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sábado, 26 de agosto de 2023

Un gobierno y un país a la deriva

Mario González Vargas

La condescendencia con la que sectores de opinión han tolerado las erráticas acciones del presidente Petro ha facilitado la continua y persistente tarea de deconstrucción social y política con la que pretende asegurar su indefinida permanencia en el poder. Todavía hay quienes lo demeritan, creyendo que el sátrapa en ciernes “no tiene ideas sino ocurrencias”, o que padece de trastornos mentales y, por ello, estarían dispuestos a concurrir nuevamente a un dialogo nacional, que no tiene más objetivos que el de permitirle la demolición de la institucionalidad y su sustitución por otra arquitectura que constituya la más radical expresión de su añejo y fracasado credo ideológico.

La historia contemporánea de Colombia no registra un escenario como el que padecemos de un gobierno convocando a la destrucción de la institucionalidad democrática y simultáneamente apelando a la solidaridad de los que se suponían sus defensores. Libre de esos obstáculos no necesita expresar voluntad de concertación, sino apresurar el derrumbe de los valores y de las formas que sostienen al régimen odiado, sin importarle las concesiones transitorias a las que se vea obligado, ni los padecimientos que provocarán en la sociedad colombiana, que son apenas meras exigencias de “la deconstrucción creativa”.

Ello explica su indiferencia con las crisis que se acumulan y su insistencia en una paz total que aporte los sustentos de los que aún carece para dar forma a la institucionalidad que procura levantar. Hoy, procede con el desfinanciamiento de las tres mayores EPS para activar una crisis sanitaria que cobrará millones de desamparados, que no resolverá con médicos ambulantes, ni con un sistema hospitalario público pobre y huérfano de tecnologías avanzadas. Se dispone a perdonar a miles de delincuentes, bajo el manto de insurgentes políticos, así sean solamente asesinos perversos, porque considera irrelevante si tienen o carecen de carácter político para negociar con ellos. “El objetivo es hacer creíble el artículo 22 de la CN, en particular para los excluidos sometidos a dinámicas armadas”, como lo dijo sin sonrojarse el Comisionado de Paz en la Corte Constitucional. "Estas categorías jurídicas, político o no político, no pueden volverse un obstáculo para lograr ese anhelo de la pacificación", sentenció el ministro Osuna. Las consecuencias no se hicieron esperar con la amenaza sistemática a la vida de los opositores que en nada conmueve a quien corresponde garantizar la vida, honra y bienes de los colombianos.

El gobierno afina sus metas y sus métodos. Desdeña a gobernadores y alcaldes en la defensa de sus comunidades, y poco se inquieta con los bloqueos de carreteras por todo el país que amenazan la seguridad alimentaria y empobrecen a la ciudadanía y a los sectores productivos. Distante se muestra con la seguridad en el proceso electoral. El bien común le es ajeno porque asume como redención la estatización de toda actividad en la nación. Cartilla vieja conocida, como también lo son sus estragos sociales y la entronización de castas gobernantes que se quieren eternizar. Las intervenciones de los magistrados en la reciente sesión de la Corte Constitucional sobre la paz total ojalá se confirmen en las sentencias, como prueba de la solidez de nuestras instituciones democráticas.

jueves, 24 de agosto de 2023

El fenómeno inestable de las vías a los Llanos

Por Bernardo Socha Acosta
Cuando se presentan catástrofes por fenómenos naturales surgen múltiples reacciones pero todo mundo ignoramos de plano que la naturaleza también reclama sus derechos que en diferentes formas se le han arrebatado y no siempre de la mejor manera.

Con los fenómenos naturales, muchos quedan convertidos en la leyenda de la torre de Babel. Todos hablan, pero nadie se entiende porque ahí es donde aparecen los profanos y supuestos sabios que todo lo saben.  Unos le echan la culpa  a unos  y estos acusan a otros  pero no miran la  real y propia responsabilidad, o irresponsabilidad, del porqué de los acontecimientos y así transcurre el tiempo en medio de las vacilaciones y hasta torpezas de muchos en las que le causan daño a los demás.

Cuando se habla de fenómenos naturales nada ni nadie puede prever los acontecimientos. Lo que si podemos es ser más previsivos porque cuando la naturaleza se ensaña en una demostración de reclamo por las equivocaciones del pasado, algo peor puede sobrevenir y contra la naturaleza nadie puede luchar.

Los permanentes problemas que se vienen presentando con las vías de transporte a la llanura colombiana, es solo el resultado de la forma como los habitantes de las zonas de la cordillera oriental, y otras, explotan la tierra sin brindarle un mínimo de protección y compensación por lo que le quitamos.

