HORACIO SERPA
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La política estaba pasmada. Se reactivó con el fallo de la Corte. Hoy no se habla más que de la elección del Congreso y del próximo Presidente. Las encuestas van y vienen y las cábalas están en el primer punto del orden del día. La frase que más he escuchado: “Cualquiera puede ganar”.
Por la incertidumbre y porque la constante acción presidencial copaba todos los espacios, no hubo tiempo, ni oportunidades, ni ganas de examinar otras opciones. “Hay que esperar ---se argumentaba--- porque una cosa es con Uribe y otra muy distinta sin Uribe”. El tema se resolvió en forma democrática e institucional y en medio de alegrías y tristezas comenzó una frenética carrera por el poder.
Al término de importante reunión en la que se examinó el panorama de garantías para el desarrollo de las campañas y el ejercicio ciudadano del voto, una periodista me preguntó al rompe: “¿ por quien va a votar? ” Contesté de inmediato “por Pardo”, lo cual no es novedad porque siendo persona proba y competente, es el candidato de mi Partido. Insistió la periodista: ”¿ Y en la segunda vuelta? ” - “Por Pardo”, respondí.
El momento exige reflexionar sobre el País. Para hacerlo en serio hay que pensar en la gente, sin sofismas ni especulaciones. Claro que el tema de la seguridad es esencial y hay que seguir luchándolo. También la tranquilidad ciudadana y la convivencia, aspectos ligados a lo que debe ser la mayor preocupación de los Estadistas: el bienestar.
La economía pasa por el peor momento. Tenemos un problema de marca mayor: el desempleo, que cubre todos los ámbitos. Situación grave, muy grave, cuyo análisis debe convertirse en uno de los puntos de debate ---ojalá el más sobresaliente--- de los aspirantes a la Presidencia.
Sin ingreso no hay presente, ni futuro. Ni educación, ni salud, ni lo básico para la gente. Ni familia, pues como se lo oí muchas veces a mi abuela, “cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana”. Sin empleo la juventud se frustra, se resiente, y el escepticismo campea por todos los predios de la vida nacional. Sin equidad, sin oportunidades sociales, lo que se logra cuando la persona y la familia reciben un salario, tampoco habrá confianza en las instituciones, ni sosiego comunitario, ni respeto a la autoridad. Reconociendo lo que se ha logrado, la seguridad podría lesionarse severamente.
Otros aspectos siguen en entredicho. Derechos Humanos, por ejemplo. Impunidad. ¿Será que se vuelve a pensar en la paz? Porque dígase lo que se diga, ahí siguen las farc pertubadoras, amenazantes, violentas. Y el narcotráfico “vivito y coleando”. También las bandas llamadas emergentes, herederas legítimas de la violencia y la criminalidad paramilitar.
Hay que mirar caras, escuchar argumentos, calibrar antecedentes y relaciones. Es válido. Pero toca medir la capacidad de los candidatos, examinar a fondo los pesares del País y pensar en la gente, que con plena razón y todo derecho, reclama bienestar.