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sábado, 12 de febrero de 2022

Amenazas y sombras en las elecciones

Mario González Vargas
Todo indica que los efectos del pulso entre Rusia y los Estados Unidos en Ucrania han cobrado consecuencias en América susceptibles de afectar nuestra seguridad nacional y de alterar el proceso electoral en Colombia. Las declaraciones del Ministro Molano dieron lugar a un dialogo con el embajador ruso que se limitó al ámbito de la cooperación militar rusa en Venezuela con la provisión de armamento sofisticado al gobierno de Maduro, cuyos usos y destinos despiertan legitima preocupación que no parece haber sido satisfecha con las escurridizas explicaciones del representante de Moscú. Por otra parte, no se registró conversación sobre los hallazgos de la inteligencia colombiana que develaron el despliegue de unidades de radioelectrónica de avanzada tecnología en espacios fronterizos, con capacidades de interceptaciones de sistemas estatales y habilitados para actividades de desinformación, de creación de contenidos que manipulen emociones de los electores y de ataques cibernéticos, ya probadas en 2016 contra los EEUU y en 2019 en Europa. Nada tampoco se dijo de la existencia de continuos y cuantiosos giros a cuentas de ahorro de ciudadanos de escasos recursos en la antesala de las jornadas electorales. No sorprendió la veloz presencia de la delegación de los EEUU, presidida por la subsecretaria de estado Nuland, que enfatizó en “unas elecciones libres y justas”, sin involucramiento de actores externos, y ofreció colaboración para contrarrestar toda forma de intervención indeseable e ilegítima susceptible de alterar la voluntad ciudadana.

Son innegables los intereses políticos foráneos en las elecciones en Colombia. Maduro, Cuba, Nicaragua, el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, constituyen la vanguardia de quienes pretenden el ascenso al poder de sectores afines ideológica y políticamente, cuyo triunfo convertiría las elecciones en Brasil en simple trámite y haría irreversible su pretensión hegemónica en toda Latinoamérica. Es evidente que Rusia, China e Irán buscan enraizarse en el hemisferio a manera de amenaza cierta y actual a los EEUU. Es un reto enorme e inédito para los colombianos, su democracia y sus instituciones electorales, cuya vulnerabilidad no ha sido atendida y parece acrecentarse con nuevas alarmas que despuntan amenazantes en el horizonte cercano. A la remoción sorpresiva y tardía de los registradores departamentales, se suman las inconsistencias no corregidas del registro de electores, la politización creciente del CNE y el silencio sobre el contrato con INDRA para la elaboración del software aplicable al escrutinio de los votos, su calidad, imparcialidad e integridad. Nada se conoce sobre su elaboración y características técnicas que generen confianza sobre su idoneidad, que difícilmente se acreditará a posteriori con tardía auditoría de los partidos y movimientos el día electoral. No generan confianza ni tranquilidad las observaciones a softwares de la empresa en otras elecciones, como tampoco que sea Petro, de la mano de Enrique Santiago, el único colombiano y candidato atendido por Indra. Las misiones de observación electoral carecen de competencia para auditar anticipadamente el software, lo que lo convierte en instrumento incuestionable. Las alarmas de la MOE se suman al desasosiego que no perciben muchos precandidatos ni el señor registrador. Nuestra democracia indefensa bajo amenaza.

domingo, 6 de febrero de 2022

Aflora el resentimiento por el éxito de los demás

Por: Bernardo Socha Acosta
Nada más sabio que, la envidia es la madre del resentimiento y la madre de todos los vicios. Y sin duda este defecto de las fallas capitales, se junta con los que hacen el papel de “fariseos” y a pesar de tener responsabilidades en la vida pública dejan sus obligaciones para ocuparse negativamente de lo que no deben hacer, como menospreciar el éxito de los demás.

Los tratadistas de la sicología afirman que la antipatía (resentimiento) es un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor, sino que al otro le vaya peor.

Eso fue lo que todos pudimos observar la semana pasada cuando un aspirante a la presidencia de Colombia se entrevistó con el Papa Francisco en el Vaticano. No se demoró en publicarse la noticia cuando cada uno de los críticos y fuentes de la envidia salieran con su insidia mordaz  para expresar el resentimiento y hasta decir que, ‘ojala no se le olvidara confesar sus pecados,? olvidando el pasaje bíblico que, “el que NO los tenga que arroje la primera piedra”.  Nos preguntamos, quién de los que ha venido ocupando cargos públicos, no tiene faltas. No creo que haya uno solo que no los tenga y muy graves, o gravísimas. Porque, no estén pagando culpas en una cárcel, no significa que sean unos santos inocentes.

