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viernes, 8 de enero de 2016

Severidad del actual fenómeno del Niño

Tomado de la Revista Semana
La alarmante agonía del Magdalena y el Cauca
por GERMÁN MANGA
Al tiempo con la descomunal parranda navideña que paraliza el país desde diciembre avanza en Colombia una de las peores crisis ambientales de todos los tiempos: se secan el Magdalena y el Cauca, nuestros grandes ríos.
Esta semana se puede atravesar a pie el río Grande a la altura de Barrancabermeja, donde tiene una profundidad de escasos 32 centímetros, mientras el Cauca tiene apenas 23 centímetros de profundidad desde Candelaria, en Valle, hasta La Virginia, en Risaralda.
Llegamos a esta calamidad en las últimas semanas por la severidad del actual fenómeno del Niño que tiene muchas regiones en grave peligro de desabastecimiento de agua. Pero la destrucción de los ríos es una antigua obra colectiva, mezcla de irresponsabilidad, incompetencia, corrupción, frivolidad, ineficiencia, criminalidad e insensatez de individuos y organizaciones, tanto del Estado como del sector privado. Leer más

lunes, 25 de agosto de 2014

Divino Niño

                                    Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
 El tema que hoy voy a tratar en mi columna es delicado no sólo desde el punto de vista ideológico respecto a las creencias religiosas  de cada lector, si no de las políticas de producción de un canal nacional de televisión. Me refiero al programa Divino niño, que se emite en las tardes por el no citado emisor. De antemano les aclaro, reiteradamente, que no pretendo inmiscuirme en las creencias de culto de los destinatarios de dicho programa, sino más bien en la pobreza profesional y de creatividad de los productores. En una ocasión anterior yo decía, y por ahora seguiré afirmando, que los latinoamericanos y en efecto los colombianos, somos extremadamente milagreros e inmediatistas. Lo peor de todo es que eso hace parte de nuestra cultura ancestral como ente subjetivo que está inmanente en el cerebro-mente de todos los favorecidos de tamaña herencia cultural. Como todo lo audiovisual, máxime si es a color, le llama profundamente la atención a los individuos desde su más temprana edad, entonces el niño viene internalizando o interiorizando una metodología, por así decirlo, en la cual se demuestra que el éxito en su proyecto de vida será resultado de los milagros y no del trabajo, la disciplina, el arte, la ciencia y la tecnología.
Sé con certeza científica que ustedes me están tildando de enemigo de la religión, de pronto de ateo, de incrédulo y quién sabe qué otros conceptos más. No obstante yo les aclaro que se está enrrostrando una realidad. Si uno quiere ser ingeniero, médico, abogado, deportista, y tener buena salud, el camino más adecuado, expedito, fructífero y certero, es el de la dedicación, la voluntad, y la convicción sine quanon que lo puede lograr. Veamos. Si uno se cae al mar y nadie se dio cuenta, suponiendo que vamos en un paseo en altamar, la única alternativa que le queda para no morir, es nadar irremediablemente hasta que encuentre una tabla  de salvación o simplemente sea capaz de llegar a la playa. El ejemplo parece simple a primera vista. Pero analícenlo detenidamente y en profundidad y se dará cuenta que la teoría del milagro es una vaina bastante incierta desde el punto de vista de lo pragmático. En mi concepto ese tipo de programas lo que hacen es reducir la capacidad de trabajo del individuo, y sobre de todo de estudio y de investigación científica por una parte, y por otra, de quitarle al Estado la enorme responsabilidad que tiene con la gente a través de su sistema de salud, lo que es en Colombia una verdadera vergüenza mundial.

En vez de la teoría del milagro y la del rezo de la muela cariada que es muy común en el universo de Crazy Port, lo mejor es fomentar la cultura de la prevención de enfermedades, la buena alimentación, la educación y el conocimiento en todos los sentidos, el aseo personal, la vivienda digna, las necesidades básica satisfechas y, sobre todas las cosas, combatir la ignorancia porque por ese hueco es por donde entran las desgracias más desgraciadas de los seres humanos. Porque por eso es que en Crazy Port hay quien le regresa ese amor perdido que tanto lo hace padecer, con sólo llevarle una foto de la pérfida al metafísico y unos tres millones de pesos. Por la misma razón y mediante la misma metodología y en un platón de agua, le muestran la cara del tipo que le robó su vehículo particular, Renault 4 modelo 70 que le valió 500 mil pesos, pero llevándole al parasicólogo otros tres millones de pesos. Y cuando tenga problemas conyugales, vaya adonde un mentalista que él se encarga de “fusilarle” a su mujer. Y si usted se deja, también.   

sábado, 15 de mayo de 2010

TRAFUGARIO

--------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

¿POR QUÉ SE SUICIDA UN NIÑO?

