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domingo, 6 de noviembre de 2011

TRAFUAGRIO

-------------------------------------Por:  JOSÉ OSCAR FAJARDO

LAS ELECCIONES Y EL FUTBOL

Uno cualquiera de esos intelectuales que sobran en todos los lugares en donde hay chance de discutir, cuando lea este escrito va a comentarle a los amigos alrededor de unos pocillados de tinto, que yo soy demasiado presocrático en mis conceptos.  Y argüirá el individuo: “Sí porque eso de estar comparando las elecciones populares,  que no son otra cosa que el sufragio universal o voluntad de los pueblos, con un pinche partido de fútbol, ojalá del Atlético Mamaruca contra el Real Somondoco, es una idiotez epistemológica que francamente dan ganas de llorar”. Y pueda que el tipo tenga alguna razón. Pero no toda del todo.  Sí porque todo equipo tiene excelentes jugadores, otros regulares y muchas veces otros malos, al igual que ocurre en los partidos políticos. De la misma manera ambos bandos tienen admiradores, hinchas y fanáticos como todos los combos políticos.  
El admirador es aquel que le siente afecto y aprecio al combo, ya sea político o futbolístico. El hincha es el que quiere un poco más al combo ya sea el que sea y ya brinca por ese combo en las charlas así sean de bautizo, pero es racional. El fanático, a ese sí téngale miedo y además pánico, porque este espécimen es un enfermo paranoico-obsesivo, que no cree sino en lo de él y sólo sirve lo de él y lo de él es lo mejor y no tiene igual en este mundo ni en el otro. Como hay paranoicos, es decir fanáticos, en todos los deportes, en todas las religiones y en todas las concepciones de la política, entonces empiece por descubrirlos cuanto antes, a no tratarlos y sobre todo, a alejarse de esos elementos porque son como antisociales  (¿o asociales?). De todas maneras son supremamente arrogantes, repulsivos, intransigentes, atarvanes y peligrosos, por decir algo. Matan. 
Un fanático religioso, deportivo o político, vive convencido y lo peor es que pretende convencer a los demás, de que sólo él es el poseedor de la verdad y lo demás le vale… güevo. Lástima que me da pena escribir la palabra que quisiera emplear. Entre otras cosas, los pontífices de la jerga periodística no debieran mandarlo a uno al carajo por emplear ese vocabulario, porque al no decirlas, uno no descansa sicológicamente cual es el oficio de las palabras gruesas o groserías que llaman. O usted cuando se pega un martillazo poniendo una puntilla en la pared y le queda la uña morada de sangre ¿Cómo dice? ¿Gracias Señor por las pruebas de Fe que usted me pone, como dijo una hermana mía, aún cuando de todas maneras tocó anestesiarle el dedo y… la lengua?  Pero mejor sigamos con el tema que teníamos desde el principio.  Y lo verraco es que de la religión, de la política y del fútbol, cada admirador, hincha o fanático, habla a su acomodo, y acomoda toda la filosofía, así sea bien presocrática, a su favor.
Para poner un ejemplo que grafique mis conceptos, en casi todas las ciudades y pueblos de Colombia se está diciendo, incluso con furia y ganas de reyerta, porque perdieron o porque ganaron, que fue que fulano vendió a sutano y que sutano echó al agua a mengano. Mejor dicho, que fue que Tongo le dio a Borondongo y que Muchilanga le dio en la jeta a Bernabé. Pero no a Bernabé Celis porque él no se lo merece.  Entonces lo que hay qué entender es que todos estos subterfugios dialécticos y filosóficos, son normales en el ser humano porque es una manera de defender su territorialidad, no sólo física sino ideológica. Eso es normal, repito. Ya con el tiempo uno se va acostumbrando a que la mamá se murió. Lo que no es normal es el comentario que hace un pontífice colombiano del fútbol cuando “vomita” esta perla de la filosofía futbolística: “Es que a los argentinos no les gusta perder”.  ¿Habrá un ser humano en este mundo que le guste perder? Lo que pasa es que el fútbol y la política en nuestro medio, y yo creo que en todos los medios, obedece a intereses económicos y lo económico (Karl Marx) es un determinante.