Al dejar la superficie de la tierra expuesta a las lluvias, corrientes de aire y el maltrato de animales y de personas, facilitamos que el agua que debiera ser absorbida por los bosques, cauce brotes erosivos y represamientos subterráneos con alto riesgo de deslizamientos y tragedias materiales y humanas, sumado a la quebrada topografía que hay en esas zonas.
Foto: Slideshare

La filtración del agua en grandes cantidades al interior de la superficie causa sus naturales reacciones que todos podemos entender. Que no queramos, es otra cosa. Pareciera que tengan que sobrevenir hechos peores para que comprendamos la magnitud que estamos viviendo por las imprevisiones, especialmente en zonas de ladera de las cordilleras, sumados a las fallas geológicas.

Y hablando de improvisaciones y confusiones de quienes están cerca de los acontecimientos, hay quienes creen que con simples muros y talanqueras y torpedeándole el paso a quienes necesitan trabajar van a remediar lo que han construido erróneamente en toda su vida.

Quienes laboran la tierra solo les ha interesado sacar sus frutos sin devolverle un mínimo de protección a los predios; han acabado con miles de hectáreas de bosque que son la protección innegable de la tierra. Está bien que se labore la tierra para producir los alimentos, pero que se conserven también abundantes franjas de protección de vegetación con los bosques.  

Lo que hoy estamos experimentando, es la demostración, de cómo la naturaleza da señales de estar reclamándole a la humanidad un mejor tratamiento de lo que ha puesto en sus manos para el disfrute en la vida.

El mundo de la naturaleza, si bien está para nuestro beneficio y hasta para que lo mejoremos con nuestras acciones, nos reclama cuando intentamos destruirla porque su uso y beneficiarnos deben ser de manera recíproca. Es decir, la naturaleza también espera de nosotros un buen trato.

En resumen, podríamos decirse que la afligida y ofendida naturaleza nos está devolviendo lo que sembramos mal.

Y en medio de la natural confusión que todo esto genera, ni las autoridades, ni los medios de comunicación, ni nadie hace pedagogía de cultura en esta materia porque solo se limitan a mirar el presente con ironía y postura farisaica.  Lamentablemente lo que vemos y oímos de algunos comunicadores (algunos) y muchos politiqueros, es una pedagogía mezquina, de intriga, de instigación violenta, embeleco, e hipocresía que es lo que abundan en estos casos, porque de bueno no tienen nada y solo aprovechan las circunstancias para tratar de hacer politiquería barata y venenosa.

Y para finalizar digamos que muchos de quienes se encuentran en la zona afectada,  no tienen ni idea de lo que hacen, ni deben hacer,  y lo único que continúan haciendo equivocadamente, es buscando las víctimas rio arriba…

sábado, 19 de agosto de 2023

¿Por quién doblan las campanas?

Mario González Vargas
El presidente Petro parece no haber entendido aún que debe moverse en medio de un escenario político de enorme inestabilidad, que no puede conjurar con discursos grandilocuentes y con nuevos llamados a difusos acuerdos nacionales, difíciles de convenir en medio de los escándalos que lo afectan y adobados con una permanente retórica pendenciera, que se han materializado en una inmensa perdida de capital político.

En el año que completó solo sobresalen las huellas que deja el desgobierno, alimentadas con la escasa comunicación con sus ministros, que se ha tornado en desconfianza, y que no se resolverá con ultimátum a cada uno de ellos, huérfanos de direccionamiento y poco versados, por su condición de activistas, en las artes de gobernar y las exigencias de ejecutar.

Si en algún momento el presidente acarició la posibilidad de lograr algunos consensos con sus opositores que permitieran condiciones para un clima más propicio a la colaboración de las fuerzas políticas y a la comprensión de la ciudadanía, y garantizaran la superación de los amenazantes retos que confronta en el inmediato futuro, su inveterada propensión a la reyerta, imitada por algunos de sus ministros, encendió nuevas hostilidades que tienen por efecto acrecentar la soledad que ya empieza a hacerle compañía.

Ignorar el gobierno las advertencias del registrador sobre las dificultades que se ciernen sobre las elecciones de octubre, como despectiva y retadoramente lo hizo a través del ministro del interior, podría calificarse de ingratitud, si a ellas no se hubiesen sumado la MOE, las Federaciones Nacionales de Departamentos y Municipios, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo, todas coincidentes con las inquietudes de los gobernadores y relacionadas con el control que todas las organizaciones armadas ilegales ejercen, cada una sobre amplio número de municipios, que les permitirán viciar impunemente la expresión política de sus moradores.

Resulta incomprensible entender la mansedumbre y pasividad del gobierno con el Eln y sus reiteradas violaciones al cese al fuego, convenido hace pocos días, que no deben tolerarse por la empatía del comisionado de paz, párvulo de crianza del director de la comisión intereclesial de justicia y paz, máxime cuando se conoció el macabro plan del Eln de asesinar al Fiscal General, a la senadora María Fernanda Cabal y al General® Zapateiro, y se evidenciaron desacuerdos inducidos entre los más altos mandos de la Fuerzas Militares.

