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jueves, 28 de junio de 2012

El desgreño institucional


FRAUS OMNIA CORRUMPIT
El fraude todo lo corrompe
(Enviado por Oficina de prensa)
LA SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS lamenta la situación de desgreño institucional que sufre el País e invita a todos los colombianos a que luchemos para encontrar la solución, que no puede ser superficial  ni de coyuntura, sino integral, con definiciones  que estén por encima de rencillas políticas e intereses sectoriales. No es hora para los ventajismos ni las retaliaciones. Conmovido como está el País, es un momento para grandes determinaciones.
En lo de la reforma a la justicia le fue mal a todos los que participaron. ¿Por qué ocurrió lo que el País entero está glosando?
Nos olvidamos de los debates, de los análisis, de buscar para las definiciones públicas espacios de discusión adicionales  a los institucionales, en los que participen la academia, los expertos, las organizaciones sociales y otras opiniones que concurran en pié de igualdad y sin exclusiones.
Los poderes públicos dejaron de comentar y de escuchar  más allá de sus propias ideas y de su círculo de intereses. Poco o nada consultan con los demás las importantes decisiones que el Estado ha colocado en sus manos.
Se renunció a la separación de los poderes. Hay que volver al principio constitucional de la independencia, con colaboración armónica, en busca del bien común.
Los Partidos se preocupan prioritariamente de los asuntos electorales y quienes los representan en las Corporaciones colocan sus conveniencias personales por encima del interés nacional. Existe el criterio absurdo de que en política todo se puede hacer.
La sociedad es desatenta a los asuntos de interés colectivo y en ella prima  lo que conviene a sus cercanos afectos. Esporádicamente hace sentir su rechazo a la avilantez y reacciona ante la perversidad.
Hay que decir alto a las iniquidades, a la desvergüenza y al jolgorio institucional.

El Congreso se reúne hoy para decidir  sobre la reforma, a propósito de la cual formulamos oportunas observaciones. No hay salida perfecta ni de absoluto consenso. Frente a la gravedad, la SEAP apoya la fórmula propuesta por el Presidente de la República y demanda al Congreso el archivo de la reforma. 
Pero hay que ir más allá. La comunidad, indignada, está haciendo un enérgico llamado de atención que es obligante escuchar.  El gobierno tiene la oportunidad de proponer a los colombianos un ajuste institucional que armonice los poderes públicos, corrija las equivocaciones, repare las brechas abiertas al constitucionalismo, relegitime la democracia y conduzca al país a instancias de  mejoramiento  social  y convivencia.
Hay que recuperar la lógica nacional, limpiar la política, mejorar la justicia, encontrar la equidad, darle valor a la participación, romper los conciliábulos, comprometer a la juventud, convocar al empresariado y propugnar por el mejoramiento de los Partidos y las Corporaciones Públicas.
Se impone rechazar a los avivatos,  los indiferentes, los bribones, los politiqueros, los corruptos, los violentos. La virtud, la transparencia, la lealtad, la solidaridad, deben prevalecer.
La SEAP trabajará junto a los que busquen, con criterio democrático y compromiso social, un cambio a fondo de ideales, metas, costumbres, comportamientos y resultados. ¡Todavía se puede!
Junta Directiva SEAP
HORACIO SERPA URIBE 
Presidente

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Para qué más elecciones?

Colombia, miércoles 1 de septiembre de 2010

---------------------------HORACIO SERPA

Cuando el país no cesa de recibir noticias de los despachos judiciales y de los organismos de control por los desafueros cometidos en el fallido proceso de aprobación de la segunda reelección del ex Presidente Uribe, se ha vuelto a poner en la agenda pública el tema de la reelección de Alcaldes y Gobernadores. Un viejo anhelo que ha sido derrotado muchas veces en el Congreso de la República.

La reelección de las autoridades locales y regionales y del Primer Mandatario, fue uno de los temas tratados por la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, que la prohibió por el desbarajuste institucional que significaría, pero sobre todo porque rompería el sistema de pesos y contrapesos, pondría todo el poder estatal al servicio de una causa individual, significaría una enorme desigualdad para los partidos de oposición, y convertiría a Colombia en una republiqueta bananera.

Todo ello sucedió cuando la Corte Constitucional decidió darle vía libre, en 2006, a la primera reelección presidencial, sin conocer, por supuesto, todo el escándalo de la yidispolítica, que tiene en la cárcel a varios ex congresistas y significó la destitución del ex ministro Sabas Pretelt. Por ello, ya con razón se habla de la muerte de la reelección presidencial.

De haberse aprobado la segunda reelección, estaríamos transitando el camino incierto de la perpetuidad y la desinstitucionalización total, el enfrentamiento de las Cortes con el Ejecutivo, la interinidad en la Fiscalía, el agotamiento de la democracia, el fin de los pesos y contrapesos. La elección del presidente Santos ha demostrado que no era cierto que en Colombia no había quien reemplazara al Presidente Uribe, ni que sin él la nación se hundiría en el caos. Ha ocurrido exactamente todo lo contrario.

Santos ha logrado en tan solo una semana recomponer las relaciones con las Cortes, restablecer la diplomacia y espantar el fantasma de la guerra con Venezuela, nombrar un gabinete de unidad nacional y demostrar que aquí hay muchos liderazgos a la espera de una oportunidad para asumir el poder.

Ese es, precisamente, mi mayor argumento para estar en contra de la reelección. Hay que permitir que surjan nuevos gobernantes, que la política se renueve y que la democracia se oxigene. E impedir que el dinero del Estado y el poder político que este genera no se conviertan en motor de aspiraciones personalistas, que en muchos casos desprecian el espíritu de la Constitución.

Por lo que a mí respecta no voy a reelegirme como Gobernador de Santander. Le deseo suerte a quienes lo desean, pero no estoy seguro de que el Congreso apruebe el nuevo intento por pasar ese proyecto de ley, hundido antes, aún en circunstancia de enorme fervor reeleccionista. Hoy no veo razones de peso para creer que la reelección contribuya en la lucha contra la corrupción y la politiquería.

Hay que ampliar la democracia y fortalecer la participación ciudadana. Perpetuar en el poder a unos pocos es, además, un portazo a la paz.

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