Trafugario
Por: José Oscar Fajardo
Aunque ustedes no lo crean, esta columna, o
mejor dicho lo que voy a decir hoy, tiene mucha más importancia, por la época
en que nos encontramos y la situación política que vivimos, que otras que no
han servido sino para reírnos de lo chabacanos que somos. Claro que es muy
importante reírnos, autocríticamente, porque eso alarga la existencia y además
alimenta el alma. Lo que pasa es que hoy quiero referirme a todos aquellos
individuos públicos de ambos sexos, llámense actores, artistas, deportistas,
científicos y políticos, porque de pronto son los más protuberantes de la
sociedad. Creo que ahí está toda la fauna que manda en este mundo. Si usted se
encuentra ubicado en alguna de las profesiones que acabo de citar, querido
amigo, y se enverraca sulfurosamente porque lo critican, le aconsejo desde ya
que cambie de profesión. Y con mayor razón si es político, no importa el rango
o la categoría que haya alcanzado en el ejercicio de ella. Y si usted, o el
individuo que se sienta aludido, tiene personalidad esquizoide, padece de
neurosis o sencillamente mantiene con el corazón envenenado, sufre de complejos
o de otros trastornos de la personalidad, vaya pues que está a punto de
sucumbir.
¿Por qué? Veamos las razones.
Primero, porque uno no es moneda de oro. Segundo, porque usted puede ser
demasiado inteligente, genial de verdad, y eso causa una envidia pavorosa. Pero
puede darse el caso que uno siendo bruto se las quiera dar no sólo de
inteligente sino también de intelectual, y ahí viene otro choque porque al
burro se le nota a leguas. Pero si usted es inteligente, además intelectual,
pero se siente corto, que no da la talla, ese es un excelente síntoma porque
siempre manejará un perfil lo suficientemente adecuado para despistar al
enemigo. Ahora, si usted es actor, escritor, artista, deportista o científico,
de nada le sirve que se endiable con los críticos. En cambio, si usted es
político, no se enverraque con los conceptos que emitan los demás; pierde
votos. Más si esos críticos son calificados porque de todas maneras el que
pierde es usted. Claro puesto que si a usted lo critican con justa razón y lo
que dicen es cierto, eso le debe servir para que cambie de actitud, de forma de
actuar, de ejercer su profesión o de cuidar sus valores personales y su ética profesional.
Si acaso el crítico está hablando bestialidades de usted, vituperándolo con
argumentos falsos, exactamente falsos, camine tranquilo y levante la cara, pues
no se imagina cuánto sufre el mentiroso con del desdén del herido.
Por lo demás señor
político, así tenga usted toda la plata
del mundo para hacer política, es
importante que se dé a querer y sobre todo a respetar. Si usted se hace odiar,
peor para usted porque el que necesita de los votos es precisamente usted y no
el elector. Está bien y es necesario que observe con cuidado, de quién viene la
crítica porque eso es importante. Pero no se le vaya la mano en la respuesta
porque, sé de varios políticos importantes de este país que hoy están pagando
condenas por haberle aplicado, nada menos que la pena de muerte a un
“periodista chichipato”. Recuerde señor político que, la mayor torpeza del ser
humano es creer estúpidos a los demás. Hago estas aclaraciones dado que, de
aquí para allá empiezan las campañas y nuestra Cultura Política, al igual que
nuestra Cultura Ciudadana, dan ganas de llorar y todavía resolvemos nuestras “diferencias
filosóficas” a punta de chismes y coñazos. Y denuncias falsas y plomazos. Para
terminar, recuerde que su cargo no es eterno y que el primero de enero vuelve a
su estado inicial dejando atrás amigos, pero de golpe muchos enemigos.