sábado, 5 de diciembre de 2009

TRAFUGARIO


-------------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

FUTBOL DE PURO MILAGRO

Milagro, Milagro… gritó la señorita Triniristirina Suezcún cuando vio que, aunque echaba humo, su vieja camándula chiquinquireña y su vetusto libro de oraciones a las benditas almas, se había salvado del voraz incendio como se salvó el chino Moisés milagrosamente de las aguas. Sucedió que la señorita Suezcún, señorita aunque con ocho nietos, todos graduados en la universidad, le había metido candela a su humilde vivienda de pocos ladrillos pero de muchas latas, con una veladora grande de catedral con la que le pedía a las susodichas damas de ultratumba, que la volvieran rica después de vieja, ya que de joven no le habían socorrido un marido que no bebiera trago ni uno que no jugara tejo. Pero las benditas almas le obsequiaron el milagro de dejarla en la cochina calle a través de un incendio. Para completar, los colombianos somos milagreros por herencia cultural y por nuestra propia naturaleza. El chance, la lotería, el baloto, las rifas y unas veladoras de las más grandes, son la base fundamental, la teoría de Keines y los elementos desarrollistas para los proyectos de vida. “Dios lo quiso así”, dijo un viejo de Vélez cuando se le perdió la plata.

Y yo creo que Kiko Barrios, el Director Técnico del Atlético Bucaramanga, sin muchas diferencias, no se le queda atrás. Lo de la búsqueda del milagro de Kiko Barrios y lo de la bendición del equipo es demasiado correcto y acertado. Lo que pasó fue que el agua bendita que le echaron al equipo para bendecirlo no estaba hervida y a los muchachos les dio amibiasis. Otro error técnico del Kiko Barrios: cómo no se le ocurre meter a la Santísima Trinidad en la delantera, hombre. ¿Ustedes se acuerdan de Lato, Deina y Sarmach, del seleccionado de Polonia? ¿O a Tostao, Pelé y Jairsinho del conjunto brasileño? Pues éstos son unos pinches jugadores de tángara al lado de la Santísima Trinidad porque estos tres manes si saben de fútbol, dado que aún sin la pelota, meten los goles por cualquier parte. Ahí no hay Lev Yashin, ni Amadeo Carrizo, ni el Divino Zamora que valgan.

Ahora, cómo no se le ocurre al Kiko Barrios sacar de una oreja a Marlon Díaz y meter de una a San Martín de Porres, hombre. Ese negrito, ahí como lo ven, humilde, vaciado y todo, juega más que Maicon o Balotelli. ¿Se da cuenta cómo se parece a Tierry Henry? Y dizque hace los mismos, e incluso mejores milagritos que el francés. Un comentarista holandés dijo, yo no sé si por puro mamar gallo, que al negrito San Martín no se le había dado la gana fichar con el Barcelona, ni mucho menos alinearse con Camerún, de donde es oriundo, por una bronca de tragos con Samuel E’too. Lo único que tiene de malo el negrito es que anda con una gallada de perros, ratones y gatos pero el man patea con ambas.

Ahora por dios Kiko Barrios, cómo es que usted olvida al Señor de los Milagros si está allí no más en Girón, que para venir, cualquiera le hubiera regalado lo de la buseta. “Ese man sí es que en verdad es un teso cuadro”, como dicen los costeños. La otra vez dizque le llegó un tipo con una Orquitis crónica por lo cual no podía procrear, y el Señor de los Milagros le hizo dos jugadas mil veces mejores que cualquiera de las de Pelé o de Maradona: no sólo le dio ocho criaturitas sino que se ganó la lotería cuatro veces.

Por otra parte, si ve que el argentino Caporale no hace milagros que los argentinos son verracos para eso, y si no pregúntele a Maradona cómo fue lo de la “mano milagrosa” cuando sacó del mundial a Inglaterra en ese entonces, porque no metió a San Pedro Claver o a San Luis Gonzaga. Estos son otros dos manes, carajo, jodidos en el medio campo y como volantes de contención, ahí no hay ningún Mascherano. ¿Entonces, qué es lo que usted sabe de milagros don Kiko Barrios? Cómo es que no cuenta con Juan Pablo II que todavía no es santo pero va para allá que se las pela, que no hizo sino el milagrito, con Lech Walesa, de ayudar a desbaratar a la Unión Soviética.