Al sicariato, extorsión, secuestros, desplazamientos, reclutamiento forzado de menores, violaciones al cese al fuego, divisiones provocadas en el alto mando militar, se le quiere sumar la interferencia electoral, sin que presidente y ministro de defensa se den por aludidos. Pareciera el minucioso plan para debilitar y vencer a la democracia y sus instituciones, a ciencia y paciencia de quien fue elegido con la bandera de convertirnos en ejemplar potencia de la vida. Aumentan los temores de la aplicación de la máxima del progresismo político, la deconstrucción creativa, con la que en otras naciones han logrado espantar las libertades. La última luz de esperanza es la de que en medio de la incompetencia del gobierno tal axioma termine por aplicársele al gobernante y a su séquito cercano.

lunes, 14 de agosto de 2023

Qué impresión hay por tratamiento a hospitales públicos

Por Bernardo Socha Acosta
Si después de conocer el aterrador informe que, sobre el presunto abuso de las EPS contra los hospitales públicos del país, no resulta un doliente que se apersone y decida reversar los aberrantes hechos que se cometen contra la salud del pueblo, sería suficiente motivo para no volver a creer en nada ni en nadie después de este cuatrienio, el que diga que va a gobernar.

Es que las cifras aterradoras del presunto abuso de las EPS en Colombia, deja perplejo a cualquier ciudadano.

Sí, a cualquier ciudadano. Pero, entonces ¿qué clase de personas hemos elegido al llamado, flamante y respetado CONGRESO de la república?, si no hace nada ante semejantes actuaciones que atentan y afectan la salud e los colombianos.

O, ¿es que las mal llamadas MAYORÍAS del congreso solo van a cobrar sueldo y no hacen nada, pero absolutamente nada bueno por los colombianos? Porque es el congreso de la república y los entes de control, los responsables de conocer estos oprobiosos hechos que son los que han exacerbado los sentimientos de muchos ciudadanos y jóvenes, que han preferido escoger la REBELDÍA como única manera de protestar y mostrar su desprecio por la degeneración del estado, sin que haya una entidad que se enfrente a estos abusos.

Ese informe que concentra cifras desde 2018 (léalo aquí) reseña que las deudas de las EPS, a la fecha se aproximan a $11 BILLONES. Y por qué no se han pagado esas deudas a los hospitales, si las EPS le cobran sagradamente a los afiliados o pacientes, no solo las mensualidades de salud, sino el llamado copago cuando se tramita una cita médica y hasta para recibir los medicamentos que en muchas ocasiones se limitan a un sobre de Aspirineta o un sobre de acetaminofén.

Y volvemos a preguntarnos, para qué existen entes de control, y una rama legislativa (el CONGRESO) si no se hace nada, porque si se actuara esos hechos se solucionarían. Si existen desde 2018, esos hechos, es porque nadie ha hechos nada en una actitud que podría considerarse cómplice. Entonces para qué entes de control y un congreso de la república que le cuenta a los colombianos BILLONES Y BILLONES anualmente sin que eso se revierta en NADA.

Esto que hoy estamos conociendo, es gracias a la gestión del actual gobierno, porque en el pasado reciente hubo un silencio absoluto y sospechoso, que debiera merecer una severa investigación por partes de las entidades que les corresponde si es que existen y que sus responsables paguen.

O, es que los colombianos seguimos en el antiguo pasado donde mandaban los jefes de las entidades que más tuvieran influencia política e influencia de los corruptos para poder devorar los bienes de este país, y han puesto al pueblo más sufrido a tomar otras vías, hasta las de hecho.

Hoy cuando los señores congresistas debido a la campaña politiquera no están deliberando sino 2 días de la semana, para hacer campañas en los departamentos y municipios, es cuando el pueblo tiene que saber de qué clase de político son los candidatos. Ojo y cuidado con los que no hacen nada en el congreso.

sábado, 12 de agosto de 2023

El sendero del cambio en la crisis política

Mario González Vargas
El escándalo desatado por la violación de los topes establecidos para la financiación de la campaña del presidente Petro y por la posible recepción de dineros ilícitos es el tema que desafía poderosamente al régimen democrático colombiano. A pesar de las normas constitucionales y legales establecidas para disuadir su práctica, los atajos se han multiplicado y gozado de impunidad en los procesos electorales posteriores al escándalo del proceso 8.000, amparados en la ética flexible que caracteriza el ejercicio de la política en Colombia.

De poco han servido las normas constitucionales y legales para enervar y castigar las diabólicas mañas de uso corriente en el opaco mundo de la política, avaladas por el silencio temeroso de las gentes, pero no por ello cómplices de sus victimarios.