No hace más de un año conocí, por aquellos avatares de mi profesión, el caso de un niño de 10 años que se suicidó lanzándose del cuarto piso de su colegio ubicado en un barrio de clase media en Bogotá. Según se supo por la información que facilitaron sus familiares, se trataba de un niño en buenas condiciones económicas y en efecto, con lo que ello pude acarrear, buen vestido, buena alimentación y por qué no, buenas y sanas diversiones. Sin ningún defecto físico y con una capacidad mental, como lo aseguraron sus profesores, apta para enfrentarse con cualquier desafío intelectual o profesional, es decir, con todas las posibilidades buenas del destino, ¿Por qué se suicidó? ¿Una decepción amorosa? No me toquen ese vals. ¿Padres demasiado ignorantes u oprobiosamente exigentes? ¿?. De acuerdo al Psicoanálisis, el ser humano está regido por dos fuerzas inmanentes. La pulsión de vida que es el Eros, y la pulsión de muerte que es el Tánatos. ¿Será que hay niños que nacen con la vida sesgada hacia la fuerza interna de su autodestrucción? Que respondan los psicoanalistas. Lo cierto es que las estadísticas son claras y en nuestro país, Oh my got, el índice de suicidios infantiles cada día aumenta. No estoy hablando de los adultos donde la cosa va peor.

¿Será que hay un efecto dominó por culpa de los mass media? No lo sé. De lo que sí estoy seguro es que las fuerzas internas que inducen a un niño a suicidarse, son mínimas y de menor importancia comparadas con las fuerzas externas que lo inclinan a hacerlo. La muerte de un ser querido, por ejemplo, pero eso es demasiado evidente. Lo terrible es cuando no dejan la menor huella con la que uno pueda orientarse como en el caso anterior. ¿Será que el niño ve o detecta un horizonte oscuro o un futuro incierto con tanta violencia que le bolean desde los medios de comunicación? O debe ser que prevé su pobreza en los años venideros al ver a sus papás cada día de mal en peor. O tal vez se deprime cuando se da cuenta que su hermano mayor, el doctor, está más jodido que cuando era estudiante. O lo hiere de muerte el saber que le toca retirarse de ese colegio porque es muy caro y el sueldo de su papá no alcanza. Y en últimas, será que alcanza a comprender que este país se lo está llevando el frutas a través de la violencia, la pobreza, la desesperanza, la indiferencia, el olvido. Debe ser que detecta la putrefacción de las castas que dejaron de ser castas.

Lo cierto es que ahí está el problema en los calcañales de los colombianos. Y es que también es un suicidio el de los niños que no tienen chance de una vacuna, por decir algo, para prevenir una enfermedad que mata tanta gente como la malaria o paludismo. Y también es un suicidio el de los niños colombianos que “se suicidan” diariamente “de soledad” por allá en las tierras lejanas de esta enorme Colombia. Y peor todavía cuando eso ocurre a punta de hambre en un barrio miserable o en una calle de cualquier ciudad donde diariamente se mueven miles de millones de dólares y los bancos de Sarmiento Angulo no hallan dónde echar la plata y los demás dueños no encuentran qué hacer de tanta felicidad por las ganancias obtenidas. Y qué hablar de los “niños suicidas” de la violencia en las calles, de la violencia intrafamiliar generada por la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, y mejor dicho por las más desgraciada miseria que puede tener un ser humano tal como la del “Sepulcro de los vivos”, de la que hablé en días anteriores. Y esto va para todos los candidatos que por estos días “adoran a Colombia y aman entrañablemente a los colombianos”. Y hablan de superavenidas de diez carriles para supercarros que vuelan y de megacolegios y megahospitales, mientras toda la plata se la embuten a la guerra y la que queda es para pagar las campañas. Y qué. Píntela.

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