Pero este es uno de tantos casos que los colombianos hemos podido vivir, escuchando a nuestos jerarcas  de la vida pública rasgándose las vestiduras y sollosando de resentimiento por la vida de los demás.

Y, podemos entender así que, el resentimiento que aflora en cada momento entre quienes tienen importantes obligaciones de estado, no los deja tranquilos y por ende no los deja hacer las cosas como debiera ser, y los que pagan los platos rotos son los colombianos.

Y de esta peste del resentimiento no escapa la mayoría de los que aspiran a gobernar al país. Da grima  ver a la mayoría de quienes se dicen dirigentes  con aspiraciones presidenciales, o al Congreso de la república y otros entes,  que se les ve en su actitud y pronunciamientos, cómo el resentimiento, la envidia, el odio por sus rivales y el deseo de venganza afloran a cada momento. Con qué espíritu creativo llega una persona de estas a formar parte de órganos del estado, o a ocupar cargos de las tres ramas del poder público, si están consumidos por sendos factores negativos.

Cuando se hace este tipo de análisis, llegamos a concluir de que, sería muy saludable que quienes ocupan cargos públicos o aspiran a ocuparlos, hagan un examen, en qué falta capital están incurriendo, para que tengamos unos verdaderos apóstoles del servicio que represente a un pueblo habido de mejores días. Veamos en qué incurrimos: la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza... y quien sabe en qué más.  

bersoa@hotmail.com

Unidad en la diversidad democrática

Mario González Vargas
Un mejor entendimiento del proceso electoral colombiano debe comprender un examen de las variables sociales, culturales y políticas que hoy se expresan y que influyen en las decisiones electorales de los países. Pareciera que vivimos una era de transición que paradójicamente ha favorecido el resurgimiento de formulaciones políticas que considerábamos superadas en vez de estimular expresiones que correspondan a nuevos parámetros culturales y que exigen renovadas concepciones de la vida en sociedad. Esa dicotomía siembra la natural incertidumbre que se esparce por el mundo y que se expresa en el inconformismo generalizado de las instituciones estatales que parecen sin respuestas a los desafíos que se confrontan. Nadie parece escapar a ese flagelo, ni las potencias orbitales en competencia por la preeminencia, ni sus aliados, ni mucho menos los países comprendidos en sus zonas de influencia, como si estuviéramos todos condenados a la impotencia.

En Colombia se pretende la polarización entre una estatización que reviva el nefasto centralismo burocrático, anclada en el desmentido axioma del advenimiento inevitable del socialismo y resistida desde la orilla opuesta con la búsqueda de capacidades propositivas y renovadoras, a las que poco aporta la etérea pesquisa de un centro de ignotas coordenadas. Se nos quiere imponer la percepción de que el capitalismo, no solamente es en sí mismo injusto, sino también ineficaz, por lo que debe ser sustituido por la acción del Estado en la repartición de los recursos colectivos. Proclama el regreso al centralismo burocrático que pauperizó y derrumbó a la Unión Soviética y a sus estados satélites, y esclavizó a los ciudadanos de los países que en Asia, África y América se refugiaron en el despotismo para asegurar una triste supervivencia. Esa es la careta del progresismo que pregona que sin la izquierda radical no hay salvación y que ni siquiera con audiencia papal logra esconder su directa filiación con la utopía que se derrumbó con el Muro de Berlín en el año 89 del siglo pasado. Las coaliciones de Centro Esperanza y Equipo Colombia lograron evaporar su competitividad. A la primera, con un líder que se dedicó a jugar siempre en posición de fuera de lugar, se suma el retiro de Juan Fdo Cristo de la consulta; la segunda, prefirió vetar a sumar, sin suplir su orfandad de proposición con bandera distinta a la autovaloración de sus gestiones locales. Con ello, concentraron el impacto político en la votación de la consulta del Pacto Histórico. En contraste, las candidaturas que apuntan a la primera vuelta conjugan creatividad con representatividad y audiencia de sectores sociales diversos, más inclinados a construir país que a repetir fracasos. Rodolfo Hernández, Luis Gilberto Murillo y Oscar Iván Zuluaga, suman sectores distintos con potencialidades electorales y aspiraciones legítimas que no entrañan amenazas para nadie y son conscientes de la oportunidad de un país renovado, visión compartida por Salvación Nacional y Colombia Justa y Libres. Albergan una mayoría nacional a la que tienen que responder con unidad y determinación en la instancia decisoria si queremos asegurar el destino de Colombia en el mundo que se anuncia.

lunes, 31 de enero de 2022

Que, ¿Colombia amenazada por el hambre?