El Acto Legislativo No 1 de 2009 introdujo el artículo 109 constitucional que estableció que “la violación de los topes máximos de financiación de las campañas, debidamente comprobados, será sancionada con la pérdida de investidura o del cargo”. Adopta una responsabilidad objetiva que excluye el supuesto de no haber tenido conocimiento del ilícito para arropar su conducta bajo el manto de que “todo ocurrió a sus espaldas”. Al CNE le corresponde determinar si tal violación de topes se produjo y remitir el expediente a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, la que decidirá si existen los motivos para acusar ante el Senado al presunto infractor y, de encontrar evidencias de conductas ilícitas, enviará las pruebas a la Corte Suprema de Justicia para su juzgamiento, previo juicio político. La Corte Constitucional ha considerado que la vulneración de los topes debe considerarse gravísima por sus proporciones y efectos para sustentar la sanción de separación del cargo, condiciones hoy satisfechas con las pruebas ya conocidas, posiblemente complementadas con las que resulten de las investigaciones que se adelantan contra Armando Benedetti y Laura Sarabia y con las mentiras de Roa.

La situación que vivimos exige el correcto desempeño de las autoridades que integran la institucionalidad y pone a prueba su capacidad para cumplir con sus deberes constitucionales y legales, de los que dependen la vigencia y fortalecimiento del régimen democrático. El reto es inmenso para el CNE, el Congreso y la Justicia que han sufrido reparos justificados, y aún algunos de ellos padecen circunstancias que han demeritado su accionar y comprometido la confianza ciudadana. La recta aplicación de sus competencias constituye garantía irremplazable para la superación pacífica y necesaria de una situación que debería confirmar el fortalecimiento de la democracia y no su decaimiento.

Todos esperamos que las instituciones permitan divisar la salida del entuerto creado y permitir su desenlace, aún en un ambiente enrarecido, cuyos efectos nocivos pueden llegar a ser insostenibles para el orden jurídico e institucional de Colombia. No es el momento para encubrir la evidencia que aflora por razón de sentimientos partidistas e intereses inconfesables. En estos tiempos convulsos el mejor y más convincente cambio es el de que las instituciones cumplan con independencia y transparencia las funciones que les son propias. Lo contrario sería desandar el camino que con tanto esfuerzo estamos construyendo para vivir en el país que queremos merecer.

domingo, 6 de agosto de 2023

El desacato como herramienta de deconstrucción

Mario González Vargas

El presidente Petro confunde la tarea de gobernar con la acción de confrontar. Su negativa a cumplir con la petición de la procuradora de suspensión del alcalde de Riohacha para evitar una eventual comisión de delitos, confirma su desapego con las obligaciones que le impone la ley. Invocar la sentencia de la Corte IDH, que antaño le favoreció, para enervar la aplicación de una medida cautelar que no ha sido objeto de análisis en la sentencia aludida, e ignorar que no existe norma que lo habilite para ejercer control de convencionalidad, competencia de los jueces, constituyen conductas reiterativas de ignorancia supina que ninguno de sus ministros se atreve a disipar.

La Corte Constitucional ha sostenido reiteradamente que las sanciones disciplinarias de la Procuraduría no contrarían lo dispuesto en el artículo 23.2 de la Convención Americana de 1969. Ha expresado “que la extensiva y desmesurada comprensión de la Corte IDH hace de sus competencias, no se compadece con los estándares internacionales vigentes que no se limitan al examen de su texto, sino que incluyen diversos tratados posteriores sobre la misma materia para ajustarlos a los cambios sociales y a las nuevas realidades con el fin de lograr un entendimiento coherente de la actualización del derecho internacional público”.

Por otra parte, la norma del artículo 23.2 de la Convención es extraña a la inmensa mayoría de los ordenamientos jurídicos de los Estados Miembros y contraria a las normas de las Convenciones contra la Corrupción de la OEA y de la ONU. No deben ignorar los que ahora permanecen petrificados en 1969 que, por similares interpretaciones y decisiones, el Tribunal Europeo de Justicia se ha visto enfrentado a fundados desacatos a sus fallos que minan su credibilidad y respetabilidad y deterioran el sistema de justicia.

La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido consistente en afirmar que “la facultad que le otorgó el legislador a la Procuraduría General de la Nación para imponer sanciones disciplinarias temporales o permanentes que impliquen restricción del derecho de acceso a cargos públicos, no se opone al artículo 93 de la Constitución, ni tampoco al artículo 23 del Pacto de San José de Costa Rica”.

La Procuraduría no es hoy la misma del año 1969. La Asamblea Constituyente de 1991 la convirtió en ente autónomo e independiente, no administrativo, con capacidad para disciplinar a todos los servidores, incluidos los de elección popular, y desde entonces la Corte Constitucional ha reiterado y ajustado esa competencia, últimamente con la sentencia C30 de 2023.

