguno escapará a los efectos
de la irracionalidad en la conservación de la especie humana.
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