Por: Bernardo Socha Acosta
La alerta lanzada por la FAO, acerca de la penosa y vergonzosa época de hambre que amenaza a varios países, entre ellos Colombia, no fue más oportuna, porque en este tiempo es cuando se deben decir las verdades, así algunos gobiernos como el nuestro traten de decir lo contrario, pero esa es la triste realidad.

El gobierno recorre el país haciéndole creer inútilmente a los colombianos y al mundo que estamos en el paraíso terrenal. Claro que ese paraíso si existe para una reducida franja de colombianos que usufructúa de los grandes privilegios que les ofrece la clase trabajadora.

Pero, en un país como el nuestro, es una verdadera cobardía de los que manejan el estado y su riqueza, que  la calamidad del hambre se convierta en otro factor de miseria y zozobra de la mayoría del conglomerado social, solo porque a los funcionarios que integran la cúpula del estado niegan la amenaza de hambre que se está cerniendo entre más de 20 millones de compatriotas que están sumidos en la pobreza.

Esos funcionarios desmienten lo que está ocurriendo y que advierte la FAO, solo porque en la mesa de ellos por fortuna con el sudor del pueblo nada les falta y todo les sobra.

Colombia para fortuna de la burocracia y desdicha de las mayorías urbanas y rurales, es un país privilegiado por la diversidad de tierras, montañas, fauna, minas, ríos y quebradas, país ubicado en la franja ecuatorial con distintos climas y donde por naturaleza y esfuerzo se  produce toda clase de alimentos necesarios para abastecer a los 50 millones de habitantes y quedaría para exportar a los países donde no tienen ese privilegio de clima, si los gobernantes dieran esa oportunidad. 

Y que, no podamos darnos esos lujos de producir más riqueza, es también una desgracia que originan los gobiernos y su congreso de la república, porque son incapaces de presentar iniciativas y legislar para facilitar e incentivar que la poca población rural que queda, se interese en aumentar la producción de alimentos.

Tras la advertencia que hizo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la Sociedad de Agricultores de Colombia respaldó esa amonestación y denunció que han sido reiterativas las solicitudes al gobierno para que frene ese abuso de quienes producen fertilizantes o abonos, pesticidas, herramientas y demás elementos que se requieren en el campo, porque sus costos impiden que los agricultores produzcan, pero el gobierno es sordo y ciego.

Pero hablando de todos estos factores negativos que le ponen talanquera a la producción,  surge otro factor de ataque, desde el Banco de la república donde sus directivos no hallan cómo cerrarle el camino a quienes necesitan créditos para producir bienes y servicios, subiendo los intereses de forma abusiva, como una demostración de cómo el capitalismo le pone el YUGO infame y esclavista a quienes quieren trabajar y producir. Y ante ese abuso de los que manejan el Banco de la república, que han dicho el gobierno y el congreso.  Nada porque es así como Colombia sigue concentrando el capital en unas pocas manos y sometiendo al pueblo a la desigualdad y al hambre.

 En qué mente perversa le cabe una medida como la que toma el Banco de la república de subir las tasas de interés, medida que de inmediato frena cualquier esfuerzo que hagan los industriales, pequeños empresarios y los campesinos con miras a obtener créditos para generar producción. A Colombia le hace más daño frenar la recuperación económica, tras el estancamiento generado por la pandemia de covid,  que el síndrome imaginario de la inflación que se apodera de la mente ruin de los burócratas  que no conocen las necesidades del país y toman  decisiones desde la cómoda silla detrás de un escritorio. Estos son, funcionarios que tienen  al país como todos sabemos: con hambre y violencia.   

Por eso es que a la fronda burocrática y a los politiqueros que viven exprimiendo y sometiendo al pueblo al hambre miserable, les da temor un cambio de las castas políticas  que han gobernado y siguen dirigiendo al país.

El estallido social ocurrido recientemente y que todavía quedan residuos y secuelas, es una muestra de las amenazas que han creado los gobernantes.

Por eso es que una gran mayoría de colombianos pide con urgencia un gobierno que ajuste las estructuras del manejo estatal y se frene el robo descarado de bienes que realizan los ladrones de cuello blanco.

