Hay que acabar con los
fantasmas”
La frase no es mía. Se la
escuché al representante Iván Cepeda el lunes en Hora 20, de Caracol, referida
a la cantidad de comentarios infundados que se vienen haciendo sobre el proceso
de paz.
Me parece apropiada para decir que hay demasiadas
exageraciones, mentiras, verdades a medias, desinformaciones y equivocaciones
girando alrededor de las conversaciones que se adelantan en La Habana, entre
Gobierno y Farc. Se ha dicho que se va a acabar la propiedad privada; que se
limitará la libertad de empresa; que la guerrilla quiere imponer un modelo de
desarrollo comunista; que el Ejército y la Policía se van a reducir a la
tercera parte; que se van a nombrar por decreto 20 Senadores y 40
Representantes a la Cámara. Otros estropicios adicionales se han escuchado,
para meter susto, desprestigiar el proceso y destruir esta posibilidad de
lograr que después de 49 años de subversión no haya más guerrilla.
Hay que acabar con esos
fantasmas. No he escuchado decir que los guerrilleros se van a indultar o a
amnistiar. Tampoco que se va a absolver a los responsables de crímenes de lesa humanidad.
Mucho menos que se buscan unos acuerdos en los que, de lograrse, los
subversivos entren a la legalidad conservando las armas con las que hacen la
guerra. Tampoco es verdad que se van a repartir alcaldías y gobernaciones a
granel.
Falta mucha confianza con el
Presidente Santos y con la comisión
negociadora. Es injusto creer que se chifló el mandatario y que Humberto
de la Calle con sus acompañantes estén de rodillas rogándole a la guerrilla el
favor de suscribir unos acuerdos, cualesquiera que ellos sean. Es indelicado
repetir especulaciones o simples rumores sin primero comprobar los comentarios
o las consejas.
Lo peor de seguir llenando el
proceso de paz de fantasmas, es que se puede echar a perder una posibilidad sería
de conciliación. Se trata es de conseguir que la guerrilla entre al sistema
legal. No es que quienes estamos en lo institucional nos metamos al de la
guerrilla. Es para que se acaben las muertes que genera la guerra. Se trata es
de brindarle a la juventud unos espacios apropiados en los que puedan
desarrollar sus invaluables conocimientos. Es para que haya más inversión y se
pueda producir y generar riqueza con tranquilidad.
Mucho hay que hacer, con
proceso o sin proceso. Respetar los derechos humanos, por ejemplo. Fortalecer
la democracia. Expedir el Estatuto de Oposición ordenado por la Constitución.
Elaborar el Estatuto del Trabajador, también ordenado desde 1.991. Revisar el
modelo económico para superar la ominosa desigualdad que sufrimos. Tener un
nuevo sistema de salud. Crear más espacios de participación. Mejorar el
ejercicio de la política. Reformar el sistema agrario. Generar ingreso con
equidad. Luchar contra la corrupción. No son ni mucho menos consignas
revolucionarias. Son necesidades para lograr el bienestar y vivir mejor.
Podemos lograrlo si cada
colombiano o colombiana piensan en las ventajas de un país en paz. Pero
hagámoslo.
Bogotá D.C., 30 de Abril del
2013 – columna del NuevoSiglo