sábado, 28 de noviembre de 2009

TRAFUGARIO


------------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

---------------QUÉ PASÓ MANO…

…Con la mano de Tierry Henry. Una vez un comentarista francés de fútbol le preguntó a un psicoanalista por qué el fútbol era el deporte de las masas. El médico así le contestó: “Porque el 90% de la población mundial es de bajo coeficiente intelectual y ese deporte no necesita un proceso que implique en el cerebro un trabajo complicado de profundidad. Es demasiado elemental. Fíjese usted que el ajedrez es de las minorías, precisamente porque necesita procesos mentales muy parecidos a los de las matemáticas. Al leer esta parrafada yo sentí cierta nostalgia porque manifiesto sinceramente bastante afición por el fútbol, sobre todo de factura argentina, brasileña u holandesa. Pero hace unos días atrás que miraba el partido de repechaje para la clasificación al próximo mundial entre Francia e Irlanda en que Tierry Henry jugó volibol para que uno de sus compañeros, Gallas, consiguiera el gol que les firmara el pasaporte de ida, ipsofacto me vino la impresión que de pronto el psicoanalista tenía toda la razón.

Desmond Morris, el zoólogo autor del texto “El mono desnudo”, de innegables fundamentos científicos sobre el Homo Sapiens, en una ocasión afirmó que la lucha de los jugadores de fútbol por la pelota, no es otra cosa que la reproducción “in praxis” de una jornada de cacería de las jaurías caníbales en los albores antropológicos del hombre, donde el jabalí es reemplazado por el balón de fútbol. Lo demás es todo igual. Total, esos argumentos me han puesto a dudar sobre la verdadera esencia del fútbol, de su estética, pero sobre todo de su filosofía. Porque hay preguntas difíciles de contestar. Una. Por qué es tan alto el nivel de agresividad de los jugadores de fútbol, sobre todo cuando van perdiendo. ¿Acaso no es un deporte de seres racionales? Dos. ¿Por qué las masas de aficionados asumen una conducta animalesca en donde afloran totalmente los instintos primarios y la pulsión de muerte o el Thánatos, estudiada con furor por el mismo Freud en el Psicoanálisis? Tres. ¿Cómo explicar el comportamiento antropoide de los “hooligans” de todo el mundo? Cuatro. ¿Por qué durante el juego o posterior a él, en los fanáticos aparece tan fácilmente el complejo reptiliano, o sea el reptil ese que llevamos todos adentro desde cuando empezó a evolucionar la masa encefálica hasta llegar al cerebro perfecto de la inteligencia abstracta?

Si tenemos en cuenta que el fanatismo deportivo es tan peligroso como el fanatismo político o religioso, este último capaz de producir verdaderas máquinas suicidas de la muerte en masa, pues estoy seguro que no en mucho tiempo en los estadios se verán carnicerías peores a las que se dieron en Auchswitz, Dachaw o Treblinka, durante la segunda guerra mundial. Cuando se fusionen esos problemas de psicología personal y de masas con los problemas reales del hombre, como la psicosis colectiva producida por el hambre, la injusticia social, la drogadicción, el alcoholismo, pegadas todas a la bestialidad también inmanente en la cabeza del hombre. Entonces porque tanta bulla por una “manito” del susodicho crack. “El vivo vive del bobo y el bobo de papá y mamá”, reza un adagio común, no exactamente producto del cerebro de Einstein o de De Broglie. (Desgraciadamente, muy a nuestro pesar, es así) Si es que el fútbol se juega con los pies, lo menos evolucionado del Mono desnudo ¿Qué más quieren? mientras que las matemáticas y el arte se elaboran con lo más acrisolado de ese mismo mono en pelota: el cerebro.

 Pero… ¿habrá un profesor de matemáticas, en cualquier parte del mundo, que se gane el 1% de lo que se gana Messi, Kaká o Cristiano Ronaldo en un mes? Dense cuenta entonces que son mucho más rentables los pies que un cerebro berraco para las matemáticas o para cualquiera de las Bellas Artes. ¿Alguna objeción? Miguel de Cervantes Saavedra, el autor de la más portentosa obra de la literatura universal, murió olvidado y en la más terrible pobreza. A Pablo Escobar, semianalfabeto como una abrumadora mayoría de esos, lo mató la psicosis que produce el poder del dinero en cantidades fantásticas después de haber matado mucha gente con alegría. ¿Y qué es la Diplomacia? Es el arte de mentir y aparentar para mantener en equilibrio la correlación de fuerzas. Lo que hizo Henry es un estándar del comportamiento humano en todos los sentidos.
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