 (Redacción bersoahoy.co)

Horror, dolor y miedos

Carlos Ibañez
P
ais tormentoso el que nos tocó vivir . Desde niño lo sentía así. Horror y temor me agobiaba cuando escuchaba de los mayores las noticias sobre la desaparición , tortura y muerte de niños que salían de sus casas a la tienda a hacer mandados y no volvían. Ya de joven y adolescente me impactaba lo que me narraban mis padres de la violencia partidista y la barbarie que anegaba la patria y que se enseñoreaba en los campos. Así mismo la época de los bandoleros que asaltaban caminos , mataban y saqueaban a los viajeros , luego cuando hacía bachillerato las tomas de pueblos , los secuestros y crímenes perpetrados por las guerrillas de la FARC, ELN, EPL , M 19 , QUINTÍN LAME. Etc

Luego los despreciables grupos paramilitares que so pretexto de combatir la guerrilla y liberar al país del comunismo, en alianza en muchos casos con las fuerzas armadas y con políticos arrasan con los campos , torturan , masacran, desplazan y arrebatan tierras a pequeños campesinos que huyen a las ciudades donde entregan a sus hijos a las bandas delincuenciales y a la mendicidad.

Simultáneamente aparece el monstruo de mil cabezas, el narcotrafico, que asesina candidatos presidenciales, ministros , magistrados, jueces , policías y particulares que caen despedazados por las balas y las bombas; permean la política y se cuela en los procesos electorales conformando clanes familiares que se roban los presupuestos de la nación, departamentos y municipios y desplazan del escenario político a líderes sociales y políticos honestos, degradando la política, arribando a esta con la extorsion y el mal habido dinero al congreso, asambleas y concejos y altos cargos del Estado.

Muchos de los de mi generación atestiguarán sobre esta barbarie y guardarán otros miedos de niñez y adolescencia, pero el que me conmueve en el otoño de mi vida es el de la POBREZA, LA DESIGUALDAD SOCIAL y sobre todo el del HAMBRE.

Carlos Ibáñez Muñoz
Enero 29 del 2022.

sábado, 29 de enero de 2022

Un posible escenario electoral

Mario González Vargas
Parece confirmarse la percepción de perdida de interés de la ciudadanía por las coaliciones que se presentarán en las consultas del 13 de marzo. La del Pacto Histórico, con vencedor incuestionable, solo pretende recaudar financiación para la candidatura presidencial de su mesías. Las de Centro Esperanza y Equipo Colombia se han estancado en los vericuetos de la mecánica política, con sus riñas de siempre y sus egoístas exclusiones que las han privado de aliento y mensaje para un electorado escéptico sobre el futuro del país. La primera, con dificultades para encarnar renovación con actores participes de muchas de las incongruencias y yerros del pasado, se redujo a una competencia eliminatoria en la que empieza a prevalecer Ingrid Betancur mediante apariciones estratégicas y ejecutorias medidas en el tiempo y con objetivos precisos. Llegó primero para ayudar a mediar en las diferencias y facilitar unidad en el candente y explosivo ambiente de las aspiraciones de sus integrantes, asumiendo vocería, propiciando tranquilidad y repartiendo avales, para luego sorprender con su candidatura, y posteriormente entronizarse como la campeona y guardiana de los principios que sustentan las exclusiones de los aliados que le molestan. Con ello espantó la esperanza, si es que ella alguna vez merodeo por esos lares. En el Equipo Colombia, los vetos se hicieron a ritmo de salsa, lo que desdice de la experiencia que se reclamaba como bandera y siembra inquietudes sobre las lealtades en su seno. Todo ello sugiere que la angustia para los eventuales vencedores de las maltrechas consultas se materialice en la atroz pesadilla de que un pobre resultado electoral ponga fin a tan ansiada aspiración de dirigir los destinos de Colombia. Esos deleznables comportamientos pueden trasladar el interés ciudadano hacia la primera vuelta, abriendo mayores espacios para los candidatos que prefirieron, o se vieron abocados por exclusión, para disfrutar de mayor tiempo y elaborar y pulir sus propuestas y someterse al veredicto de las urnas en el mes de mayo. Rodolfo Hernández ha venido creciendo en las encuestas con un mensaje sencillo pero potente, que logra conectar con amplios sectores que ven en la corrupción el mal endémico del país, prédica que se extiende silenciosa pero continuamente por las regiones, como lo sugiere el examen cuidadoso de las encuestas y podría alcanzarle para superar la primera vuelta. Oscar Iván Zuluaga, muy probablemente sumará a la votación de su partido la de un amplio sector preocupado por el posible advenimiento al poder del mesías criollo de la izquierda radical. Luis Gilberto Murillo encarna al país que procuramos construir, la voz de la Colombia profunda y sus poblaciones olvidadas, la esperanza de cerrar las brechas de la desigualdad que permita unir y potenciar la riqueza de la diversidad de la población colombiana, a la vez caribe, pacífica, andina, llanera y amazónica, única en las Américas. A ellos, se sumarán Petro y probablemente los náufragos de las consultas con apoyos del partido liberal y de cambio radical. La segunda vuelta favorecerá a quien mejor incorpore las aspiraciones que nos mueven y las realidades que anhelamos.

