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miércoles, 9 de junio de 2010

La agonía de los partidos

Colombia, miércoles 9 de junio de 2010

---------------------------------HORACIO SERPA

Palo le han dado a los Partidos llamados históricos por los pobres resultados en las últimas elecciones. La verdad es que nadie podía esperar mucho, dado que fue en lo único que acertaron las encuestas: los azules cayendo en picada libre y los rojos con el farolito a cuestas.

No les fue mal en las elecciones Parlamentarias. Segundo puesto para el conservatismo; tercero para el liberalismo. Las dos Colectividades eligieron un número considerable de Congresistas.

¿Qué les pasó, entonces? ¿Por qué tan escasa la votación para sus

candidatos?

Mockus, con su conocido aire profesoral y su bien ganada fama de honrado, representando la novedad de un inédito Partido Verde y ejecutando un modelo diferente de hacer política, recogió a los escépticos, a los apolíticos, a mucha gente hastiada de violencia, politiquería y corrupción. Picó en punta.

Santos, con la aureola del Ministro aplicado que hizo bien la tarea, supo recaudar las ganancias oficialistas y de manera inteligente acaparó los méritos que muchísimos electores reconocen al Presidente Uribe. Una cauda enorme.

No hubo espacio para nadie más. Cierto que repuntaron Cambio y el Polo, pero el grueso del electorado ya se había repartido entre verdes y naranjas.

Por supuesto las encuestas fallaron. Pero especialmente porque no pudieron medir la fuerza del Presidente. Lo que mostraron los resultados fue que Uribe, bien representado en Santos, recibió como homenaje el voto de millones de ciudadanos que le reconocen una buena gestión. Guste o no, fue lo que ocurrió.

¿Por qué eso no apareció en las encuestas? “Elemental, mi querido Watson”! Además de la gente de la “U” y de los uribistas propiamente tales no partidistas, que son bastantes, pesaron en la opinión muchos conservadores y liberales que le guardan fe al Presidente, sin decirlo, para no aparecer como desleales con sus Partidos. También, ciudadanos aparentemente desentendidos que saben por quién votar pero no lo cuentan. Y los del PIN, que son Uribistas vergonzantes y no lo expresan por el temor al rechazo social. Ahí estuvo todo ese montón de votos que Santos logró agrupar, sin que todos fueran detectados en los sondeos. Un verdadero triunfo.

Pero no todas las victorias son absolutas. Verdes, amarillos, azules y rojos, sumaron la mitad de los votos, en un marco político incidido absolutamente por el oficialismo. El país se dividió por la mitad: cincuenta y cincuenta.

No será fácil el próximo gobierno, sea el que fuere. Requerirá tino, comprensión del momento político y resultados ciertos y rápidos en materia social, internacional, económica, política, de transparencia, de convivencia, de Derechos Humanos. Un reto enorme.

Si el nuevo gobierno no cumple bien y pronto, ahí van a estar los Partidos agonizantes dispuestos a pasarles la cuenta de cobro a todos los que en el último decenio vienen diciendo que si son capaces de gobernar bien, con resultados y soluciones, honradamente, sin politiquería. Es que en esas materias ha faltado mucho por verse. Y en política los muertos si resucitan.-------------------- Más noticias de Santander

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Es hora de una comisión de la verdad

Colombia, miércoles 25 de noviembre de 2009


-------------------------------------------HORACIO SERPA

Al finalizar las guerras es un imperativo histórico y moral conocer la verdad de lo que aconteció. Saber quiénes propiciaron el horror de las masacres, los crímenes de lesa humanidad, el destierro, el desplazamiento forzado, los fusilamientos y las desapariciones. Saber quiénes dieron las órdenes a los sicarios y dictaron las sentencias de muerte contra personas y comunidades enteras.

En Colombia no ha terminado el conflicto armado interno, pero la verdad da destellos de luz en medio del horror que producen las declaraciones de quienes perpetraron crímenes atroces ordenados por personas cuyos nombres aún desconocemos.

Paramilitares confesos que declaran en los procesos de Justicia y Paz, han relatado a cuentagotas o en chorros de verdades, la capacidad de daño que exhibieron en Urabá, Córdoba, Sucre, Norte de Santander o los Montes de María, por citar algunos lugares en donde las motosierras destrozaron el sueño de la democracia e impusieron la tiranía del narcotráfico y la barbarie, a plena luz del día y ante los ojos de todos.
Verdad, justicia y reparación son los ejes de cualquier proceso de reconciliación. Alcanzar esos objetivos es un largo y difícil camino mientras no se silencien los fusiles y se llegue a un nuevo pacto social. Colombia está intentando alcanzar justicia y reparación, tras el proceso con las AUC.