Por lo tanto, Colombia no ha eludido “su compromiso de adoptar con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”, como dispone la Convención Americana de Derechos Humanos, sin necesidad de verse compelida por órdenes de una Corte anclada en las instituciones prevalecientes en 1969.

Le asiste razón a la procuradora en su reclamo al presidente, porque no conviene permitírsele arrasar con la institucionalidad vigente, construida con legalidad y actualización, para cobijar la corrupción y consentir la deconstrucción de las instituciones democráticas.

sábado, 29 de julio de 2023

Eje, desafíos y urgencias de un nuevo país

Mario González Vargas
El presidente Petro en la instalación de las sesiones del Congreso proclamó el fin de la guerra entre el estado y la insurgencia, con la intención de promover su mesiánica tarea de arquitecto de una paz total, ilusoria, sacudida por la violencia que se extiende por el país a manos del Eln, del Estado Mayor Central, de la Nueva Marquetalia, del Clan del Golfo y de las diversas organizaciones criminales que asolan las regiones de Colombia. Estimó necesario archivar la paz inconclusa de Santos para que sombra alguna no afectara la que añora construir a las volandas, sin orden estratégico, pero con premura traducida en perdones mutuos, propios de los que se sienten presbíteros de una misma profecía.

Tarea que puede naufragar en las aguas tormentosas de las elecciones de octubre. Cunden las inquietantes alarmas relativas a las precarias condiciones del certamen electoral. La Defensoría del Pueblo ha señalado que en las 2/3 partes de los municipios peligra el liderazgo de quienes no cuenten con el denominado “aval del monte”. Allí, las banderías criminales seleccionan los candidatos, censan y carnetizan a los electores y ejercen control a través de los líderes comunales, constreñidos a la tarea so pena de muerte, amenaza que se acredita con 23 asesinatos recientes. La contienda será no solamente entre partidos y organizaciones políticas, sino entre los aparatos armados de criminales en pugna, identificados en los réditos políticos que facilitarían sus incorporaciones a la paz total, inmunes, impunes y empoderados en las nuevas estructuras políticas regionales y locales. Estrategia que supera lo acontecido al final del mandato de Samper, que registró el exilio obligado de numerosos alcaldes en las capitales de los departamentos, pero que reincide en la despreocupación del gobierno ante las dramáticas alertas de los gobernadores y alcaldes, abandonados ante la espiral de violencia que enclaustra a los ciudadanos forzados a la conservación de sus vidas.

A ese inseguro destino se suma la desconfianza en el registrador por sus antecedentes en el cargo y en el CNE, que no ofrecen las garantías para unas elecciones libres y transparentes.

El nuevo acuerdo nacional del presidente parece sugerir la reedición del que él mismo dinamitó en ejercicio de su carácter incendiario y que no ofrecía cosa distinta a la repetición del carrusel de prebendas que tanto ha degradado la política nacional y que resulta inaceptable para afrontar los retos del presente.

El eje del futuro del país y de la paz radica en la recuperación del control territorial por parte del Estado, que se ha perdido a lo largo de décadas de ceguera del establecimiento y de violencia de los criminales. Un nuevo diseño de país que fortalezca la descentralización de competencias y de recursos no asoma en las visiones del gobierno ni de las fuerzas políticas. Libertad y Orden no pueden forjarse sin la atribución de esas facultades y de los recursos correspondientes a las autoridades regionales y locales, en un país diverso en riquezas naturales e idiosincrasias de sus gentes.

Venzamos en octubre a los profetas iluminados de catecismos fracasados en los tiempos ya vividos. De ello depende nuestro inmediato destino.

sábado, 22 de julio de 2023

Pocas esperanzas en el congreso de la república


Por Bernardo Socha Acosta
Los colombianos no esperaban encontrar tanto resentimiento, arrogancia y odio político, en el nuevo presidente del Congreso de la república, senador, Iván Leonidas Name.

A partir de un sondeo hecho por este medio tras los actos del 20 de julio, muchos coincidieron en mostrarse extrañados por la posición ofensiva, rencorosa y hostil que expresó apenas asumió el cargo, con un cambio de actitud a la que demostraba antes de su elección.

Sin embargo, no se extrañaron los entrevistados al indicar que ese es el viejo estilo de los políticos que por décadas han pretendido enseñorearse de un organismo como el congreso de la república que debiera ser una fuente de orgullo patrio donde los ciudadanos encontraran admiración, confianza y respeto por la calidad de sus integrantes.

Si bien es cierto que el Congreso de la república es una combinación de voceros de las distintas regiones de Colombia, nadie ignora que esa combinación debiera ser una vocería de lo más selecto y homogéneo en comportamientos, en acciones y pensamientos creativos enriquecedores en favor de un país, carente de todo progreso, pero bien calificado en actos de corrupción, podredumbre que es lo que ha brillado desde muchos años atrás.