sábado, 22 de enero de 2022

Evitar el peor de los destinos

Mario González Vargas
Las elecciones que tendremos este año no pueden abordarse y desarrollarse con las mismas características de las que hemos vivido en el pasado. Si bien persisten los desafíos a la seguridad ciudadana, la amenaza cierta y actual del cambio climático y la enconada relación que ha venido apoderándose de los líderes y organizaciones políticas, no es menos cierto que en el mundo se debaten nuevas formulaciones culturales e ideológicas que por su naturaleza impregnan cualquier debate electoral en la actualidad. Los retos que plantean los efectos de la pandemia que no cesa, han originado nuevos desafíos para todos los Estados. La globalización ha menguado el ejercicio de las soberanías nacionales y potenciado el papel de los organismos internacionales, los que, de la mano de sus burocracias, afinan e intentan imponer los nuevos parámetros ideológicos y culturales diseñados a su antojo. Ello impacta los certámenes electorales porque cada nación termina siendo parte de un engranaje que le puede ser extraño, pero determinante para la consolidación de la nueva arquitectura política e ideológica.

Al iniciarse el tramo final de las elecciones en Colombia todo indica que Petro es el que mejor comprensión tiene del escenario. Se convirtió sin dificultad en el vocero del “progresismo” en su extrema versión, que pretende poner fin al capitalismo y a la democracia, pilares de un sistema cuya deconstrucción se considera necesaria para el advenimiento de los nuevos tiempos. Goza del apoyo del ala radical de la internacional socialista y de muchos de los foros y grupos adscritos a ella, y de la solidaridad de las burocracias militantes de los organismos internacionales que le confieren inmunidad judicial y por supuesto impunidad. No esconde sus metas y descalifica con insultos y menosprecio a sus contenderos, a quienes termina intimidando acusándolos de provocar y ejercer indebida polarización de la sociedad colombiana, y permitiéndose engrosar sus huestes con personajes cuestionados, ignorantes del pobre destino que les espera una vez conquistado el poder.

Las respuestas a Petro han sido unas esquivas y otras erróneas. El Centro esperanza ha preferido empuñar la linterna de Diógenes para hallar lo que denomina el centro, con el resultado de todos conocido desde la más remota antigüedad. Suma la mayor cantidad de precandidatos y se espera que con el ingreso de Luis Gilberto Murillo e Ingrid Betancur encuentre un rumbo cierto y un mensaje que le permita conectar con sectores de la ciudadanía, y no se distraiga en encuestas previas, cuando se trata de trabajar un conjunto de propuestas por construir, a las que Luis Gilberto Murillo e Ingrid tienen mucho para aportar. En el Equipo Colombia, Char y Dilian Francisca le restaron validez y futuro a esa coalición y le extendieron una anticipada partida de defunción que paradójicamente abrirá espacios para nuevos entendimientos en la primera vuelta presidencial que le permitan al centro derecha preservar sus opciones de éxito. La intromisión internacional en nuestras elecciones se agravará y abarcará la protección del sistema electoral. ¿Entenderán los colombianos que Petro encarna el peor de los destinos? Las coaliciones deben contribuir a la respuesta.

viernes, 21 de enero de 2022

Defender la prevención del covid es civilización

Por Bernardo Socha Acosta
Todas las medidas que se tomen para garantizar la salud de una sociedad y máxime cuando se trata de impedir la propagación de una pandemia, deben ser bienvenidas por todos los que nos consideremos personas cumplidoras de los derechos y deberes, viviendo en una era de la civilización.

Hay muchas disposiciones sobre la materia, pero tal vez se sintetice en “el derecho a la salud” que consagra la OMS.

La Constitución de la Organización Mundial de la Salud encabeza su tratado diciendo: 'La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades'.  