Pero no llega la verdad. No solo porque muchos de los comandantes paramilitares fueron extraditados y cuando hablan desde las prisiones de Estados Unidos no les creen, sino también porque quienes hablan son amenazados y sentenciados a muerte por sus enemigos incrustados en los poderes mafiosos, para silenciarlos. Sin embargo, a pesar de todos los obstáculos, los paramilitares han reconocido ser los autores de más de 25 mil muertes.

Por todo eso, tiene razón la Corte Suprema de Justicia cuando señala la necesidad de crear una Comisión de la Verdad, que nos revele todo lo que hay debajo del tapete, todo lo que no se quiere dejar salir a flote luego del proceso con los paras. Las víctimas tienen derecho a la verdad, por la que ruegan todos los días. Pero también los demócratas, que pedimos castigo ejemplar para quienes propiciaron la debacle.

Sobre todo después de escuchar a personajes como alias Caracortada, a quien le ordenaron arrasar poblaciones enteras y le pusieron una cuota diaria de 20 asesinatos en los Montes de María. Tarea que cumplió sagradamente durante casi cuatro años. Cuando fue capturado ya ese grupo había matado a cerca de ocho mil personas en la zona. ¡Qué horror! Con la ayuda de agentes del Estado, de autoridades locales, policiales y militares, políticos y gamonales.

La iniciativa de la Corte Suprema ha recibido el apoyo de Naciones Unidas y de organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos. Es hora de que el Estado, la Iglesia, el conjunto de la sociedad civil y los medios, iniciemos el debate. Todos tenemos una cita con la verdad.  Noticias de Santander

martes, 16 de diciembre de 2008

1998 o la derrota de la Democracia

Fuente: elnuevosiglo.com > Colombia, miércoles 17 de diciembre de 2008

HORACIO SERPA

Las elecciones de 1998 marcaron el inicio del fin de la democracia en Colombia. Ese año las Farc decidieron el futuro del país e inclinaron la balanza electoral. Ayudaron a elegir un gobierno que generó la peor frustración que los colombianos recuerden, lo que permitió la consolidación del paramilitarismo.

Gracias a los excesos del Caguán y la soberbia de las Farc, que durante tres años mantuvieron secuestrada la voluntad del país, los paramilitares crecieron, doblegaron o compraron a gran parte de la clase política, ganaderos, comerciantes y hasta académicos y periodistas que le vendieron su alma al diablo y se apoderaron de Colombia.

Así, en 2002, manipularon por la fuerza más de dos millones de votos. Lo han demostrado las autoridades judiciales y los centros de pensamiento, como la Corporación Arcoiris, en lo que se conoce como la parapolítica.

Lo han revelado, además, las declaraciones de los jefes de esas organizaciones criminales que certificaron pactos siniestros para refundar la patria, como los de Ralito, Chivoló y otros, que permitieron que Colombia se convirtiera en un paraíso fiscal del narcotráfico, en donde pudieron surgir, a plena luz del día, esperpentos como DMG, que se devoraron los ahorros de cuatro millones de compatriotas.

Lo demostrado por los hechos es que fui perseguido en las elecciones de 1998 por las Farc, y en las de 2002 por los paramilitares. La voluntad del pueblo fue burlada en dos ocasiones. He sido una víctima de esas organizaciones criminales y la democracia colombiana ha quedado lastimada sin remedio por tales operaciones en las que los fusiles y el dinero del narcotráfico se apoderaron de la política.

En marzo de este año, antes de ser extraditado por sus delitos de narcotráfico, Salvatore Mancuso dijo que los paramilitares habían votado en la primera vuelta presidencial de 1998 por Serpa, y cuando gané, decidieron cambiar de táctica y apoyar a Pastrana. ¡Qué falsedad!

Ahora, desde Nueva York, donde paga una pena por narcotráfico y no por sus delitos de lesa humanidad, Jorge 40, refrita la historia. Busca enlodar mi nombre y mi trayectoria política, cuando todo el mundo sabe que he sido víctima de paras y guerrilleros, y un luchador inclaudicable contra sus métodos y acciones.

En 1998 manifesté que no era yo el candidato del Mono Jojoy. Cuando en 2002 dije que los paramilitares se apoderarían del país para destruirlo, nadie me creyó. La historia me ha dado la razón. Los centros académicos y los jueces podrían demostrar esa realidad.

Por desgracia, la verdad sigue secuestrada. Faltan por revelarse nombres de personas vinculadas a las mafias que avanzaron en un proyecto político de extrema derecha y lograron fundar una paracracia, que infiltró las tres ramas del poder. La Corte Suprema de Justicia ha avanzado en la tarea de esclarecer la verdad, impartir justicia y correr las cortinas de esa podredumbre, pero falta todavía mucho por saber. La verdad tiene que aparecer
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