Las actitudes nada positivas del nuevo presidente del Senado de la república, organismo legislativo del que los colombianos esperan mucho, dejó la primera imagen de rastra lamentable apenas se inició la legislatura.

A partir de esta demostración de la cabeza del Congreso que va a dirigir una de las ramas del poder público en Colombia, que debiera ser motivo de orgullo patrio, el concepto generalizado es que el país no va recibir lo que los colombianos esperaban ansiosos de un nuevo periodo de trabajo de los legisladores. La presidencia de una célula legislativa como el Senado de la república, uniendo fuerzas con las demás ramas del poder, podría salvar a un país cuyas bases institucionales se encuentran carcomidas por el comején de la ambición politiquera y la voracidad de poder y riqueza de su clase dirigente. Pero esas ilusiones del pueblo colombiano, no dejarán de ser eso, puras ilusiones, si es que los electores no reaccionan para que se aparte del congreso, a todo lo que ha demostrado que no sirve. En manos de los colombianos está el futuro del país, pero para ello hay que limpiar de la polilla a esa rama del poder, llevando dirigentes apasionados por la vida colectiva y el bienestar de todos.

Petro en su laberinto

Mario González Vargas
El país no ha tomado en serio los elementos estructurales de la personalidad del presidente Petro, a pesar de que nunca han permanecido ocultos en sus intervenciones en los debates nacionales y en los foros internacionales. Ello, le ha reportado ventajas para distraer a partidos, gremios y opinión pública en Colombia, y granjeado cierta curiosa atención en las instituciones y audiencias internacionales poco acostumbradas a ejercicios de igual naturaleza. Petro se aprovecha de ello para adormecer a sus respectivos auditorios y gozar de la incredulidad de sus compatriotas y de la educada despreocupación de sus auditores de otros países.

En Colombia nunca ocultó sus metas, sin que sus contradictores tomarán conciencia que procuraría convertirlas en realidades, quizás porque le prestaban la naturaleza ilusoria que predomina hoy en la política nacional. Navega así con comodidad a sabiendas de que sus críticos no lograrían entender que sus palabras son promesas que se esfuman en la vorágine de impunes incumplimientos que hemos sufrido y tolerado por muchos años. Perfecta ilusión de que todo cambie para que todo permanezca igual.

Igual ejercicio ejecutó en la reunión de la Celac y la Unión Europea, en la que desdeñó abordar los temas de fondo de unas relaciones consideradas desiguales e improductivas para las Américas latina y del Caribe, para dar curso a una lección de lo que significa el progresismo en la versión Petro, que él identifica como compartida por las izquierdas americanas. Acusó al capitalismo de haberse convertido en un Frankenstein para nuestros pueblos, que tiene por ejes fundamentales sistemas “caracterizados por la acumulación de capitales alineados con la ganancia de codicia que define el capital y el modo de producir capitalista que ha generado la crisis climática”. Y todo ello, delante de gobernantes de países que al amparo de la democracia en lo político y del capitalismo en lo económico, lograron los mayores índices de progreso social y económico que hace de sus democracias ejemplos de estabilidad, prosperidad y libertades que no se habían logrado en épocas anteriores.

En sus declaraciones en su gira por países europeos insistió retóricamente en los peligros ambientales que amenazan al mundo, en discursos apocalípticos y, por ello, libres de soluciones apropiadas para un mundo con renovadas capacidades científicas para conjurarlos. Replica, así, el relato que usa para consumo interno de redención de políticas, costumbres y creencias que condena, pero que consiente en su propio gobierno, pletórico de impericia, improvisaciones e incapacidades ejecutivas, quizás también animado por la obsecuente actitud de los partidos, más preocupados por las gabelas de sus congresistas que por las legítimas necesidades y aspiraciones de los ciudadanos. Nada lo conmueve ni lo inquieta. Ni los escándalos de corrupción que salpican familiares y políticos próximos al poder, ni la inseguridad que hoy se extiende por todo el país, ni las catástrofes naturales que sesgan vidas, destruyen infraestructuras y condenan a las gentes a desplazamientos inevitables, ni el creciente repudio ciudadano que se está convirtiendo en tsunami que, a falta de oposición de organizaciones partidistas, será talanquera eficaz para impedir su ambición inaudita de supuestamente perfeccionar a su antojo nuestra democracia.

sábado, 15 de julio de 2023

Once meses de gobierno

Mario González Vargas

Transcurridos once meses desde la posesión del presidente Petro, el país vive incertidumbres y angustias que superan las dramáticas vivencias sufridas en el pasado reciente. Nos encontramos frente un desgobierno éticamente cuestionado, que apunta al caos, sumidos en escenarios que el propio gobierno suscita con su pertinaz apego a un credo ideológico que privilegia la realización del dogma de la “destrucción creativa”. Todo ello, bajo la férula de un presidente animado por un espíritu delirante, que supone redentor, y acompañado por una cohorte de ejecutores, inexpertos unos, mediocres otros, que ofician de espalda a los colombianos, a sus pesares y esperanzas.