Y para referirnos, no del exterior, sino de nuestro país, Colombia, la Constitución de nuestra Patria en su artículo 49 reseña: “Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su comunidad”.

En ese sentido las autoridades de salud están en la sagrada obligación de tomar todas las medidas que estén al alcance para impedir al máximo que las personas se enfermen y mueran de alguna patología y con mayor, cuando se trata de una pandemia como la que está viviendo el mundo  con el coronavirus.

Velar porque la comunidad no se contagie del virus Covid 19 o cualquier otra epidemia, debe estar por encima de cualquier consideración, dogma o creencia. Obligar a las personas para que no sean un medio de transmisión de contagio, no es ninguna violación de los derechos humanos o del libre albedrío. Quién dijo esa mentira que raya con la hipocresía y llega hasta el fondo de la peor ignorancia, retrocediendo seguramente a la era de las cavernas.

Obligar a una comunidad a irradiar la buena salud, y repeler el mortal contagio, es un acto de civilización social y es un hecho de perfección humana. No hacerlo sería retroceder.

Por eso la mejor forma de impedir la transmisión de un virus mortal es la prevención y dentro de la prevención está la serie de medidas que incluye la vacunación como la mejor herramienta para ser inmunes, quizás no para sellarnos definitivamente, pero si para bajarle la agresividad, debilitando el virus para que nos lleve a la postración, no nos deje tantas secuelas, o finalmente lo más triste, que no nos lleva a la muerte anticipada.

Podemos pensar entonces, que no vacunarnos es un desafío a la muerte y recordemos que la vida es una sola. Cuántas personas anti-vacuna han sido atacadas por la mortal enfermedad y al encontrarse en grave riesgo, piden que las vacunen, pero infortunadamente ya es tarde…

bersoa@hotmail.com

domingo, 16 de enero de 2022

¿Seguridad: impotencia y complicidad?


Mario González Vargas
El atentado terrorista del ELN contra agentes de la Policía Nacional en Calí, merece una nueva reflexión sobre las estrategias de seguridad en Colombia. El esquema que prevaleció en la lucha contra la insurgencia no es aplicable, porque ya no se trata de derrotar en combate a organizaciones militares, sino de enfrentar milicias rurales y urbanas que controlan territorios y comunidades mediante amenazas y terrorismo, que se valen de la corrupción de autoridades locales y se enriquecen con las rentas del narcotráfico y la extorsión que les dispensa el ejercicio de la criminalidad. La inseguridad en Arauca, el Catatumbo, el Bajo Cauca y el Pacifico Nariñense y Chocoano obliga a una revisión de las estrategias de seguridad y control territorial que se han aplicado en los últimos años.

No se trata solamente de dar de baja a cabecillas y militantes que son inmediatamente sustituidos, sino de entender que la prioridad radica en ejecutar procesos con objetivos políticos definidos y concertados con la institucionalidad regional y local, que apunten a recuperar territorios y seguridad ciudadana. Ello implica una reformulación de metas y procedimientos de la Fuerza Pública que debe obedecer a doctrinas que correspondan a renovadas concepciones estratégicas del Estado. Una simple superioridad militar de combate no garantiza la neutralización de hombres en armas con retaguardia en las fronteras cercanas, cuando no ocultos en zonas urbanas y rurales que controlan mediante el terror que infunden, como se experimenta a diario en poblaciones que exigen el retiro de la Fuerza Pública, ni asegura la acción de erradicar los cultivos ilícitos que al fin y al cabo representan el combustible de la violencia, el poder de los criminales y el instrumento de sus alianzas con regímenes alimentados por sus beneficios.

Una nueva doctrina necesita un amplio consenso político que no se vislumbra a corto plazo como se desprende del enrarecido clima que se observa en el proceso electoral en curso, y en el que los sectores de izquierda radicalizan su animadversión hacia la Fuerza Pública. Los radicales y los tibios coinciden en criticar y oponerse a la movilización y operaciones de militares y policías, señalando al gobierno como responsable del terrorismo de los GAOS, cuando no acusándolo de genocida, como vociferó el senador Feliciano Valencia. Los voceros del partido comunes rechazaron las decisiones del gobierno para poner fin a las matanzas de colombianos y venezolanos en territorios fronterizos. El senador Iván Cepeda calificó la decisión de militarista, al tiempo que desde Centro Esperanza se sumaban a las críticas, que indignan más porque callan ante las víctimas militares y policiales caídos en su tarea de proteger a los colombianos del terrorismo y vandalismo que ellos parecen justificar. Los unos en su tarea de demolición, los otros carentes de ideas y de coraje.

