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sábado, 21 de junio de 2014

Brujos casi dioses

                                           Trafugario
                                           Por: José Óscar Fajardo
Hoy hace ocho días ha debido publicarse en este mismo sitio un escrito en el cual yo les contaba que en mi última novela, ya publicada y que tiene como título EL CANDIDATO DE LOS DIFUNTOS, el personaje central profesor y metafísico Corleone Malezza Napolitano, brujo estrictamente barboseño e hijo de un policía cascorvo y cuyo nombre real es Endometrio Guavatá, predice dentro del texto que el país entraría en un desangrante deterioro tanto económico como político y social  si llegase a ganar la elección presidencial cualquiera de los candidatos teledirigidos por el otrora mandatario Nabucodonosor Cristanchi al poder. En horabuena no ocurrió así. Tengo que aclararles de antemano a los lectores que, unos tres días antes de la última contienda electoral  estuve hablando personalmente con le parasicólogo Malezza y él me dijo que efectivamente eso era cierto indiscutiblemente. Que el presidente sería, por otro periodo más, el doctor Juan Manuel Santos, y que eso no sólo lo sostenía él, Malezza, como legítimo brujo que era, sino porque si además Dios creador del universo se equivocaba en eso, de hecho nos estaba sentenciando con el juicio final. Para mayor confianza de ustedes también debo comentarles que el profesor Malezza es el director general del CEFOU (Centro de Fuerzas Ocultas del Universo)  sitio donde prácticamente se guardan todos los secretos del mismo, del universo, no de Malezza, y que por eso él sabe lo que va a ocurrir hasta en un rango de los futuros cien años contados a partir de la fecha. (Consultar texto EL CANDIDATO DE LOS DIFUNTOS).
Como ustedes pueden darse cuenta, en eso Malezza acertó. También me habló que la selección de fútbol colombiana quedaría campeona en este mundial, que el ingreso per cápita subiría prodigiosamente y por arte de la lámpara de Aladino a cerca de cinco mil dólares mensuales, que los Nule y los Moreno Rojas iban a conseguir la libertad incondicional porque ellos no se habían robado nada sino que la plata del Estado los perseguía misteriosamente adonde ellos fueran como las mariposas amarillas a Mauricio Babilonia en Cien años de soledad. Que Pacho Santos indefectiblemente sería alcalde Bogotá y que el actual Procurador General de la Nación sería uno de los principales dirigentes de la UP. Que Viki Dádiva y Piadosa Gurisatti sería abnegadas y gentiles colaboradoras del doctor Santos. Entonces ahí fue donde yo me pellisqué de sus aberraciones conceptuales e ipsofacto le exigí que dejara de meter tanta marihuana con hojas secas de adormidera y borrachero y picadito de mejoral porque no sólo podía causar una gran catástrofe política nacional, sino porque además Lucifer ya estaba arrecho como cualquier santandereano de  Vélez o de Guavatá que le estuvieran endilgando, sin respeto alguno, que todas las chuzadas eran culpa o artimaña de él, de Lucifer. Entiéndase por chuzada la herida profunda que se causa con un chuzo. (Consultar el texto EL CANDIDATO DE LOS DIFUNTOS).
Para mayor orientación de mis muy queridos lectores y, para que sepan más cosas que son increíbles secretos hasta el día de hoy tanto en la política como en la economía y mejor dicho en todos los ámbitos sociales, ustedes están en la obligación de consultar este texto que es todo un manual de derecho administrativo nacional e internacional, y donde se narran hechos tan fantásticos y estrafalarios que el lector corre el riesgo de morirse de la risa. “Los políticos por nuestra propia naturaleza somos unas  coscorrias”, dice el presidente de Crazy Port en una pieza oratoria “regurgitada” el día nacional de la democracia celebrado en esa pintoresca nación, Crazy Port,  no se ha podido saber en qué rincón de este descachimbado planeta. Lo verídico es, sostiene Malezza, que con la paz, ahora sí Colombia tendrá Cien años de felicidad.

sábado, 2 de febrero de 2013

Aromática de marihuana

                              Trafugario
                          Por: JOSE OSCAR FAJARDO  
Hace unos días atrás un periódico local publicó una noticia cuyo texto parecía un párrafo sintetizado de la novela inédita de este periodista que tiene como título “El Candidato de los difuntos”, y que se publicará próximamente si dios y la virgen santísima y todos los santos de todos los cielos incluido el presidente Santos y todos los ángeles y los arcángeles y todos los brujos de Barbosa me lo permiten, así usted no lo crea. El título de la noticia decía así: “Cae pareja que hacía tortas de marihuana”.
Pero antes el antetítulo rezaba así: “Vendían también brownies, galletas y helados”, indudablemente de marihuana.  Pero eso a mí no me causa ninguna sorpresa es porque en Colombia la realidad supera la ficción en muchos millones de años luz. Por ejemplo el tiro ese del curita Inocencio con la panza taquiada de condones llenos de perica es una escena de telenovela que ya lo ven y lo comentan pelaos y chinas de cualquier guardería infantil. Eso ya es como saber que hay uvas. Lo que me deja perplejo es que por fin caí en la cuenta por qué, hace como dos meses que estuve con una amiga muy especial por ese sector de Cabecera y que nos comimos unos suculentos helados, después del acto de comérnoslos, los helados, nos dio un aristocrático ataque de risa como si hubiéramos visto al negrito San Martín de Porres con una percanta de gancho por toda la 33.
Ahora comprendo con toda la claridad por qué razón el perrito chihuahua de mi amiga, al que se le dio una porción de helado, se le iba   a agarrar a físicos mordiscos a un Rodwailer con hocico de asesino.  No me queda la menor duda, esos desgraciados de la heladería nos metieron una inocente “traba” a los tres. Pero afortunadamente la ley ya los está juzgando, por tentativa de traba contra mi amiga y yo, y  contra el chandocito por tentativa de perricidio.
Y además por el delito de traba dolosa colectiva en la persona de media población de Santander. Pero lo verraco del caso es que yo, siendo un pelao, ya había presenciado una escena de sumo parecido en un desfile de carnaval. En una carroza de indios, que entre otras cosas tenía el curioso nombre de “El cacique y la cautiva”, quien hacía de cacique era un viejo mofletudo y chiquito que no necesito sino de una diadema con plumas porque  por lo demás lo tenía todo de indio, y una pipa que debía tacarle periódicamente el Negro Parra, una pichurria de la época. Aclaro que El Negro Parra era más malo que la leche de culebra. A la tercera tacada y en pleno desfile, las calles de Barbosa repletas de gente, el Negro Lucifer le tacó la pipa al cacique Perú con legítima marihuana.  Y como al tercer bombazo que le dio el cacique Perú a la pipa, que en realidad era un enorme chimbombo de marihuana, se le corrió la teja y se le mandó encima “lanza en ristre” a la cautiva que era la flaca Lucía con un mísero taparrabos, y que estaba amarrada de las manos y de los pies patiabierta en el piso, y por poco le saca los ojos por las orejas. “Indio querer india”, gritaba el cacique Perú echando babaza como un caballo envenenado. Y como entre seis machos de verdad, no lograban arrancárselo de encima a la flaca Lucía en el más infame estado de indefensión.
Finalmente el cacique fue conducido al hospital en total estado de enajenación mental, y la flaca Lucía a donde un sobandero a que le rearmara todo el esqueleto. Perú siempre buscó a Parra para descuartizarlo.         

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