Ninguna promesa de cambio se ha logrado cumplir. Improvisaciones, reyertas sin causa, despilfarros continuos y usufructo burocrático para familiares y allegados de los altos funcionarios, jalonan sus actividades y desdicen de su talante de gobernante. Sus periplos por el mundo con mensajes apocalípticos y discursos enrevesados, cuando no incomprensibles, despiertan inquietudes sobre su estabilidad emocional y rigurosidad intelectual.

El nuevo Ministerio de la Igualdad se erige como el mayor monumento al despilfarro y a la duplicidad de funciones entre ministerios y agencias del gobierno, que enervarán la debida ejecución de múltiples políticas públicas. Subsidiar a los infantes de las primeras líneas y a los jóvenes perpetradores de la violencia para que depongan las armas, constituye idílica fantasía que resulta devastadora éticamente, inocua políticamente e insostenible financieramente.

La seguridad, valor fundante de toda sociedad, se ha visto destrozada por la aplicación de la política de paz total, la que, con su axioma de ceses al fuego con cada organización criminal, comprendidas las hoy disfrazadas de delincuencia política, pretende hacer olvidar su naturaleza terrorista. Los ceses del fuego con cada una de ellas convierten a la Fuerza Pública en testigo impotente de las guerras entre los beneficiarios del narcotráfico y del control territorial, y auspician los paros armados que castigan a las poblaciones con su obligado confinamiento. Así se multiplican masacres, secuestros, extorsiones, asesinatos y reclutamientos forzados a la población civil, con garantías de total impunidad. Negociar sobre la vida es inaceptable, e innoble resulta la sindicación de responsabilidad del atolondrado ministro de la defensa a la Fuerza Pública, menguada en su pie de fuerza, y constreñida a obedecer al derrotismo asustadizo de quien se encuentra a cargo de la seguridad de los colombianos.

La política exterior tampoco escapa al desenfreno propio de la improvisación y de solidaridades ideológicas, además maltratada por la impericia de quienes la ejecutan. El distanciamiento del canciller con sus funcionarios de carrera, no solo cobró su precio con el penoso fracaso de la reunión convocada sobre la situación de Venezuela, sino que se ha visto acrecentada por las actuaciones y despropósitos de nuestros embajadores en Méjico, Venezuela y Nicaragua que desdicen del profesionalismo de nuestros agentes diplomáticos, construido por años con tino y perseverancia. El país espera que se rectifique el rumbo y se permita diseñar los arquetipos del cambio, lo que exige mejorar lo hasta ahora construido, aunque la creciente retórica agresiva y la incansable pugnacidad del presidente no lo predice. El 20 de julio lo sabremos.

sábado, 8 de julio de 2023

Sin guardianes en la heredad

Mario González Vargas
Los audios de las conversaciones entre Oscar Iván Zuluaga y Daniel García publicados por la revista Semana, no solo develan reconocimiento de responsabilidad del ilícito usufructo de los dineros de Odebrecht en el debate presidencial de 2014, sino también evidencian las falencias en el diseño y trabajos de las dos entidades responsables de los procesos electorales, y se suman a las amenazas de violencia que hoy se ciernen sobre las elecciones regionales de octubre de este año.

La Registraduría Nacional del Estado Civil y el Consejo Nacional Electoral no han dejado de sembrar inquietudes e incertidumbres sobre la necesaria transparencia de las elecciones, indispensable para la legitimidad de las autoridades del Ejecutivo y el Legislativo. No se ha logrado disipar, sino acrecentar, las sombras que cobijan sus acciones y decisiones.

Las grabaciones de marras confirman la opacidad que cubre las contiendas electorales, seguramente auspiciada por el errático diseño de las instituciones concernidas y aprovechada por los distintos actores de los procesos eleccionarios. Por ello, no dejó de inquietar que el Congreso resignara la posibilidad de mejorar el sistema, con la aprobación de una reforma electoral de la mano del registrador y expresidente del CNE que más dudas ha despertado en el ejercicio de sus altas responsabilidades.

La reforma se inspira en el clientelismo burocrático, tan caro a las mayorías congresionales. En efecto, consagra el libre nombramiento y remoción de toda la nómina de la Registraduría, en detrimento de los concursos de méritos; establece una contratación libre de requisitos y escrutinio, cuando atañe a su carácter misional -entre ellos el software de conteo de votos-, bajo el manto del concepto de seguridad nacional; introduce el voto electrónico, desestimado por vulnerable por muchos países europeos; adopta la financiación a través de plataformas electrónicas, con lo que exonera de responsabilidad a los candidatos en casos de dineros provenientes de actividades ilícitas; instituye el control previo del CNE a las encuestas de opinión; y levanta el veto a la participación de los candidatos sancionados por los órganos de control.