En ese escenario que se encamina a lo dantesco, preocupa la timidez de los precandidatos en edificar soluciones y solidaridades para enfrentar una situación de la que depende un mejor país, como si nos anticiparan su renuencia a la construcción del futuro. ¿Impotencia y complicidad?

sábado, 8 de enero de 2022

Desafíos a la paz

Mario González Vargas
El año inicia en medio de grandes incertidumbres provocadas por los disensos entre potencias susceptibles de amenazar la paz mundial. El incumplimiento reiterado de Irán del acuerdo firmado en el 2015 con los cinco estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Alemania y la Unión Europea, y la parálisis de las negociaciones que recientemente se reanudaron, aunado a la tensión en la frontera rusa-ucraniana y las amenazas de la China a la soberanía de Taiwán y sus miras hegemónicas sobre el denominado Mar de China, justifican las inquietudes de conflictos que podrían escalar hasta el uso del arma nuclear. La reciente declaración de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, “una guerra nuclear no puede ser ganada y no debe jamás ser librada”, si bien pretende disipar los temores que se acrecientan, se ve desafiada por las realidades que se viven. La más amenazante es Irán, que suma a sus incumplimientos en la reducción de la cantidad de sus centrales centrifugas, a la burla a la prohibición del uranio enriquecido y a su negativa a las inspecciones del OIEA, el reciente lanzamiento de misiles espaciales capaces de portar armamento nuclear, prohibidos por el acuerdo, que le permitirían en poco tiempo tener y usar la bomba atómica. Se confirman los vaticinios que rodearon la firma del acuerdo y justificaron el retiro de los EEUU. Las conversaciones que se estancan por culpa de Irán despiertan en Israel, también potencia nuclear, el fundado temor de verse forzada a ejercer la legitima defensa de su supervivencia nacional.

China ya sometió a Hong Kong a su régimen de capitalismo totalitario conculcando velozmente las más preciadas libertades de sus habitantes. Tiene sus ojos puestos en Taiwán y pretende ampliar su expansión por todo el Mar de China que la haría dueña de la navegación y la convierte ya en factor de amenaza al Japón, Corea del Sur, Vietnam y demás naciones ribereñas, extendiendo sus garras imperiales hasta Australia y Nueva Zelanda. Es el imperio renaciente, que pretende cobrar humillaciones pasadas y ejercer la hegemonía política, económica, tecnológica y racial de su civilización, a la que se considera predestinada. Representa un pulso de largo aliento, cuyo desenlace dependerá del vigor de Occidente que no se puede malgastar en erráticas respuestas, ni en apaciguamientos que denoten debilidad, ni negarse a entender que Rusia está preocupada por la extensión de la Otan hacia el este y prioriza garantías de seguridad, ni olvidarse que geográfica, cultural e históricamente ella es pariente de Occidente, rival histórico de China y muro de contención del mundo islámico. Los diálogos que se abren en Ginebra con EEUU tienen todo para ser exitosos, siempre que prevalezcan los imperativos históricos y estratégicos sobre las transitorias dificultades de la administración Biden.

Estos son los retos que confrontan principalmente los Estados Unidos y la Unión Europea para el mantenimiento de la paz. El futuro de la América Latina necesita paz y visión para crecer en la consecución de su propio destino, que no encontrará replicando experiencias históricamente fallidas que la atarían al pasado.

lunes, 3 de enero de 2022

Porqué el gobierno no previene accidente con pólvora


Por: Bernardo Socha Acosta
La ambigüedad del gobierno nacional ha ocasionado la quemadura con pólvora de más de mil personas durante las festividades de navidad de 2021 y lo que va corrido del año nuevo de 2022, cifra muy superior a los años pasados.

No puede entenderse, cómo sabiendo que estamos en un medio que, entre un gran porcentaje de  colombianos se hace aún gala erróneamente de algunas costumbres ancestrales que son lesivas para la salud y la vida de la población, no haya un gobierno, que se supone toma medidas preventivas, aun permita que se fabriquen artículos que son un grave atentado no solo para quienes la usan sino para quienes conviven a su alrededor.

