Trafugario
Por: José Oscar Fajardo
Por estas épocas
preelectorales no está de más hacerles las siguientes advertencias. El
chismoso, de ambos sexos, es un resentido social que por culpa de sus
frustraciones la emprende contra todos los seres de su misma especie. Como es
profundamente hipócrita y adulador, pues se le facilita metérsele a todo el
mundo por cualquier hueco con el fin de conocerlo en sus intimidades para luego
proceder a destrozarlo porque se muere de la envidia que el otro es mejor en
todos los sentidos. Los chismosos de por sí, son mediocres y su nivel cultural
por lo general se acerca al cero absoluto de las matemáticas. En psicoanálisis,
un complejo se padece pero no se siente, es de la esfera del inconsciente y por
eso se llama complejo. Pues el chismoso sufre de graves complejos de
inferioridad y eso es lo que hace que su comportamiento sea tan ruin, mostrando
en todas sus actuaciones las más rastreras perversiones de su corazón.
Los chismosos son
verdaderos magos de la mentira y siempre la disfrazan con benévolas apariencias.
Si se tiene en cuenta que el chisme es chisme, independiente que sea falso o
verdadero su contenido, el depravado chismoso sólo busca dañar a los que él ve
como sus enemigos, reales o potenciales, sin un ápice de piedad, sin ningún
asomo de remordimiento, sin un solo gramo de compasión. Pues la envidia lo
calcina por dentro. Como siempre tiene en la mira telescópica de su mediocridad
a los más inteligentes, a los más capaces, a los más preparados profesional e
intelectualmente, entonces como compañero de trabajo es una peste blenorrágica
y como trabajador retrasa, malogra, daña, o contamina cualquier proceso laboral
o cualquier metodología útil para el desarrollo. Y de una manera misteriosa y
soterrada establece conexiones con todo género de informantes que van desde las
vendedoras callejeras de chicles, hasta los más científicos parasicólogos y
mentalistas, pasando de antemano por Lenguadeperra, Bocadediablo, Donfalsario, Barriguesapo,
Coñoñoca y Chirimbolo. En síntesis,
maneja unas fuentes de información que no las maneja ni siquiera la CIA en el
mundo ni Satanás en los infiernos.
Para mayor
precaución, se debe tener en cuenta que dicha peste social frecuenta fiestas de
bautizos y matrimonios, despedidas de solteros, cumpleaños, y otros sitios de
aglomeración social porque los citados especímenes son eminentemente comadreros.
Esto es válido para ambos sexos. ¿Qué hacer para combatir semejante costra
social? Como para los chismosos no existen los amigos del alma sino sus
cómplices y sus alcahuetas, entonces la primera norma de prevención está en
aislarlos. No los trate y por el contrario, ignórelos con sevicia. No les haga
ni el más ínfimo comentario así sea de los últimos vuelos espaciales porque de
eso se agarran para desmigajarlo. Si de pronto se le ocurre tener una
deferencia con alguno de ellos, invítelo a un mute bien sabroso pero échele una
cucharadita de cianuro de hidrógeno, o en su defecto, bríndele unas empanadas
pero repletas de dinamita. Por más daño
que le hayan hecho, nunca hable mal de un chismoso y mucho menos vaya a hacerle
reclamo dado que automáticamente se pone a la misma altura social, mental y
sicológica de él, y eso es exactamente lo que busca el esperpento ese desde el
fondo de su inconsciente. No le vaya a causar daños físicos a un bicho de esos
porque ipsofacto se mete en problemas, no con la ley sino con la junta
defensora de “coscorrias”. Trate por todos los medios de enseñarle esta frase
panegírica: "Señor, córteme la yugular antes de meterme en lo que no me
importa". Recorte este escrito y póngalo en un lugar donde, aunque sea un
solo desgraciado avechucho de esos lo vea. Con eso Colombia sale adelante.