Toda una panoplia de instrumentos para evadir controles y convertir al registrador y a sus funcionarios en los sospechosos árbitros de todo proceso electoral, y al CNE en su validador, sin herramientas ni voluntad para enmendar y corregir, como ha sido siempre su papel por razón de su diseño en su integración y competencias. No escandalizan los audios en los que Alexander Vega habla de la necesidad de tablas entre los candidatos presidenciales del 2014 en relación con la financiación oculta de Odebrecht. Resulta apenas natural la incredulidad que acompaña la investigación del CNE sobre la campaña de Petro. Nos aprestamos a vivir las elecciones más violentas de este siglo, con los árbitros menos confiables y un gobierno impávido ante las angustias ciudadanas y sus previsibles consecuencias. Las organizaciones criminales dictarán impunemente su ley en vastos territorios, corolario obligado del delirio mesiánico del gobernante y de una oposición huérfana de autocrítica. Síntomas de la degradación de la política que parece condenarnos al desastre. Carecemos de guardianes en la heredad.

domingo, 2 de julio de 2023

El arrepentimiento del juego de cartas seria tarde

Por Bernardo Socha Acosta

Un peligroso juego de cartas, que comenzó a agitar un excandidato presidencial que ha ocupado todos los cargos del estado colombiano, no parece una decisión apropiada y cuerda, hoy que los viejos partidos políticos están en camino de demolición por sus propias acciones, por su caduca inoperancia y la implacable corrupción, que ha generado todos los males que hoy tiene este país.

Y lo que se propone ese llamado jefe de una fracción política, (apéndice liberal), es nada menos que incendiar al país, porque las condiciones no están dadas para que los viejos caciques intenten aplicar la dictadura que se hizo por tantos años con un pueblo arrodillado pidiéndole migajas a unos cuantos llamados jefes de los partidos. Pero aun más si ese señor intenta desesperadamente rencaucharse con estas maniobras, hay el temor de que este padeciendo un desequilibrio mental. 

Si los movimientos políticos acceden a la convocatoria desesperada que ha hecho ese aparente dirigente para enfrentar al gobierno, estarían demostrando su debilidad y se convertirían como mansas ovejas de camino al matadero, fáciles de manejar.

Pero aún más, esa obediencia de políticos, sería un peligroso desafío contra más de 11 millones de colombianos, que no estarían dispuestos a dejarse irrespetar por un solo político que ha tenido todas las oportunidades en años atrás para demostrar su libre albedrio por el progreso del país. Pero parece que ese deseo de gobernar, ha sido solo para fortalecer intereses personales porque, Colombia no recuerda haber recibido acciones filantrópicas, de las que quizás sus antepasados si cumplieron. Ahora se aprovecha de los apellidos de quienes, si representaron con decoro a los colombianos.

Y si el país comienza un camino nefasto, no es por acciones del gobierno, sino por la mezquindad de ese político y sus seguidores. Si Colombia comienza a transitar senderos PEORES que los que han dejado los gobiernos pasados, la continuidad de la peor violencia, no está lejos.

Es que lamentablemente los gobiernos pasados han tenido todas las oportunidades para ganarse a los conglomerados sociales y tener a Colombia como uno de los países latinoamericanos modelo ante el mundo aprovechando tanta riqueza material y humana, pero esos mandatarios han gobernado para unos pocos y quienes han sido marginados, hoy están reclamando y dispuestos a defender sus derechos.

La destrucción de los partidos conservador y liberal, y de los nuevos grupitos como, Centro Democrático, Cambio Radical y la U, ha generado nuevas alternativas que hoy comienzan a mostrarse como bases para lograr los cambios que la sociedad ha reclamado desde hace más de 60 años cuando nacieron los grupos armados para enfrentar al país de los abusadores del poder.

No es que el pueblo rechace los poderes políticos y económicos. Lo que el pueblo rechaza es el abuso que han tratado de imponer, con el esfuerzo tributario de todos.

Hoy el pueblo no aguanta más abusos y lo que está tratando de organizar ese excandidato presidencial (un frente contra el gobierno) es otro de los abusos a los que está acostumbrado a manipular, pero esta vez el pueblo también responderá como debe ser.

Esta vez el pueblo le dirá: NO SE EQUIVOQUE, que Colombia hoy tiene un nuevo pensamiento; no el pensamiento del conformismo y la mansedumbre de esclavitud que había instaurado el poder impositivo. Ese juego de cartas del señor… excandidato, terminará en un incendio del que todos los políticos se arrepentirían si se cumpliera.

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