El gobierno recorre
el país haciéndole creer inútilmente a los colombianos y al mundo que estamos
en el paraíso terrenal. Claro que ese paraíso si existe para una reducida
franja de colombianos que usufructúa de los grandes privilegios que les ofrece
la clase trabajadora.
Pero, en un
país como el nuestro, es una verdadera cobardía de los que manejan el estado y
su riqueza, que la calamidad del hambre
se convierta en otro factor de miseria y zozobra de la mayoría del conglomerado
social, solo porque a los funcionarios que integran la cúpula del estado niegan
la amenaza de hambre que se está cerniendo entre más de 20 millones de
compatriotas que están sumidos en la pobreza.
Esos
funcionarios desmienten lo que está ocurriendo y que advierte la FAO, solo
porque en la mesa de ellos por fortuna con el sudor del pueblo nada les falta y
todo les sobra.
Colombia
para fortuna de la burocracia y desdicha de las mayorías urbanas y rurales, es
un país privilegiado por la diversidad de tierras, montañas, fauna, minas, ríos
y quebradas, país ubicado en la franja ecuatorial con distintos climas y donde
por naturaleza y esfuerzo se produce toda
clase de alimentos necesarios para abastecer a los 50 millones de habitantes y
quedaría para exportar a los países donde no tienen ese privilegio de clima, si
los gobernantes dieran esa oportunidad.
Y que, no
podamos darnos esos lujos de producir más riqueza, es también una desgracia que
originan los gobiernos y su congreso de
la república, porque son incapaces de presentar iniciativas y legislar para
facilitar e incentivar que la poca
población rural que queda, se interese en aumentar la producción de alimentos.
Tras la
advertencia que hizo la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) la Sociedad de Agricultores de Colombia
respaldó esa amonestación y denunció que han sido reiterativas las solicitudes
al gobierno para que frene ese abuso de quienes producen fertilizantes o
abonos, pesticidas, herramientas y demás elementos que se requieren en el
campo, porque sus costos impiden que los agricultores produzcan, pero el
gobierno es sordo y ciego.
Pero
hablando de todos estos factores negativos que le ponen talanquera a la
producción, surge otro factor de ataque,
desde el Banco de la república donde
sus directivos no hallan cómo cerrarle el camino a quienes necesitan créditos
para producir bienes y servicios, subiendo los intereses de forma abusiva, como
una demostración de cómo el capitalismo le pone el YUGO infame y esclavista a
quienes quieren trabajar y producir. Y
ante ese abuso de los que manejan el Banco de la república, que han dicho el
gobierno y el congreso. Nada porque es
así como Colombia sigue concentrando el capital en unas pocas manos y
sometiendo al pueblo a la desigualdad y al hambre.
En qué mente perversa le cabe una medida como
la que toma el Banco de la república de subir las tasas de interés, medida que
de inmediato frena cualquier esfuerzo que hagan los industriales, pequeños
empresarios y los campesinos con miras a obtener créditos para generar
producción. A Colombia le hace más daño frenar la recuperación económica, tras
el estancamiento generado por la pandemia de covid, que el síndrome imaginario de la inflación
que se apodera de la mente ruin de los burócratas que no conocen las necesidades del país y
toman decisiones desde la cómoda silla
detrás de un escritorio. Estos son, funcionarios que tienen al país como todos sabemos: con hambre y
violencia.
Por eso es
que a la fronda burocrática y a los politiqueros que viven exprimiendo y
sometiendo al pueblo al hambre miserable, les da temor un cambio de las castas
políticas que han gobernado y siguen
dirigiendo al país.
El estallido
social ocurrido recientemente y que todavía quedan residuos y secuelas, es una
muestra de las amenazas que han creado los gobernantes.
Por eso es
que una gran mayoría de colombianos pide con urgencia un gobierno que ajuste
las estructuras del manejo estatal y se frene el robo descarado de bienes que
realizan los ladrones de cuello blanco.
(Redacción bersoahoy.co)