Para un
ciudadano de bien que tenga la suficiente sensatez y madurez, sería ingenuo e ignominioso
pensar que una reforma se haga para causarle mal a la sociedad. Eso no ocurre ni
siquiera en un conjunto de pueblos de los más atrasados del planeta.
Pero, es que
esa es la mentalidad ruda con la que se alimentan algunos sectores que no
piensan en mejorar lo que tenemos, como la salud para los colombianos, porque el
servicio se creó hace 30 años bajo la conocida ley 100 que, a parte de sus fines
buenos que han prestado muchas empresas de salud, en un alto porcentaje se convirtió
en el medio para enriquecimiento ilícito de algunos avivatos que se tomaron el
dinero que pagan los afiliados, para aumentar sus cuentas personales. Por eso
es que se han liquidado tantas flamantes EPS en nuestro país.
Seguramente
porque el proyecto de reforma a la salud quiere eliminar el viejo vicio de los
dueños de lo ajeno de cuello blanco, es que muchos están adoloridos, porque después
de 30 años en los que unos pocos disfrutaban de la gallinita de los huevos de
oro, puede acabarse, y ahora cómo van a seguir llenando sus bolsillos.
Es bueno que
haya debate alrededor de un proyecto de ley, pero que el debate se haga sobre
hechos concretos, de lo que se encuentra en el texto de la iniciativa y no
sobre suposiciones de quienes argumentan en su oscura imaginación lo contrario
del contenido real, y por desgracia en estas trampas caen muchos periodistas
que se dejan llevar de la euforia crítica, hecho que, en cambio de ilustrar al
país, solo causan desinformación toxica y muy peligrosa.
Y
lamentablemente las mentiras que se originan en Redes sociales, muchas son
copiadas por algunos irresponsables que se hacen pasar por periodistas y hasta
las publican en sus espacios como información cierta.
A los
colombianos, la mayoría de medios de comunicación, los están sometiendo, a una
sobredosis de contenidos mentirosos y peligrosos.
Esas personas
que se encargan de hacer el papel del, ave de mal agüero, están por todas
partes y quienes ocupan escaños en el Congreso de la república, debieran
convertirse en representantes del bien común, haciendo crítica y oposición,
pero de una forma sana que no destruya al país y no cree más confrontación
violenta, factor que es el que mantiene a Colombia en guerra.
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