Y las medidas preventivas que tiene que tomar el gobierno, no es precisamente acabar con las fábricas, sino reglamentar su elaboración, para que sean artículos inofensivos, por ejemplo, eliminar los   artículos que producen trueno y otros que afectan la tranquilidad de los ciudadanos que ya están civilizados y ni siquiera por su mente les pasa la idea de gastar sus pocos dineros comprando esa clase de elementos, usados entre algunas personas (muy pocas) del común que se aferran de lo primitivo, destructivo e incómodo.

Hay muchas formas de adoptar medidas preventivas que el gobierno y el congreso de la república están en mora de dictar para acabar con ese infierno de los artículos (pólvora) que producen trueno, y en las fiestas de navidad, época que debería servir para simbolizar la paz y la hermandad, es cuando personas primitivas gozan intranquilizando e incomodando a los demás, reventando voladores de alto impacto hasta la media noche y la madrugada.   

Pero volvamos al tema de los más de MIL quemados con pólvora en esta temporada, entre ellos muchos menores que sin duda quedarán lisiados por siempre, unos con amputación de manos, otros ciegos y muchos más con diversos defectos, también hay que sumarle que, por la falta de prevención del gobierno, cuánta erogación debe hacer el estado (los colombianos que pagamos impuestos) para la atención de quemados en esas unidades hospitalarias.

Eso nos permite afirmar que esta situación es el resultado de la terquedad del gobierno en no tomar medidas preventivas para conservar la salud del pueblo y defender los dineros que por esas imprevisiones se gastan en atención de heridos.      

bersoa@hotmail.com

domingo, 2 de enero de 2022

¿Una Era de Oscuridad?

Mario González Vargas
Los colombianos no somos los únicos que miramos con inquietud el desarrollo de los procesos electorales del 2022 en el país, porque otros también son testigos de los estragos que se han vivido recientemente en algunos países del continente. La pérdida de credibilidad de los partidos políticos y la desafección ciudadana con las instituciones se han generalizado en el mundo contemporáneo y han contribuido a las tribulaciones y protestas reiteradas que se han observado en los regímenes democráticos en Europa y en las Américas. En todos ellos, se han conocido fenómenos semejantes a los que nos afectan que generan incertidumbre o desatan violencia: el deterioro de la seguridad ciudadana prolongada por continuos actos de vandalismo en variados sectores urbanos y una racha de acusaciones de brutalidad policial; los efectos de la pandemia en la sicología social, la manutención familiar, la inasistencia forzada a clases y la percepción de futuro de los más jóvenes; el auge del populismo en los procesos electorales; la prevalencia de las redes sociales como medio de información y activismo político; y la desatención de necesidades de inclusión y equidad sociales, cada día más apremiantes.

Las elecciones en Argentina, Méjico, Bolivia, Nicaragua, Honduras, Perú y Chile llevaron al poder a gobernantes de izquierda, aunque aparentemente diferenciados por distintos matices en la concepción de la democracia, pero presentadas como tendencia irrefrenable en el giro a la izquierda en el continente. Tan solo El Salvador, Uruguay y Ecuador escaparon a esa caracterización.

En este contexto, las elecciones de Congreso y presidencial en Colombia son objeto de especial atención, tanto por su posición geopolítica como por el peso específico que le otorga su democracia, su economía y su volumen poblacional. Por otra parte, la conjunción única en su variedad de razas y de culturas, andina, caribe, pacífica, llanera y amazónica, nos confiere especial representación en un hemisferio de mestizaje consolidado, no conocido o alcanzado en otros lugares del orbe.

El futuro no se encuentra en la reedición de las experiencias de izquierda del siglo XX y las en curso del siglo XXI, ni tampoco en el inmovilismo social e institucional que afecta hoy a las democracias en crisis. Todo el entorno social ha venido cambiando al unísono con los avances tecnológicos y científicos y sus repercusiones en los ámbitos personales y sociales. Son nuevos los retos como también las respuestas para superarlos, que exigen creatividad, método y consensos para descifrarlas y ejecutarlas. La pandemia ha exacerbado las deficiencias que arrastran los sistemas sociales y políticos, pero también ha motivado la búsqueda de nuevas metas, pactos e instituciones y de nuevos ideales, conceptos y formulaciones sociales y políticos.

El país espera una visión inspiradora, incluyente, integradora y con vocación de futuro que no asoma aún, ni en las coaliciones, ni entre los precandidatos. Ese debe ser el espíritu que alumbre el contenido de una propuesta política. Retrotraernos a repetir la experiencia del Chile de Allende o de la Venezuela de Chaves, nos condenaría, no a unas décadas de sufrimiento, sino a una era de oscuridad.

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